Madrid, 08 Marzo de 2020.- (ECSaharaui)
Por Salem Mohamed/ECS.
Niña saharaui /foto de ACNUR
173.600 refugiados saharauis fueron censados en los campamentos el pasado 31 de diciembre de 2017, según las cifras del último informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Este total toma en consideración solo a los refugiados que residen en los campamentos Auserd, Bujdor, Dajla, El Aaiún y Smara.
El campamento de Smara tiene la mayor cantidad de refugiados, 50.700 viven allí, lo que representa el 29% de la población de refugiados saharauis en el suroeste de Argelia. Le sigue el de El Aaiún, que alberga más de 50.000 refugiados, según la misma fuente.
Después de El Aaiún, viene el campamento de Auserd (36.400 refugiados), Dajla (19.500 refugiados) y finalmente el campamento de Boujdour (que es el más pequeño), reúne a 16.500 refugiados (el 10% de la población saharaui).
"La cifra de la población es un número conservador para ser utilizado estrictamente con fines humanitarios en los campamentos", afirma ACNUR.
En general, la población se divide casi a partes iguales entre hombres y mujeres, que representan respectivamente el 51% y el 49% de los refugiados saharauis. Los niños (menores de 17 años) representan el 38% de los refugiados saharauis, mientras que los hombres adultos representan el 32% y las mujeres adultas el 30%.
8.500 refugiados son bebés menores de dos años, mientras que 12.700 refugiados tienen entre dos y cuatro años, y 24.700 refugiados tienen entre 5 y 11 años. 78.600 refugiados tienen entre 18 y 49 años, incluidas 40,000 mujeres. Los refugiados mayores de 60 años son 18.500. Se estima que el 75% de la población de refugiados es vulnerable.
Tras la invasión militar marroquí al territorio, miles de saharauis encontraron refugio en la frontera argelina con el Sáhara Occidental y permanecen ahí hasta hoy.
La vida en los campamentos
La vida en los campamentos de refugiados saharauis es extremadamente dura, la dureza del desierto y la falta de recursos se une la desesperanza, la frustración y la melancolía de todos los refugiados saharauis, cuyo único aliento es el recuerdo de su tierra perdida y sus ganas de volver a ella.
Tras el abandono del territorio del Sáhara Occidental por parte del Gobierno de España (legítimo administrador del territorio hasta el momento) en el año 1975, y su posterior ocupación por parte del Gobierno de Marruecos, los saharauis se vieron obligados a huir tras los ataques y refugiarse en una zona prestada por Argelia mientras se solucionaba el conflicto.
Esa zona es conocida como la “hamada” argelina, la mayor “hamada” del mundo. En la cultura árabe, cuando a alguien se le desea el peor de los infiernos se le envía ahí, a la hamada. Es una parte del desierto pedregoso donde se pueden llegar a alcanzar temperaturas de hasta 55º y, en contraposición, muy bajas temperaturas en invierno y por la noche. Es un territorio donde cualquier tipo de agricutura es imposible y la ganadería es muy complicada debido a la falta de pasto y de agua.
Los refugiados saharauis de los campamentos sobreviven gracias a la ayuda internacional. Las autoridades del Gobierno de la RASD (República Árabe Saharaui Democrática, autoproclamada el 27 de febrero de 1976) no disponen de presupuesto de estado, ya que en el territorio donde viven, prestado por el Gobierno de Argelia, no existe producción propia y no se recaudan impuestos (muy difícil recaudar impuesto a una población que está refugiada desde hace 40 años esperando una solución para poder volver a su tierra).
En el territorio donde sobreviven no hay trabajo, y el único existente es el generado por los propios proyectos de cooperación y de ayuda humanitaria.
La ayuda que reciben es prestada desde diferentes organismos públicos como la Unión Europea, la Agencia Española de Cooperación, el ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) o financiaciones de Comunidades Autónomas y Ayuntamientos, sobre todo españoles aunque también bastantes italianos.
Los españoles, como actual potencia administradora legal del Sáhara Occidental, según la ONU, tenemos un deber moral y ético con esta población, que durante más de 100 años compartió con nosotros su desarrollo y que son una de las pocas regiones africanas donde se conserva el español como segunda lengua.
La dignidad con la que los saharauis sobreviven a una situación tan compleja con un futuro tan incierto, es un ejemplo a seguir en un momento actual de crisis económica mundial, enseñándonos a priorizar otros valores que no son los económicos: la familia, la solidaridad, la unión de las personas.
