Sidi Maatala.
ECS. Madrid. | Si las relaciones entre Rusia y Marruecos, dos países lejanos, nunca han sido intensas, las autoridades rusas están cada vez menos inclinadas a intentar fortalecerlas. Y tienen sus razones. El régimen monárquico de Rabat nunca ha sido buen amigo de Moscú, que sabe que Marruecos es para Argelia, su aliado histórico, lo que Ucrania es para Rusia, además de ser el guardián de los intereses de EE.UU en el Norte de África. Los rusos no miraron con buenos ojos la reacción impulsiva e inmadura del Májzen tras la recepción de una delegación saharaui por parte diplomáticos rusos y personalidades políticas, lo que empujó a las autoridades marroquíes a suspender los vuelos al mismo tiempo que sus “exportaciones” a este país. La reacción de Rusia fue simple "Compraremos nuestras mandarinas en otro lugar" Marruecos quiso pestañear a Rusia a pesar de la insignificancia de las importaciones, que se limitan a unos pocos productos que no representan ningún peso estratégico.
Los diplomáticos rusos afincados en Rabat se quejan de que las autoridades marroquíes subordinan la discusión de cualquier tema al reconocimiento del supuesto carácter marroquí del Sáhara Occidental. Una actitud que acabó molestando a Moscú, que lo ve como un inaceptable chantaje permanente. La brecha continúa ensanchándose entre el régimen marroquí y el gran aliado de Argelia, que sigue con gran preocupación los acontecimientos que reinan en la región, y que amenazan directamente la seguridad e integridad territorial de Argelia, cuestión que Sergey Lavrov ha incluido en su agenda para discutir con su homólogo argelino, Ramtane Lamamra, además de otros conflictos como el libio o el saharaui, centrarán las discusiones a unos meses de celebrarse la Cumbre de la Liga Árabe en Argel.
Tanto en Mali como en Libia, la presencia rusa incomoda a Francia, que está tratando de convencer a Argelia de que la ayude a permanecer allí integrándola en un grupo de trabajo que estaría dirigido desde París. Lo que Argelia no solo rechaza categóricamente, sino que trabaja para prevenir cualquier injerencia francesa en la región y prefiriendo la cooperación diplomática con países que no albergan ningún objetivo expansionista en África. Este es el caso de Rusia y China, que están trabajando para reducir la influencia francesa en el continente mientras forjan alianzas con los países africanos, que son cada vez más conscientes de la necesidad de liberarse de la tutela de la antigua potencia colonial.
Los diplomáticos rusos afincados en Rabat se quejan de que las autoridades marroquíes subordinan la discusión de cualquier tema al reconocimiento del supuesto carácter marroquí del Sáhara Occidental. Una actitud que acabó molestando a Moscú, que lo ve como un inaceptable chantaje permanente. La brecha continúa ensanchándose entre el régimen marroquí y el gran aliado de Argelia, que sigue con gran preocupación los acontecimientos que reinan en la región, y que amenazan directamente la seguridad e integridad territorial de Argelia, cuestión que Sergey Lavrov ha incluido en su agenda para discutir con su homólogo argelino, Ramtane Lamamra, además de otros conflictos como el libio o el saharaui, centrarán las discusiones a unos meses de celebrarse la Cumbre de la Liga Árabe en Argel.
Tanto en Mali como en Libia, la presencia rusa incomoda a Francia, que está tratando de convencer a Argelia de que la ayude a permanecer allí integrándola en un grupo de trabajo que estaría dirigido desde París. Lo que Argelia no solo rechaza categóricamente, sino que trabaja para prevenir cualquier injerencia francesa en la región y prefiriendo la cooperación diplomática con países que no albergan ningún objetivo expansionista en África. Este es el caso de Rusia y China, que están trabajando para reducir la influencia francesa en el continente mientras forjan alianzas con los países africanos, que son cada vez más conscientes de la necesidad de liberarse de la tutela de la antigua potencia colonial.
A finales de Octubre, una importante delegación saharaui fue recibida tanto en la Duma Estatal, por el Viceministro de Exteriores así como por las principales partidos de la oposición. La parte rusa reafirmó su posición invariable a favor de hallar lo antes posible una solución política aceptable para los implicados en el conflicto reconocidos internacionalmente - Marruecos y el Frente Polisario - a este conflicto de larga data sobre la base de las resoluciones pertinentes del Consejo de Seguridad de la ONU que reconocen el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui.
Los rusos, sorprendidos por los excesos de la diplomacia marroquí, no son los únicos que expresan su irritación ante la constante presión de Rabat. Tanto España, Alemania y la mayoría de los estados europeos se niegan a unirse al enfoque que intenta imponer Marruecos, que busca arrebatar su apoyo a la supuesta soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Mohamed VI, que cree haberse ganado la "amistad" de la entidad sionista, ignora que a largo plazo perderá en todos los frentes. Por entonces, Israel, ya se habrá infiltrado en todos los engranajes del Estado con la complicidad de una figura influyente, André Azoulay.
Al mismo tiempo, señalaron lo contraproducente de los pasos para predeterminar el estatus final del Sáhara Occidental, enfatizaron la necesidad de continuar los esfuerzos coordinados de la comunidad internacional para lograr una resolución sostenible y justa que satisfaga los intereses fundamentales de los pueblos del Magreb, incluida la tarea de establecer una interacción efectiva en la lucha contra los desafíos y amenazas comunes. En este contexto, expresaron su apoyo a las actividades del recientemente nombrado Enviado Personal del Secretario General de la ONU para el Sáhara Occidental, Staffan De Mistura, con quien trabajaron estrechamente durante el conflicto sirio. Más recientemente, el pasado 7 de Diciembre, De Mistura mantuvo una charla con Sergei Vershinin, Viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, donde recalcó su apoyo a reanudar las negociaciones entre las partes, algo inexplicablemente rechazado por Marruecos y que lo deja solo ante la presión de las dos potencias: Rusia y EE.UU, que exigen conversaciones inmediatas para lograr poner fin a las hostilidades.
Los rusos, sorprendidos por los excesos de la diplomacia marroquí, no son los únicos que expresan su irritación ante la constante presión de Rabat. Tanto España, Alemania y la mayoría de los estados europeos se niegan a unirse al enfoque que intenta imponer Marruecos, que busca arrebatar su apoyo a la supuesta soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Mohamed VI, que cree haberse ganado la "amistad" de la entidad sionista, ignora que a largo plazo perderá en todos los frentes. Por entonces, Israel, ya se habrá infiltrado en todos los engranajes del Estado con la complicidad de una figura influyente, André Azoulay.
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