Madrid (ECS).- La corrupción y el chantaje no son nada nuevo en la política marroquí como herramientas de presión sobre Europa. Una batalla con enormes intereses económicos, en la que se echa todo el potencial que tiene la diplomacia del régimen de Mohamed VI.
La justicia belga tendrá la oportunidad de arrojar luz sobre el escándalo de corrupción de Marruecos contra, de momento, los eurodiputados Antonio Panzeri, europarlamentario de 2004 a 2019, y durante dos legislaturas (2009 y 2014) miembro del Comité para las relaciones con el Magreb.
Bruselas es el centro de las instituciones europeas y por tanto de una concentración de intereses que siempre la han convertido en una ciudad objetivo del espionaje internacional. Y el hecho de que Marruecos pueda estar implicado es aún menos sorprendente después de la deportación de algunos de sus espías y tras ser acusado directamente por el Ministerio de Justicia belga.
Así lo confirma todo lo que sabemos sobre el escándalo de Pegasus, el software israelí utilizado por el rey Mohamed VI para espiar no solo a los periodistas sino también a varios dirigentes, activistas saharauis y líderes del Frente Polisario. El escándalo que estalló en julio del año pasado también apuntó a jefes de Estado de otros países, comenzando por el propio presidente francés Emmanuelle Macron.
A pesar de estos precedentes, la Unión Europea financió recientemente la adquisición de un nuevo software por parte de Marruecos para la vigilancia de la migración, sin ninguna garantía de su uso efectivo, tal y como denunció la ONG de investigación Disclose el pasado mes de julio.
Tampoco es de extrañar que el Sáhara Occidental esté en el centro de las preocupaciones de Marruecos, desde hace tiempo es tema central de su política exterior y auténtica obsesión de la monarquía que vinculó su legitimidad a la ocupación del Sáhara Occidental.
La corrupción y el chantaje son las herramientas más eficaces, y no es de hoy, de esta política. Las "invitaciones" para visitar Marruecos son innumerables y la lista de empresarios, eurodiputados y ministros es muy larga.
El chantaje está presente cada vez que Marruecos y la Unión Europea discuten acuerdos económicos o migratorios. El chantaje más sensacional de los últimos años fue el de mayo del año pasado, cuando Rabat envió a miles de sus ciudadanos a ocupar el enclave español de Ceuta para presionar a Madrid y la UE en relación al Sáhara Occidental.
Rabat amenazó con suspender todas las relaciones con Europa si el Parlamento aprobaba una moción de condena de los hechos ocurridos en Ceuta (entre los firmantes también se encontraba Cozzolino). Luego se aprobó la moción. El chantaje dio sus frutos con España: el gobierno de Madrid, unos meses después, reconoció los reclamos de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, renunciando a apoyar los intentos de la ONU para resolver el conflicto.
En cuanto a la Unión Europea, la disputa se refiere no sólo a la violación de los derechos humanos por parte del régimen en Marruecos y en el Sáhara Occidental, sino sobre todo a los acuerdos comerciales.
Marruecos afirma que el Sáhara Occidental está incluido en estos acuerdos. El Parlamento Europeo ha tenido una actitud vacilante, la Comisión en cambio mantiene el punto de vista de Rabat, mientras el Tribunal General y el Tribunal de Justicia de la UE siguen considerando ilegítima esta inclusión porque viola el derecho internacional y las resoluciones del Consejo de Seguridad.
Es en esta batalla de enormes intereses económicos donde está metida toda la potencia de fuego que tiene Rabat.
El misterioso perfil de Twitter que apareció en octubre de 2014 y el digital Maroc-Leaks, que parece un WikiLeaks marroquí y que tantos interrogantes plantea, llevan varios días publicando reconstrucciones de la estrategia diplomática marroquí, a través de documentos y cartas secretas sobre diversos asuntos dentro de la UE.
La verdadera cuestión es cómo reaccionarán las instituciones europeas ante este escándalo y, sobre todo, si seguirán sufriendo los chantajes de Rabat y si, bajo la apariencia de intereses mutuos, seguirán ignorando sus constantes violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional.
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