Instituciones vascas blanquean y se hacen cómplices de la ocupación marroquí del Sáhara Occidental.

CÓMPLICES DE LA OCUPACIÓN MARROQUÍ

ECS. | Jesús Valencia. 


El 13 de noviembre del año pasado, ocurrió en el Sáhara Occidental lo que era de prever: el Frente Polisario retomó las armas tras respetar, desde 1991, un alto el fuego que Marruecos nunca cumplió. Han pasado los meses y estamos asistiendo a un fenómeno sorprendente: en un mundo estrechamente comunicado, la reavivada confrontación armada ha quedado relegada a la penumbra de los temas cuasi olvidados. ¿Qué ha sucedido? La monarquía marroquí está utilizando toda una serie de trapandujas para que la causa saharaui desaparezca de los focos de interés mundial. Referiré una de ellas que, por desgracia, nos salpica a las gentes de Euskal Herria.

El régimen de Rabat promueve la llegada de delegaciones extranjeras, las atiende ostentosamente y las pasea por el Sáhara ocupado como si de territorios marroquíes se tratara. Artimaña que le permite socializar la ocupación, encandilar al capital extranjero con ofertas seductoras y proyectar una imagen de normalidad que no se corresponde con el detonar de los morteros. Cebo tramposo en el que han picado algunas de nuestras gentes.

El 15 de marzo aterrizó en Marruecos una de las comparsas más estrambóticas que se pueda imaginar. Como era de suponer, la integraban empresarios de diversos sectores y, sorprendentemente, el director deportivo del Athletic de Bilbao femenino, Joseba Aguirre. ¿Qué pintaban las chicas futbolistas en aquel conciliábulo capitalista en busca de sustanciosos dividendos? Presidía la comitiva María Tato, dama que dirige 34 empresas y la Federación Española de Futbol Femenino

No era difícil adivinar las intenciones ocultas de tan pintoresca cofradía; sus hechos y dichos pronto se encargaron de confirmarlo. Se reunieron en Rabat con altos cargos de la Administración marroquí y su presencia, entre sonrisas y canapés, legitimaba a un régimen despótico e intolerante.

La directora de la delegación elogió sin remilgos el buen hacer de Mohamed VI. Pudo haber contrastado su opinión con la de la población saharaui, pero, dado que no lo hizo, bien podía haber refrescado su memoria; también nosotros conocemos las gracietas del monarca alauí. 

En agosto de 2015, un reducido grupo de mujeres vascas quisieron reunirse con sus homólogas saharauis. No fue posible; una expeditiva dotación de la policía marroquí se lo prohibió. Cuatro años más tarde -en diciembre de 2019- el Parlamento Vasco envió una delegación oficial de cuatro parlamentarios multicolores para que conocieran de primera mano la situación saharaui. No tuvieron mejor suerte; un portavoz policial los recibió con cajas destempladas, se colocó en la puerta de salida del avión para que no pudieran descender de el y los mandó volver por donde habían llegado.

Tras las reuniones de Rabat, la estrambótica comitiva cumplió a rajatabla el guion que Rabat les había señalado: visitar El Aaiún y significarla como “importante capital marroquí del Sáhara Occidental”. De acuerdo al protocolo, se reunieron con el wali de la región y con el gobernador de la provincia, cargos de una Administración colonial sostenida por las armas. Como no podía ser de otra forma, elogiaron las maravillosas instalaciones deportivas construidas por Rabat, se les afilaron los dientes cuando escucharon las seductoras ofertas empresariales y prometieron regresar para cerrar contratos. ¡Otra vez la mala memoria! Debiera de recordar doña María que, en el 2012, el Parlamento Vasco pidió por unanimidad a la UE que cuando negocie un nuevo acuerdo pesquero con Marruecos, excluya las aguas territoriales del Sáhara Occidental para que se respeten los derechos de los saharauis. Acabó la gira en la turística ciudad de Dajla. De nuevo doña María perdió los papeles; en esta ocasión elogió la “seguridad de esta ciudad marroquí”. Ni lo uno ni lo otro; ni es marroquí ni es segura. Por aquellas mismas fechas, el Frente Polisario remitió una nota a la empresa española de congelados Rosario; le recordaba que su factoría de Dajla está ubicada en zona de guerra.

La delegación empresarial vasca regresó a Bilbao. Un perspicaz cronista captó las intenciones de la visita, aunque sacó una conclusión que parece equivocada. "Marruecos está logrando un avance significativo en el País Vasco, una región española conocida por su apoyo incondicional al Polisario”. Es verdad que la delegación aludida intentó lavar la cara a Mohamed VI; pero suponer que Euskal Herria ha dado la espalda a
l pueblo saharaui, es mucho suponer. El cronista se equivoca de lleno.

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