«La mujer vasca es como la saharaui, fuerte y empoderada»

La duranguesa Hayeda El Kori asegura que en los campos de refugiados no se dan casos de violencia machista. «Nuestras madres los levantaron de la nada»

Madrid, 10 Marzo de 2020.-(ECSAHARAUI)

MANUELA DÍAZ Durango. El Correo



Hayeba se siente «cómoda» con sus coloridos velos. / M. D.


De su etapa en el Sáhara Occidental apenas tiene recuerdos. La infancia de Hayeba El Kori se dibuja en colores sepias con imágenes difusas de la guerra por el control del territorio entre el Frente Polisario saharaui, Marruecos y Mauritania que la sobrevino con apenas tres años y su posterior huida al desierto de Tinduf con su familia, dejando todo atrás. «En ese desierto inhóspito no crece nada, pero conseguimos hacer algo bueno, nuestras madres levantaron de la nada los campamentos y luego llegaron los hospitales, escuelas... está reconocido por la ACNUR como el mejor campamento de refugiados del mundo, y en esto las mujeres jugamos un papel crucial porque fuimos nosotras las que le dimos forma».

Miembro de la Liga de Mujeres Saharauis en España, lleva nueve años residiendo en Durango, pero no puede olvidar la dureza de vivir en esos campos en medio del desierto, sobreviviendo gracias a los alimentos que llegan a través de ayuda humanitaria, así como el poder del matriarcado de la sociedad saharaui. Un feminismo que la ha acompañado toda su vida y que la anima a participar cada 8 de marzo en los actos del Día de la Mujer. Este año, el evento organizado en San Sebastián por la Liga de Mujeres Saharauis en España, asociación a la que pertenece desde su creación en 2018, se ha suspendido por la recomendación sanitaria ante la epidemia del coronavirus.

Hayeba no se quedará en casa el domingo. Tomará parte en los actos que se organizan en la villa duranguesa, como también ha hecho en otras ediciones. Siempre, con su bandera saharaui y vestida con sus coloridos velos. Una «seña de identidad cultural» que asegura no quiere dejar atrás. Se siente «cómoda vistiendo la ropa» de su pueblo y le gusta que todos vean que «la mujer saharaui quiere participar en la vida social y política de su entorno».

Para Hayeba es importante romper estereotipos y dejar de ver a la mujer árabe como una mujer sumisa. Eso sí, admite que no todas tienen el mismo empoderamiento que asegura depende de cada pueblo. «En el estado saharaui, la mujer es libre». Allí, se respetan las decisiones de las mujeres y son ellas las que mantienen el discurso de una solución pacífica al conflicto, buscando el apoyo las Naciones Unidas y del Gobierno español.

El choque entre la cultura vasca y la árabe no le resultó impactante. Bien, porque a los campamentos acuden voluntarios de todos los países cada año o porque con 12 años se marchó a estudiar a Cuba. Haciendo una comparativa, afirma que «la mujer vasca es como la saharaui, fuerte y empoderada. También se jacta de que, por ello, en los campos de refugiados no se dan casos de violencia machista.

Tras su paso por Cuba, con 16, de vuelta en Tinduf, comenzó a trabajar como auxiliar de enfermería, principalmente en el departamento de ginecología. Poco después se convertía en la primera mujer que se encargó de gestionar un centro médico en los campamentos. «Hoy en día la mayoría, los llevan las mujeres». Un colectivo que está a cargo prácticamente de toda la vida social y económica. «La mujer ha convertido los asentamientos en grandes núcleos urbanos organizados y solidarios, la mujer saharaui es la columna vertebral de la sociedad», afirma.

Sin embargo, con un hijo y otra en camino, decidió poner tierra de por medio y en abril de 2004, con 32 años llegó a Euskadi. Primero a Mungia y hace nueve años a Durango. Madre de cinco hijos, ha decidido no trabajar fuera, pero trata de mantenerse activa como voluntaria en la Liga de Mujeres Saharauis y tomando parte en distintos actos de la villa.

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