Cómo el escándalo de corrupción del Marocgate perjudicó gravemente al Parlamento Europeo


La corrupción, entendida como la utilización del poder para obtener unos beneficios privados, ha golpeado de lleno el corazón de Europa


ECSAHARAUI 

Madrid (ECS).- Oficinas selladas con acceso restringido. Es frente a este mensaje acompañado de pegatinas de “Policía” que los eurodiputados y colaboradores del Grupo Socialista del Parlamento Europeo en Bruselas se han pasado todos los días durante dos meses. En la planta 15 y 10, precisamente, donde se encuentran las oficinas de la griega Eva Kaili, el belga Marc Tarabella y el italiano Andrea Cozzolino, todos implicados en el escándalo del Parlamento Europeo.

Sin embargo, parece evidente que en el Parlamento Europeo ha habido una clara violación de los principios de la democracia y de las leyes de la transparencia, el comercio libre y la imparcialidad de las instituciones, bases sobre las que se asientan el Estado de Derecho y el principio de igualdad de todos.

El dato indubitado es que la corrupción, entendida como la utilización del poder para obtener unos beneficios privados, ha golpeado de lleno el corazón de Europa. En Europa los eurodiputados no son inmunes a cometer semejantes fechorías y, tampoco, las instituciones comunitarias han dado con los instrumentos adecuados para impedir la comisión de tales conductas.

Al final, el tiempo nos ha dado la razón y el Parlamento Europeo ha terminado hundiéndose en la más absoluta miseria moral y política, miseria de la que no podrá evadirse escurriendo para fuera sus propias penurias.

Ira, vergüenza y miedo

En esta semana de sesión en Estrasburgo, los pasillos están vacíos. ¿Trabajas para Le Soir? pregunta un funcionario, refiriéndose al periódico belga que reveló el escándalo, que involucra a Marruecos. Una señal de que todavía estamos preocupados por lo que los periodistas quieren indagar. Ira, vergüenza, luego el miedo a que el escándalo se expande y les afecte de un modo u otro: los eurodiputados han pasado por todas las emociones desde la captura en flagrante delito del diputado griego, sospechoso de haber recibido desde Qatar maletas con cientos de miles de euros en efectivo. Un escándalo que involucra al ex eurodiputado socialista italiano, Pier Antonio Panzeri, vinculado al Marocgate.

Si bien el número de eurodiputados objeto de la investigación se mantiene contenido -tres de 705 legisladores, con un exeurodiputado y un asistente parlamentario- y no se ha producido ninguna nueva revelación sensacionalista recientemente, “está en todas las conversaciones; todos se miran preguntándose si tienen algo que esconder”, según desveló una fuente vinculada al grupo socialista.

Por suerte, las próximas elecciones europeas aún están un poco lejas, pero según funcionarios del Parlamento Europeo afirman que el escándalo saldrá a la luz.

Para el investigador francés del Cevipof (Sciences Po Paris), Olivier Costa, Qatargate o Marocgate no tendrán necesariamente un impacto en la participación en las próximas elecciones. “Otros factores entran en juego durante las elecciones pero, en términos de imagen, es catastrófico”. El Parlamento Europeo tendrá que “remar mucho tiempo” para recuperarse. Sin embargo, la institución gozaba de una “reputación bastante buena, según los sondeos de opinión”, en comparación con la Comisión o el Consejo de la UE, el órgano de gobierno.

Esta es también la opinión de la vicepresidenta del Instituto Jacques Delors, Christine Verger: es "temprano para medir el impacto del escándalo en las próximas elecciones", el escándalo da una imagen "desastrosa", con una impresión de "todo podrido". “Los corruptos están atrapados, estamos lejos de la impunidad generalizada”.

¿Ha tomado el Parlamento Europeo, en todo caso, medidas tras el escándalo? No. Varios eurodiputados señalan una gran falta de impulso. Por supuesto, la semana pasada se promulgaron medidas, como la introducción de una declaración patrimonial obligatoria al inicio y al final del mandato, el fin de los grupos informales de amistad con terceros países, la prohibición de que los ex eurodiputados vengan a presionar en los pasillos del Parlamento, o la obligación de autorización previa para los viajes pagados por terceros países.

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