Por Sidi Maatala /ECS
Campos saharauis (ECS). - La crisis del Covid-19 ha cambiado los parámetros de los movimientos humanos. En estos momentos, el 93% de la población mundial vive en países con algún tipo de restricción sobre la movilidad de las personas, lo que es una anomalía en términos históricos. Pero la expansión de la pandemia no sólo ha impactado en el movimiento de las personas, sino también en las poblaciones en movimiento.
Actualmente, la pandemia afecta a casi todos los países, entre los cuales figura la República Saharaui, RASD. Asimismo, un grupo de médicos saharauis están llevando a cabo la campaña de vacunación, en la medida de lo posible, para inmunizar a la población refugiada.
La aparición de nuevos casos de Covid-19, 100 contagios, en los cinco campamentos saharauis, ha hecho crecer las alarmas en los cinco campos de refugiados saharauis, tanto el Gobierno de la RASD como la población refugiada, están en alerta máxima.
El lunes se supo el mayor número de contagios en la zona. Según ha anunciado ayer el portavoz del Comité Ad Hoc, el número de casos confirmados en los campamentos saharauis es de 932 casos, 100 de ellos fueron detectados en una sola jornada.
La inacción de los países en dar respuesta a la existencia de los asentamientos de más de 170.000 personas refugiadas en el sur de Argelia no es nueva, y la emergencia sanitaria viene a sumarse a una serie de decisiones fallidas (cuando no ausentes) que cronifican las duras condiciones que se dan en estos espacios desde mediados de los años setenta.
Lo que está sucediendo en los campamentos de refugiados saharauis puede extenderse a otros campos de personas refugiadas de todo el mundo. Ésta es ahora la preocupación de muchas organizaciones que trabajan en la protección de estas personas.
Escasez de agua potable y alimentos
En casi todos los campamentos sufren la escasez de agua y alimentos, los refugiados depende de la ayuda exterior en gran medida. Smara, el distrito más poblado de los campamentos de refugiados saharauis, es el más afectado por la falta de agua potable y otras cosas. Las autoridades locales no escatiman ningún esfuerzo, pero la crisis es mucho más superior que sus posibilidades.
La Unión Europea -es uno de los principales donantes humanitarios a nivel mundial- está a la vanguardia de identificar e intervenir en esas crisis que han escabullido de la atención internacional. Estas llamadas "crisis olvidadas" han persistido, pero a pesar de las importantes necesidades humanitarias, reciben una ayuda internacional insuficiente.
Situación precaria, falta de alimentos y medicina...
Los saharauis entienden de espera. Esperaron unos meses, después unos años y así superaron las más de cuatro décadas bajo la sombra de una jaima (tienda de campaña) construida en medio de uno de los desiertos más inhóspitos del mundo.
El Sáhara Occidental es una colonia de España, cuando los militares españoles abandonaron el territorio el por entonces rey de Marruecos, Hassan II, ordenó la conocida como Marcha Verde a través de la cual miles de colonos marroquíes invadieron el territorio. Cuarenta y cuatro años después nada ha cambiado.
Entre tanto, la Pandemia global de Covid-19 que está azotando a todo el mundo no sirvió para aliviar a los refugiados saharauis de la difícil situación en la que viven y para que se olviden durante unos días de las condiciones duras del desierto.
"Las condiciones de vida son duras en estos días. La mayoría de nuestra población ya no tiene el precario trabajo que tenía, sin agua potable, y dependemos totalmente de la ayuda internacional externa para subsistir pero no llega", cuenta un refugiado.
Los primeros refugiados saharauis llegaron aquí a mediados de los años 70. Huían de los bombardeos por parte de la aviación marroquí que tuvieron lugar en el Sáhara Occidental tras la retirada de España y la invasión del territorio saharaui por parte de Marruecos. Aunque los cinco campamentos que se instalaron tenían carácter temporal, muchos de los saharauis han pasado los últimos 45 años alojados aquí esperando un acuerdo político que facilite su regreso a su tierra.
Además de los efectos negativos derivados del desplazamiento forzoso y el exilio, los refugiados saharauis deben hacer frente a las condiciones adversas que imperan en la región de la Hamada argelina, cuyo terreno desértico parece una metáfora adecuada para describir sus perspectivas de futuro. Ya son casi dos generaciones de saharauis las que han nacido y crecido en Tinduf y que, con el correr de los años, deben redoblar sus esfuerzos para tener tanto ellos como sus familiares una vida digna. Sin embargo, pese a que muchos reciben formación fuera de allí, casi todos terminan en un punto de no retorno.
Desabastecimiento en los Hospitales de los campamentos de refugiados saharauis.
La situación actual en los hospitales de los campamentos de refugiados saharauis es de total desabastecimiento. No solo faltan medicamentos de primera necesidad sino también material básico como son gasas, suero fisiológico e incluso equipos de suero.
La población saharaui refugiada desde el año 1975, en los últimos años, vio reducida la ayuda humanitaria que reciben por parte de las grandes entidades internacionales.
Cabe destacar la demanda del personal sanitario público, es un problema patente desde hace años.
Como consecuencia de estas condiciones algunos de estos sanitarios optaron por abrir clínicas privadas, buscando una financiación autónoma. Esto ha llevado a que se abran más centros privados incluyendo las farmacias. Donde desgraciadamente algunos trabajadores se ven obligados a veces a doblar turno, de forma casi voluntaria en el sector público y también en el sector privado para poder tener un sueldo que cubra sus necesidades.
Tomando como muestra un hospital regional de referencia, pudimos observar que la ciudadanía está cansada de la situación actual, sobre todo coinciden en un punto común, la queja sobre cómo es posible que las farmacias públicas están vacías y las privadas estén más dotadas con medicamentos procedentes de España.
Lo que nos lleva a resaltar que las autoridades sanitarias está ante un auténtico reto, para rehabilitar un sistema público debilitado ante un aumento de los servicios privados. En los cuales no hay ningún tipo de control sobre los servicios que se ofrecen aumentando el riesgo de cometer negligencias.
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