En un tablero de juego increíblemente a su favor, con vientos internacionales que abogan por el regreso al multilateralismo, sorprende insultantemente que el Frente Polisario y sus representaciones correspondientes no hayan intensificado la batalla diplomática.
Por Mohamed Salem Abdelhay/ECS
ECS. Madrid. | En 1991 el Frente Polisario firmó el alto el fuego con Marruecos en mitad de unas dinámicas globales cambiantes marcadas por el restablecimiento de relaciones argelino-marroquíes, caída del muro de Berlín, desaparición de la URSS, descolonización de países africanos, la firma del acuerdo de Unión del Magreb Árabe además de la conclusión de la Guerra Fría. Se depusieron las armas y dio lugar a una descarnada batalla diplomática dirigida entonces por los ''diplomáticos del desierto'' Mhamed Jadad y Bujari Ahmed, que tanto dieron por solucionar el conflicto saharaui de manera pacífica a pesar de los impedimentos y obstáculos puestos por Marruecos y sus aliados, logrando reforzar la posición jurídica del pueblo saharaui y elevando el pabellón nacional a cotas difícilmente superables. Murieron pero su legado permanece, sirviendo este como guía rector en los retos presentes y venideros del contencioso.
¿Vientos internacionales a favor de la causa saharaui?
La ruptura del alto el fuego (tras la violación marroquí) el pasado Noviembre tras una espera de casi tres décadas para celebrarse lo acordado por las partes tuvo un impacto significativo en la política exterior marroquí, que inició un desgaste diplomático que tuvo dos efectos: el primero de ellos es, contrariamente a sus intereses, la internacionalización del conflicto y ocupación del Sáhara Occidental, y en segundo lugar puso sobre la mesa la inoperancia de las Naciones Unidas para solucionar el contencioso y la impunidad de la que gozaba y sigue gozando el régimen marroquí para intentar imponer un hecho que no se da en el mundo desde 1945, a saber; la anexión de territorios por la fuerza, causa de innumerables guerras y derramamientos de sangre.
En un mundo dominado por patrones neoliberales que se aprovechan de la ocupación militar marroquí para esquilmar económica, financiera, comercial y energéticamente los recursos naturales del Sáhara Occidental, razón esencial de la permanencia marroquí en el territorio, Mhamed Jadad dió en la diana y tras más de una década de encarnizada batalla jurídica, logró que el TJUE prohibiera la comercialización con productos y recursos del Sáhara Occidental, considerándolo un país diferente a Marruecos. En paralelo, Bujari Ahmed, desmontó de forma sorpresiva el Plan de Autonomía manifestado por Marruecos a la ONU en 2007, presentando una contrapropuesta en el despacho del entonces Secretario General, Ban Ki-moon, justamente un día antes de que lo hiciera el representante marroquí, y declarando posteriormente a los medios en referencia a la propuesta marroquí que ''No podemos negociar sobre la base de renunciar a nuestro derecho a la independencia. Ni es base para una solución ni es base para una negociación.'' Dando así por muerto, desde que se anunció, el pseudo Plan de Autonomía. Evitaremos, para no atosigar al lector, enumerar las contradicciones puntuales en las que cae el Plan de Autonomía marroquí ya que darían lugar a otro artículo más extenso.
Indepedientemente de los avatares políticos sufridos en los últimos treinta años enmarcados en un panorama internacional a favor de las tesis marroquíes, ya que Occidente antepone su depredación económica al respeto a la legalidad internacional, la diplomacia del Frente Polisario jamás se arredró y continuó batallando, en ocasiones esquivando y en otras aprovechándose de las coyunturas políticas y dinámicas globales y regionales que reinaban por entonces: La lucha contra el terrorismo, la recesión económica de 2008, la Primavera Árabe...etc. ¿Por qué ahora no sucede lo mismo con el Polisario? Con una guerra en curso, esperando una histórica sentencia definitiva del TJUE sobre la extensión del acuerdo UE-Marruecos al Sáhara Occidental y la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU para ampliar o no la MINURSO en Octubre en lo que es la primera reunión del siglo con las hostilidades armadas sobre el terreno, además de un creciente y nuevo paradigma regional liderado por su histórico aliado; Argelia, que recién ha cortado relaciones con su enemigo directo en la guerra, Marruecos, sumamente debilitado y aislado por culpa de su propia ofensiva diplomática que inició desde que violase el alto el fuego en El Guerguerat y que no le ha surtido ninguna victoria decisiva o definitiva en el conflicto saharaui.
