Por Benda Lehbib Lebsir /ECS actualización
Allá por el 2016, exactamente el 12 de noviembre el difunto Mohamed Abdelaziz (Ex presidente de la RASD, que en Paz descanse), presentaba en la Eucoco, a Pablo Iglesias como la esperanza de la solución inminente de la causa Saharaui.
En medio del salón de la sede de CCOO de Madrid, abarrotado de saharauis, y simpatizantes de la causa, tod@s aplaudían con una euforia asombrosa la presencia de aquel político promesa. Veían en él lo que hasta entonces -y que ingenuos- no habían visto en ningún alto Cargo Político español: compromiso, cercanía, mucha verdad y sobre todo: que la causa saharaui merecía una solución de ya. Justo, lo que querían oír.
Lo de Pablo, no es ninguna novedad. Es que o somos demasiado ingenuos o no aprendemos en la vida. Y honestamente, no se donde colocarnos ahora mismo.
He discutido un montón de veces con mis paisanos sobre esto, muchos bajo la excusa de “Pablo, es diferente” justificaban a veces lo injustificable. Ahí está que en las anteriores elecciones tanto Municipales, como Autonómicas en un montón de sitios de España, iban saharauis en las listas. Y los que no, inundaban sus redes sociales, pidiendo el voto porque según ellos: “era el partido que más apoyaba el Sáhara...”
Lo de Pablo, no es lo diferente. Lo de Pablo, es decepción, y personalmente no me sorprende.
A lo largo de estos 44 años, hemos ido viendo pasearse por los Campamentos Altos Cargos Políticos, y a tod@s sin excepción se les ha recibido con las mismas ganas. ¿Quién no ha visto a las mujeres saharauis con sus banderas recibiendo a Diputados, Senadores, Secretarios Generales, y un largo etcétera...? Y siempre lo mismo, una vez que llegan a donde tienen que llegar, ni te he visto ni he oído hablar de ti, Sáhara.
Claro, que lo de Pablo no es diferente. Lo de Pablo, es la crónica de una muerte anunciada, es el juego que han seguido los “otros”. El Sáhara, es el voto fácil, es el dicho y no visto. Hago mías las palabras de Benito Juárez: “Malditos aquellos que con sus palabras defienden al pueblo, y con sus hechos lo traicionan”.
Malditos, aquellos que juegan con la esperanza de un pueblo, que ellos mismos colonizaron, expulsaron, y que día tras día hacen la vista gorda frente los secuestros, asesinatos, violaciones que sufren en silencio.
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