Sidi Maatala.
ECS. Rabat. | El pasado viernes Mohamed VI se dirigió a los miembros del nuevo gobierno formado por el recién electo Aziz Akhannouch, un multimillonario próximo a la familia real marroquí, a través de una videollamada les expresó sus preocupaciones y la línea que deberán seguir y de la que no es aconsejable desviarse.
Mohamed VI se centró en las ''amenazas contra el Reino'' insistiendo en dos ocasiones la necesidad de solidez en el nuevo Parlamento para afrontar los desafíos que presiden la realidad marroquí: ''les insto a centrarse en consolidar la posición de Marruecos y la defensa de sus intereses supremos, especialmente en un contexto cargado de desafíos, riesgos y amenazas" fueron sus palabras, si bien no precisa ni concreta cuáles son esos desafíos, amenazas y riesgos a los que están expuestos.
Marruecos arrastra una serie de crisis que tienen su origen en Noviembre del año pasado cuando se reanudó la guerra del Sáhara Occidental, desde entonces la diplomacia marroquí ha desarrollado lo que puede denominarse una ''receta para el aislamiento'', confrontándose contra todo aquel que no acepte su crimen internacional por el que ocupa a un país vecino. España, Alemania, Argelia, Sudáfrica, Irán, la UE y la Unión Africana fueron blanco de los berrinches diplomáticos marroquíes que no le han repercutido sino más tensiones.
En el plano social, la crisis económica derivada de la pandemia de la COVID-19 ha dado agravado la ya renqueante economía marroquí, con una deuda estatal que asciende a la misma velocidad que el paro, amenazando seriamente el tejido social. En base a ello, el rey marroquí exigió a los nuevos ministros medidas para asegurar la autosuficiencia en alimentos, suministros médicos y energéticos "para fortalecer la seguridad estratégica del país" haciendo un llamamiento al magnate presidente entrante para que ''lidere los esfuerzos nacionales'' para reducir la pobreza, elevar la cobertura sanitaria a todas las capas de la población y afianzar el crecimiento sostenido.
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