En un tablero de juego increíblemente a su favor, con vientos internacionales que abogan por el regreso al multilateralismo, sorprende insultantemente que el Frente Polisario y sus representaciones correspondientes no hayan intensificado la batalla diplomática, ni jurídica y tampoco la bélica frente a las cotidianas y normalizadas violaciones de derechos humanos y del derecho internacional que comete el régimen marroquí en el Sáhara Occidental ocupado, y que se agrava dramáticamente con el paso de los días, véase el caso de Sultana Jaya o las decenas de periodistas y activistas saharauis que sufren la represión marroquí.
De la demanda judicial a la amenaza judicial; un paso atrás.
Cabe destacar que en la Unión Europea, único continente en el cual el Frente Polisario goza, no solo de una, sino de dos resoluciones jurídicas que prohíben expresamente a las empresas europeas desarrollar sus actividades en los territorios ocupados saharauis, no se llevan a cabo demandas judiciales desde Junio de 2019, justamente la última fue contra la extensión del acuerdo y fue llevada a cabo por el difunto e inasequible Mhamed Jadad, basándose evidentemente en las propias resoluciones de la justicia europea mencionadas anteriormente. ¿A qué se debe esta inexplicable paralización? ¿Falta de voluntad? ¿Falta de dinero? Si se debe a esto último de nada sirve amenazar. La causa legal del Sáhara Occidental es tan fuerte que gana batallas aún cuando no las presenta su representante legítimo, como así se atestigua a partir de una querella presentada por la asociación Western Sahara Campaign UK en Reino Unido en 2018 y en 2021, a la que se opuso la representación del Frente Polisario por no ir en su nombre. No en vano, dichas querellas salieron hacia adelante con éxito y ahora el gobierno del Reino Unido se enfrentará a su Tribunal Supremo y esto se ocultó a la opinión pública saharaui. Tras dos años de estancamiento y oposición contraproducente que afecta únicamente al pueblo saharaui, hemos pasado a la amenaza judicial con el objetivo ingenuo de disuadir a las corporaciones involucradas (P. ej: advertencias a Binter Canarias y Congelados Rosario SLU) ¿Por qué no se exige a la UE que cumpla con las resoluciones de su Tribunal? Requiriéndoles la imposición de mecanismos de supervisión y control de sus sentencias para el caso del Sáhara Occidental, previendo sanciones en caso de incumplimiento para así desalentar de forma efectiva a las compañías de seguir explotando ilegalmente los recursos saharauis. Finalmente, es necesario recordar que lo que está en juego es la potestad del TJUE en su comunidad y por otro lado, la credibilidad y seriedad del Frente Polisario, independientemente de quien vehiculice sus intereses. Naturalmente, los saharauis sacarán sus propias conclusiones acerca de la gestión inmadura de un tema cardinal en la prolongación de la ocupación militar marroquí y en cuyo campo de disputa, el jurídico, se parte con ventaja al contar con dos sentencias favorables en el caso de la Unión Europea. Vista la situación cabría preguntarse cuáles son las verdaderas razones que subyacen detras de este ''alto el fuego judicial.''
Un Polisario espectador de la inercia política; error de cálculo.
