'Le Figaro' se pasa de frenada y tergiversa la candente crisis social y económica en Marruecos.


Ante la precariedad de la infraestructura y los servicios de salud, recurrir a Dios sigue siendo para muchos marroquíes el único refugio. En Tánger, Tetuán (norte del país) y Fez, los residentes corearon: "¡Dios es genial, y Él es el único capaz de ayudarnos!

Por Lehbib Abdelhay/ECS

Bamako (ECS).- En un artículo publicado ayer, el diario francés de tirada internacional, Le Figaro, difundió un breve artículo que ha levantado sospechas entre los internautas que lo han calificado de infundado, y no refleja la cruda realidad en la que se encuentra el país norteafricano. Bajo título "Níger: Marruecos invertirá 3.300 millones de dólares en la capital Niamey", el rotativo afirma, citando a los responsables del Ymmy Finance Holding (YMMYHOL), un grupo propiedad del rey de Marruecos, que el reino invertirá en unos 1.824 millones de FCFA en varios proyectos industriales y de infraestructura en la capital nigeriana, Niamey.

Los proyectos que Marruecos supuestamente construirá en Níger chocan con la realidad. Marruecos, un país que alberga 35 millones de personas, está experimentando una crisis económica y social, y se espera que el crecimiento caiga a 4,6 por ciento en 2021, según datos del Banco Mundial. El desempleo sigue cerca del 38 por ciento y es particularmente alto entre los jóvenes, según informa el FMI.

Ante la precariedad de la infraestructura y los servicios de salud en Marruecos, los proyectos en cuestión, según Le Figaro, se refieren a la construcción de un complejo agroalimentario (engorde de ganado, cultivo de forrajes, matadero, procesamiento de carne, leche y avicultura), la construcción de una "ciudad nueva" con 36.960 viviendas sociales y un centro comercial en 1.050 hectáreas, según el publicó en su página web el ayuntamiento de Niamey. Los otros proyectos apuntan a crear una “ciudad inteligente” a lo largo de las orillas del río Níger, la construcción de una zona industrial (también destinada a la exportación) y la instalación de 20.000 farolas solares “made in Morocco”.

No hace falta acudir a ningún ulema para acreditar la herejía del miramamolín, basta con ver los datos de la oficina de estadísticas de la ONU o el FMI donde se refleja el número de marroquíes que han sido afectados por la crisis económica y social. Evidentemente, si no hubiera desigualdad y precariedad, no habría tantos marroquíes manifestándose por la falta de alimentos ni tampoco tantos sueltos en las calles en busca de comida en los contenedores de basura en el reino. Aún con todo eso, los ulemas marroquíes y los políticos franceses, dirán que las decisiones de Mohamed VI son ciertas. Sin embargo, el mar, las masivas manifestaciones en las calles de Marruecos y las estadísticas del Banco Mundial y el FMI lo desmienten categóricamente.

Marruecos, el "caballo de troya" de Francia.

Marruecos ha sido históricamente calificado por África como el «caballo de Troya» de Francia en el continente. En su crisis abierta con Turquía, Francia opta ahora por hacerle competencia a Ankara en el continente africano utilizando a un país con una agenda islamista (Marruecos). Turquía ha suministrado en los últimos meses armas, munición, tanques y rifles de asalto a países azotados por el terrorismo yihadista, como Somalia. Ankara ha invertido además en sectores vitales para combatir la lacra del terrorismo que asola África y que Francia, después de casi 10 años de la operación Barkhane, no ha podido erradicar del continente, y en especial de los países que París colonizó durante siglos.

En septiembre de 2017, cientos de manifestantes se concentraron en varias ciudades del África francófona y en la ciudad de París, a instancias del movimiento de emergencia panafricanista, para responder con un “no” al franco CFA (la moneda francesa utilizada por el bloque de África Occidental), que impide el desarrollo del continente. «No podemos llamarnos soberanos y depender de una moneda como el franco CFA», explicó Simon Kouka, jefe del grupo de la sociedad civil senegalesa, a la prensa en Dakar, «la soberanía implica tener su propia moneda independientemente de cualquier país». Moneda común a casi 155 millones de habitantes, el CFA es acusado por sus detractores de favorecer los intereses de Francia, ex-potencia colonial. Mientras que sus defensores enfatizan la importancia de una moneda común, el franco CFA es una de las herramientas del soft power (poder blando) francés, un as en la manga que la diplomacia de Francia protege y cuida. La CEDAO, que fue rechazada por Marruecos en su Alianza regional, se posicionó en contra de esta moneda y la definió como «un obstáculo» para el desarrollo de los países de África occidental. Resulta necesario mencionar que, de los ocho países del África occidental que usan el CFA, siete permanecen en el grupo de naciones más pobres del mundo, según la ONU.

Es destacable el caso de Malí, país del África subsahariana, región importante y apropiada para poner fin al aislamiento político y económico de Marruecos de forma segura. A pesar de no compartir fronteras naturales con Marruecos, sigue siendo una salida, aunque poco digna, para lograr los objetivos de Francia en la región.

Francia necesita a Marruecos en Níger y Malí para influir a través de la religión en las diferentes etnias y grupos religiosos, lo cual constituye un pretexto perfecto para justificar su presencia en el Sahel. Con estos intereses cruzados entre Francia y Marruecos, Rabat tuvo que enfocar en los últimos años su agenda política hacia Níger tras la llega al poder de Mohamed Bazoum. Marruecos se embarcó en una operación política por la hegemonía franco-marroquí sobre el Sahel. Las visitas oficiales de funcionarios marroquíes y francesas a Mali y Níger se intensificaron. Mohamed VI visitó Mali una vez, y Macron lo ha visitado con asiduidad, hasta el punto de realizar dos visitas en un mes. Durante la visita del inquilino del Eliseo, se formaron células de acción para presentar a la inteligencia marroquí como un actor fuerte bajo el mando del agregado militar de Marruecos en Malí, el general Mohamed Abdel-Jabbar, cuya autoridad está supeditada las órdenes del Embajador en Bamako, Hassan Al-Nassiri, y está, a su vez, sujeta al agregado militar marroquí en Ghana, Togo y Costa de Marfil.

Este papel que jugó el Reino en casi toda África ahora está en entredicho por la presencia de Turquía en países como Senegal, Malí y Níger. Al igual que Marruecos, Turquía es un país Islámico y de doctrina sunita, pero Ankara es la séptima potencia económica mundial, por lo que puede garantizar a los países pobres de África ayudas millonarias y una cooperación económica más fiable que la franco-marroquí.

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1 Comentarios

  1. so much lies in this article, go back to tindouf bunch of liers��

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