Por Salem Mohamed/ECS.
Niña saharaui /foto de ACNUR
173.600 refugiados saharauis fueron censados en los campamentos el pasado 31 de diciembre de 2017, según las cifras del último informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Este total toma en consideración solo a los refugiados que residen en los campamentos Auserd, Bujdor, Dajla, El Aaiún y Smara.
El campamento de Smara tiene la mayor cantidad de refugiados, 50.700 viven allí, lo que representa el 29% de la población de refugiados saharauis en el suroeste de Argelia. Le sigue el de El Aaiún, que alberga más de 50.000 refugiados, según la misma fuente.
Después de El Aaiún, viene el campamento de Auserd (36.400 refugiados), Dajla (19.500 refugiados) y finalmente el campamento de Boujdour (que es el más pequeño), reúne a 16.500 refugiados (el 10% de la población saharaui).
"La cifra de la población es un número conservador para ser utilizado estrictamente con fines humanitarios en los campamentos", afirma ACNUR.
En general, la población se divide casi a partes iguales entre hombres y mujeres, que representan respectivamente el 51% y el 49% de los refugiados saharauis. Los niños (menores de 17 años) representan el 38% de los refugiados saharauis, mientras que los hombres adultos representan el 32% y las mujeres adultas el 30%.
8.500 refugiados son bebés menores de dos años, mientras que 12.700 refugiados tienen entre dos y cuatro años, y 24.700 refugiados tienen entre 5 y 11 años. 78.600 refugiados tienen entre 18 y 49 años, incluidas 40,000 mujeres. Los refugiados mayores de 60 años son 18.500. Se estima que el 75% de la población de refugiados es vulnerable.
Tras la invasión militar marroquí al territorio, miles de saharauis encontraron refugio en la frontera argelina con el Sáhara Occidental y permanecen ahí hasta hoy.
La vida en los campamentos
La vida en los campamentos de refugiados saharauis es extremadamente dura, la dureza del desierto y la falta de recursos se une la desesperanza, la frustración y la melancolía de todos los refugiados saharauis, cuyo único aliento es el recuerdo de su tierra perdida y sus ganas de volver a ella.
Tras el abandono del territorio del Sáhara Occidental por parte del Gobierno de España (legítimo administrador del territorio hasta el momento) en el año 1975, y su posterior ocupación por parte del Gobierno de Marruecos, los saharauis se vieron obligados a huir tras los ataques y refugiarse en una zona prestada por Argelia mientras se solucionaba el conflicto.
Esa zona es conocida como la “hamada” argelina, la mayor “hamada” del mundo. En la cultura árabe, cuando a alguien se le desea el peor de los infiernos se le envía ahí, a la hamada. Es una parte del desierto pedregoso donde se pueden llegar a alcanzar temperaturas de hasta 55º y, en contraposición, muy bajas temperaturas en invierno y por la noche. Es un territorio donde cualquier tipo de agricutura es imposible y la ganadería es muy complicada debido a la falta de pasto y de agua.
Los refugiados saharauis de los campamentos sobreviven gracias a la ayuda internacional. Las autoridades del Gobierno de la RASD (República Árabe Saharaui Democrática, autoproclamada el 27 de febrero de 1976) no disponen de presupuesto de estado, ya que en el territorio donde viven, prestado por el Gobierno de Argelia, no existe producción propia y no se recaudan impuestos (muy difícil recaudar impuesto a una población que está refugiada desde hace 40 años esperando una solución para poder volver a su tierra).
En el territorio donde sobreviven no hay trabajo, y el único existente es el generado por los propios proyectos de cooperación y de ayuda humanitaria.
La ayuda que reciben es prestada desde diferentes organismos públicos como la Unión Europea, la Agencia Española de Cooperación, el ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) o financiaciones de Comunidades Autónomas y Ayuntamientos, sobre todo españoles aunque también bastantes italianos.
Los españoles, como actual potencia administradora legal del Sáhara Occidental, según la ONU, tenemos un deber moral y ético con esta población, que durante más de 100 años compartió con nosotros su desarrollo y que son una de las pocas regiones africanas donde se conserva el español como segunda lengua.
La dignidad con la que los saharauis sobreviven a una situación tan compleja con un futuro tan incierto, es un ejemplo a seguir en un momento actual de crisis económica mundial, enseñándonos a priorizar otros valores que no son los económicos: la familia, la solidaridad, la unión de las personas.
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