Esperar que la inercia de los hechos políticos traiga consigo una victoria no es una buena receta si estás lidiando una guerra de liberación que depende en gran parte de tu actitud. Todos los países son víctimas de las coyunturas políticas, en mayor o menor medida, y todos reconfiguran su acción política en función de cuanto les afecte a no, sin dejar evidentemente llevarse por la opinión pública al existir otros factores que determinan el escenario. En el caso del conflicto del Sáhara Occidental hay una parte que por una variable estática (legalidad internacional) está indudablemente condicionada a salir victoriosa, este es el Frente Polisario y la RASD, ahora bien, hay otras variables no estáticas como la situación política, económica, regional y global que escapan del control de las partes en conflicto, y sobre las cuales se montan la diplomacia marroquí y la saharaui, ésta última en menor medida, para intentar virar la situación a su favor. Es este contexto sobre el cual Marruecos ha desarrollado sus tácticas dilatorias para alargar la invasión del territorio, lo que revela por otro lado que sabe que tiene la partida perdida y solo trata de ganar tiempo. Si bien la incapacidad saharaui tiene gran culpa el no ser sujeto del derecho internacional por falta de reconocimiento internacional, que otorga amplias relaciones con todos los países del mundo y la participación en foros y organizaciones mundiales donde poder defender tu posición e intereses.
Aún así no es razón para condenar a todo un pueblo ni excusa para no batallar, pues el ejemplo de Bujari Ahmed y Mhamed Jadad echa por tierra la necesidad crucial de dicho reconocimiento aunque sí supone una palanca importante. Dicho lo cual, estamos ante un inflamado Norte de África dominado por la ecuación de las consecuencias pandémicas y la reconfiguración de bloques y alianzas geoestratégicas, así como la reordenación del Magreb. EE.UU ha dejado claro por activa y por pasiva que no apoya la decisión de Trump de otorgar la supuesta soberanía marroquí a un territorio ocupado, asimismo, muestra deseos de regresar al multilateralismo, el respeto a los derechos humanos, el fin de la lucha contra el terrorismo y se está acercando cuidadosamente a esta región norteña, valorando positivamente las potencialidades diplomáticas argelinas por su penetración pacífica en distintos conflictos liderando soluciones basadas en la estabilidad. Como dato relevante, EE.UU apoyó el referéndum en el Sáhara Occidental desde la década de los noventa hasta 2001, y esto se refleja a través de los esfuerzos de su Secretario de Estado, James Baker III, quien logró la firma del Plan de Arreglo y desbloqueó el problema del censo. Aún más, Bujari Ahmed, representante del Polisario en la ONU hasta su muerte, reveló que durante una reunión con miembros del Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU les preguntó si tenían algo en contra del establecimiento de un estado saharaui, a lo que le respondieron que si lo tuvieran no hubiesen votado a favor de un referéndum de autodeterminación. Posteriormente, llegó el año 2001 en el que EE.UU inició la guerra contra el terrorismo que Marruecos utilizó para ganarse el apoyo americano en detrimento de la causa saharaui. Veinte años después la lucha contra el terrorismo se ha acabado y Joe Biden no promete apoyo diplomático a Marruecos como se ha demostrado tanto en la reunión del Consejo de Seguridad del pasado Abril sobre el Sáhara Occidental como en los meses posteriores, evitando ratificar la declaración de Trump. Es una ventana de oportunidad que el Frente Polisario debería aprovechar; prueba de ello es que cuenta con amplios apoyos en comisiones clave del Senado norteamericano (Jim Inhofe y Patrick Leahy entre otros). En relación a esto, se prevé que Marruecos modifique su actitud hacia las energías verdes para ganar apoyos y mantener su ocupación. Sangre saharaui a cambio de energía limpia.
