Marruecos aprovecha la situación en Ucrania para alzarse con Bucraa como alternativa al fosfato ruso: Fosfato procedente de un territorio ocupado para sancionar una ocupación


Sidi Maatala.

ECS. Madrid. | Rusia es actualmente el mayor exportador de fertilizantes del mundo, responsable del 15,1% del total de fertilizantes exportados. La fortaleza de Rusia en otros mercados también se ve reforzada por ser el segundo mayor productor de gas natural del mundo. No obstante, Occidente está siendo muy cuidadoso y comericlamente contorsionista a la hora de romper sus acuerdos con Rusia en estas materias debido al grave riesgo de recesión en el que se incurre.

La fertilización de la agricultura es una de las mayores vulnerabilidades de Europa, ya que todos los países de la UE actualmente dependen de Rusia para el 30 % de su suministro de fertilizantes. Después de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, y debido a las sanciones impuestas, era necesario reevaluar el efecto colateral sobre el suministro, principalmente porque la necesidad de fertilizantes entre tantos países todavía podría considerarse como una palanca económica, lo que le daría a Rusia más poder. En una misma situación se encuentra la geopolítica del gas. 

Y en este contexto de escasez artificial provocada por erráticas decisiones políticas, Marruecos, que posee el 70% de las reservas mundiales, -de las cuales una de las más rentables es la mina Bucraa que se encuentra en el territorio ocupado de la República Saharaui- y es uno de los cuatro principales exportadores de fertilizantes del mundo después de Rusia, China y Canadá, gracias a las reservas del Sáhara Occidental que se ha apropiado y que le supone una extracción de 4 millones de toneladas de roca fosfórica anualmente, aprovecha el momento de la creciente rusofobia occidental y el deseo de Europa de liberarse del fertilizante ruso para dar rienda suelta a sus sanciones, anunciando como objetivo para el 2026 incrementar hasta las 8,2 millones de toneladas adicionales de fertilizante, lo que ayudará a Occidente, especialmente al sector vitivinícola europeo, al brindarle otra opción para obtener fertilizantes, aunque manchados de sangre saharaui.

La compañía estatal OCP, que gestiona las tres mayores reservas marroquíes: Khouribga, Youssoufia y Ben Guerir, además de la mina saharaui de Bucraa, anunció recientemente que planea aumentar su producción de fertilizantes para el año en un 10%, una decisión que le hará colocar 1,2 millones de toneladas adicionales en el mercado mundial para finales de año. Durante el último año ha llevado a cabo grandes inversiones en el puerto y en las instalaciones de Bucraa. Desde que comenzó la ocupación en 1975, Marruecos solo ha vendido roca de fosfato en bruto. Dentro de unos años, los fosfatos también se venderán en una forma procesada más valiosa. Esta gama más amplia de productos aumentará aún más el comercio lucrativo ilegal al que algunos llaman ''fosfato ensagrentado'' debido a las brutales prácticas y pisoteo de derechos humanos que comete el régimen marroquí contra la población civil saharaui que vive en los territorios ocupados. 


Este continuo saqueo practicado por la estatal marroquí OCP viola innumerables leyes internacionales, incluso la ONU ha emitido varias resoluciones en las que define estas actividades como ilegales, y que son realizadas con la complicidad de la comunidad internacional que permite el enriquecimiento de Marruecos a través de unos recursos cuya soberanía no le pertenece, siendo los saharauis en quien debiera revertir el beneficio económico por legitimidad. 

Naturalmente, el aumento desmedido y fuera de toda regulación de la producción de fertilizantes en Marruecos, podría convertirle en la oportunidad de Occidente para compensar parte de la dependencia que el resto del mundo tiene de los recursos rusos, como hace con la pesca en aguas saharauis. Además le ofrece la oportunidad de doblegar a su mayor competidor, la rusa PhosSegún se señala, los fertilizantes marroquíes ya representan importantes cuotas de mercado en India (50 %), Brasil (40 %) y Europa (41 %). Según las fuentes, India y Brasil ya se han acercado a Marruecos para ayudar a llenar los vacíos de suministro y distanciarse de la necesidad de estar en deuda con otros mercados más dominantes. 

El informe recientemente publicado por la organización AREN desvela que el saqueo ilegal de los fosfatos saharauis experimentó un “grave aumento” en 2022, duplicando con creces las cifras del ejercicio anterior, al ascender a “470.889 toneladas frente a las 220.000 toneladas del primer trimestre de 2021” El informe indicó que la ocupación marroquí explotó la situación en Ucrania para aumentar las exportaciones de fosfato. 

Llegados a este punto cabe señalar que, implícitamente, toda empresa o multinacional, estatal o privada, que opera en el Sáhara Occidental ocupado, reproducirá la continuidad de la ocupación marroquí propiciando la represión sistemática e impune contra los saharauis, y alargando la dura estancia de unos refugiados que viven en condiciones extremas en el desierto argelino. Dichas características las hacen parte indisoluble del proceso de consolidación y legitimación de la invasión militar marroquí de la República Saharaui, así como partícipes directos en el sufrimiento del pueblo saharaui. Básicamente contribuyen a determinar el conflicto de forma unilateral mediante la lógica de la dominación, arrasando con todo tipo de derechos humanos, políticos, comerciales e internacionales. Por lo tanto, cabe preguntarse; ¿es lógico y coherente que Europa y Occidente pretendan, en términos de moralidad y ética, castigar a un supuesto invasor renunciado a sus recursos por exportaciones vendidas por un estado ocupante y procedentes del territorio que ocupa? Fosfato procedente de un territorio ocupado para sancionar una ocupación. Una esperpéntica contradicción que ejemplifica las actuales incongruencias políticas de los líderes europeos respecto a la gestión de la crisis en Ucrania.

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