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Los hombres, mujeres y niños del Sáhara Occidental han vivido aquí durante 40 años en una de las regiones más inhóspitas del mundo. Cuando llegaron a esta región, donde la temperatura en verano supera los 50 grados a la sombra y en invierno el frío llega a congelar, no encontraron nada más que arena. Únicamente gracias a la sólida estructura organizada y a los grandes sentimientos de solidaridad, característicos de este ,pueblo, fueron capaces de construir una sociedad organizada en este desierto.
Casi todos los veinteañeros han nacido en estos campamentos. No han tenido una gran oportunidad y muy poco a que recurrir. En primer lugar, la tasa de mortalidad ha sido muy elevada, especialmente en los niños. Pero gracias a un fuerte avance en la higiene, el pueblo Saharaui fue capaz de evitar las epidemias y controlar la alta tasa de mortalidad infantil. Como resultado de la política adoptada con la alimentación infantil, prácticamente no han habido más casos de malnutrición. La mayor atención está enfocada en la prevención por el Comité de Salud, pero el tratamiento también ha tenido importancia. En los campamentos las mujeres han sido preparadas para ser auxiliares de enfermeras y ayudar en los dispensarios, y un numero de estudiantes están siendo preparados en el extranjero para ser enfermeras o doctores.
¿Cómo se sobrevive en los campamentos de refugiados saharauis?
La temperatura en verano puede llegar a los 50 grados a la sombra y en invierno, el frío es tan duro que puede llegar a congelar cualquier cosa. Donde mires hay arena y el desierto es infinito. ¿Quieres conocer cómo se sobrevive en los campamentos saharauis asentados en esta región del planeta?
El pueblo saharaui encontró refugio en el área de Hamada de Tindouf, una de las regiones más inhóspitas del planeta, al oeste de Argelia, en la frontera de Marruecos, Mauritania y Sahara Occidental.
La vida en los campamentos de refugiados saharauis es
extremadamente dura, la dureza del desierto y la falta de recursos se
une la desesperanza, la frustración y la melancolía de todos los refugiados
saharauis, cuyo único aliento es el recuerdo de su tierra perdida y sus ganas
de volver a ella.
Tras el abandono del territorio del Sahara Occidental por parte del Gobierno de España (legítimo administrador del territorio hasta el momento) en el año 1975, y su posterior ocupación por parte del Gobierno de Marruecos, los saharauis se vieron obligados a huir tras los ataques y refugiarse en una zona prestada por Argelia mientras se solucionaba el conflicto.
Esa zona es conocida como la “hamada” argelina, la mayor “hamada” del mundo. En la cultura árabe, cuando a alguien se le desea el peor de los infiernos se le envía ahí, a la hamada. Es una parte del desierto pedregoso donde se pueden llegar a alcanzar temperaturas de hasta 55º y, en contraposición, muy bajas temperaturas en invierno y por la noche. Es un territorio donde cualquier tipo de agricutura es imposible y la ganadería es muy complicada debido a la falta de pasto y de agua.
Los refugiados saharauis de los campamentos sobreviven gracias a la ayuda internacional. Las autoridades del Gobierno de la RASD (República Árabe Saharaui Democrática, autoproclamada el 27 de febrero de 1976) no disponen de presupuesto de estado, ya que en el territorio donde viven, prestado por el Gobierno de Argelia, no existe producción propia y no se recaudan impuestos (muy difícil recaudar impuesto a una población que está refugiada desde hace 40 años esperando una solución para poder volver a su tierra). En el territorio donde sobreviven no hay trabajo, y el único existente es el generado por los propios proyectos de cooperación y de ayuda humanitaria.
Tras el abandono del territorio del Sahara Occidental por parte del Gobierno de España (legítimo administrador del territorio hasta el momento) en el año 1975, y su posterior ocupación por parte del Gobierno de Marruecos, los saharauis se vieron obligados a huir tras los ataques y refugiarse en una zona prestada por Argelia mientras se solucionaba el conflicto.
Esa zona es conocida como la “hamada” argelina, la mayor “hamada” del mundo. En la cultura árabe, cuando a alguien se le desea el peor de los infiernos se le envía ahí, a la hamada. Es una parte del desierto pedregoso donde se pueden llegar a alcanzar temperaturas de hasta 55º y, en contraposición, muy bajas temperaturas en invierno y por la noche. Es un territorio donde cualquier tipo de agricutura es imposible y la ganadería es muy complicada debido a la falta de pasto y de agua.
Los refugiados saharauis de los campamentos sobreviven gracias a la ayuda internacional. Las autoridades del Gobierno de la RASD (República Árabe Saharaui Democrática, autoproclamada el 27 de febrero de 1976) no disponen de presupuesto de estado, ya que en el territorio donde viven, prestado por el Gobierno de Argelia, no existe producción propia y no se recaudan impuestos (muy difícil recaudar impuesto a una población que está refugiada desde hace 40 años esperando una solución para poder volver a su tierra). En el territorio donde sobreviven no hay trabajo, y el único existente es el generado por los propios proyectos de cooperación y de ayuda humanitaria.
La ayuda que reciben es
prestada desde diferentes organismos públicos como la Unión Europea, la Agencia
Española de Cooperación, el ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para
los Refugiados) o financiaciones de Comunidades Autónomas y Ayuntamientos,
sobre todo españoles aunque también bastantes italianos.Los españoles, como actual
potencia administradora legal del Sáhara Occidental, según la ONU, tenemos un
deber moral y ético con esta población, que durante más de 100 años compartió
con nosotros su desarrollo y que son una de las pocas regiones africanas donde
se conserva el español como segunda lengua. La dignidad con la que los
saharauis sobreviven a una situación tan compleja con un futuro tan incierto,
es un ejemplo a seguir en un momento actual de crisis económica mundial,
enseñándonos a priorizar otros valores que no son los económicos: la familia,
la solidaridad, la unión de las personas.
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