Del mismo modo, España, víctima de su errónea interpretación de la política de vecindad ''estamos condenados a entendernos'', se somete a las exigencias de su vecino marroquí, a veces incluso perdiendo su soberanía y autonomía decisoria, como se plasma en la falsa denuncia judicial contra Brahim Ghali por genocidio, que a pesar de que ha sido archivada bajo justificación más que plausible, la justicia española sigue alargando el tema para satisfacción del régimen marroquí que solo busca ruido mediático. Tampoco se entiende el acercamiento del Frente Polisario hacia Unidas Podemos desde el 2018 y más recientemente, Asamblea Vistalegre IV, partido gobernante en coalición con PSOE, pues no ha hecho absolutamente nada por encauzar el conflicto del que es responsable su país, ni siquiera denunciar las violaciones de derechos humanos, ni mencionarlo en el Congreso, ni campañas solidarias, como mucho, algún tuit simbólico. En cualquier caso y en honor a la verdad, sí es cierto que los eurodiputados de Podemos defienden la causa saharaui en el Parlamento Europeo pero lamentablemente la política exterior de un país está muy separada de las exigencias de sus eurodiputados. Igualmente, los recientes contactos mantenidos con el gremio hortofrutícola europeo al hilo de que Marruecos viola los términos del acuerdo de asociación UE-Marruecos afectando directamente a los intereses de producción y venta del sector europeo, uniéndose para denunciar al régimen marroquí, carecen de todo fundamente básicamente porque los saharauis buscamos el cumplimiento de la legalidad internacional y la descolonización del Sáhara Occidental, mientras que el gremio hortofrutícola europeo busca proteger el comercio de sus representados, luego son intereses diametralmente opuestos, sin mencionar el grave hecho de que varias empresas y comercios europeos representados por el susodicho gremio se benefician de las frutas y verduras que provienen ilegalmente de los territorios ocupados. España ha dado suficientes indicios de estar del lado marroquí. Para entenderlo mejor, por la misma razón la actividad política del Frente Polisario en Francia es prácticamente nula por ser uno de los mayores aliados de la ocupación marroquí. Los acercamientos de este tipo al país ibérico solo se entienden en términos de sadomasoquismo. Para esclarecer aún más, el gobierno español de PSOE-Unidas Podemos destacó el pasado Febrero en una carta que no son potencia administradora del Sáhara Occidental y no reconocen a la RASD.
Entre la espada y la pared.
Teniendo todo esto en cuenta, la guerra del Sáhara Occidental se encuentra ante importantes fechas y sucesos que determinarán indudablemente la posterior evolución de las hostilidades armadas entre el Frente Polisario y Marruecos. Argelia ha cortado sus relaciones con Marruecos tras 33 años, aumentando significativamente el aislamiento sobre el país alauí. Brahim Ghali regresará a sus funciones presidenciales este Septiembre. El próximo mes de Octubre se reunirá el Consejo de Seguridad para debatir sobre la ampliación de la misión de la MINURSO, asimismo, próximamente se prevé que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea emita la sentencia definitiva sobre la extensión ilegal del acuerdo comercial UE-Marruecos a los territorios saharauis ocupados que permite el saqueo de los recursos naturales. El Frente Polisario se encuentra silenciado y paralizado ante una de las coyunturas políticas más favorables a la causa saharaui. Como cualquier seguidor del conflicto saharaui habrá notado, tanto la ONU como la decisión de TJUE han incidido extraordinariamente en la trayectoria del conflicto en estos últimos años; las continuas ampliaciones de la MINURSO han acabado por ser meras extensiones técnicas del conflicto al igual que la pasividad del TJUE, extensiones técnicas del saqueo desmedido, por lo tanto, son momentos idóneos para intensificar la batalla en todas sus ramificaciones, aumentar la presión ya existente sobre el régimen marroquí y llegar con posición de fuerza a la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, lo que viene a ser básicamente mostrar músculo. Recuérdese que el enfrentamiento no es opción para un régimen que vincula la ocupación a su existencia y considera enemigo a todo aquel que exija el derecho de autodeterminación para el pueblo saharaui como dicta la legalidad internacional, es puramente un acto de supervivencia. Por lo tanto, ¿qué no estará dispuesto a hacer Marruecos para proteger sus puntos débiles? Una estrategia saharaui que amenace los objetivos de la economía de la colonización hará tambalear los elementos de defensa colectiva de Marruecos y debilitará a la propia monarquía, para ello será necesario conjugar la acción jurídica y militar, que en este sentido es tan esencial como ineludible.
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