● El New York Times halaga a Pablo Iglesias tras los debates electorales.
Madrid, 27 abril de 2019. -(El Confidencial Saharaui).
Por Hatab ABE/ECS.
Pablo Iglesias junto a Garzón/ agencias |
A un día de los comicios electorales y de ejercer nuestro derecho en las urnas, los aspirantes a La Moncloa han agotado todas sus armas y en la última recta de la campaña electoral es hora de recabar un análisis del panorama político en este país.
Finalizaban esta semana dos debates con gran impacto mediático, que tras la previa y fallida maniobra de Sánchez, nos dejaban a voluntad y merced de poder ya confiarles nuestra representación, de severa importancia. 2019 es un año electoral con comicios municipales, autonómicos y europeos el 26 de mayo y elecciones generales el 28 de abril, es decir, los españoles van a decidir todos sus diputados y senadores para los próximos cuatro años de legislatura. Una decisión de enorme envergadura y una tarea ardua para todos, la de decantarse por la opción política a la altura de las circunstancias.
"España: estás en problemas" rezaba un titular de tirada internacional, como el NY Times, en un artículo en el que se expone una dura crítica hacia los líderes: socialista y presidente Pedro Sánchez, Rivera y el máximo exponente actual del aznarismo, Pablo Casado tras la finalización de los dos grandes eventos que, en teoría, iban a servir a nuestros dirigentes para proyectar sus propuestas para la próxima legislatura.
Con duras palabras cargaba, especialmente, un periodista español al título de "un conjunto de partidos políticos dirigido por un trío de jovenzuelos inmaduros incapaces de demostrar, en dos debates consecutivos, que pueden discutir sobre el futuro de 47 millones de personas sin embarcarse en una pelea de patio escolar." De este modo, el periodista español Diego Fonseca, carga, con especial hincapié, por los temas que no se debatieron como la educación y las vecinas elecciones al Parlamento Europeo.
Cabe destacar que tras los dos debates, el nivel político español invita a la más sabia y paciente reflexión. España atraviesa una crisis económica desde el 2008 que a día de hoy aún no se ha conseguido paliar con políticas eficaces. Si a esto se le suma el gran reto territorial en forma de crisis y confrontaciones nacidas de una gestión nefasta del conservacionismo español, tenemos un proyecto para las elecciones sin futuro ni liderazgo, y por lo tanto, inconsistente frente a los retos nacionales y de cara a Europa.
A estas alturas, cabe mencionar al candidato que ha salido ileso del debate, como "el único hombre maduro", según apunta Fonseca. Y es que el líder de la formación morada mantuvo un discurso de profesional y que, en un momento del debate de Atresmedia, el presidente Sánchez llegó a tomar como ejemplo. Pablo Iglesias, con su partido Podemos, demostró tener capacidad de mira y de habla, algo que asombra siendo el aspirante con menos posibilidades para estar en la presidencia.
Terminada la campaña política, más similar al rodaje de una telenovela, ahora toca ponerse serios y hablar de lo que tanto gustan sus profesionales y poco demuestran. En unos comicios donde se espera al mandato un gobierno de coalición, conviene recordar qué necesitan los españoles. En diciembre se vaticinaba una victoria de la ultraderecha en Andalucía, propiciada, entre otras cosas, por el auge del partido de Santiago Abascal, a manos de la propia "derecha tradicional" y con un discurso llano y directo que cala en esta sociedad, sin olvidar sus fundamentos enterrados en el posrégimen del 78 y sus continuadas prácticas de sesgo ideológico para ganar votos.
Queda por aclarar que el trío de jovenzuelos inmaduros aboga por una política única: privatizar hasta no parar. Privatizar la educación, sanidad, acabar con las pensiones, aumentar los impuestos y, en definitiva, gobernar para la élite putrefacta y no identificada con este país. En el otro seno ideológico tenemos a la formación que ha sido rechazada y difamada en este país debido a su discurso antiestablishment.
Este lunes, los españoles habrán de observar el fruto de sus cartas en las urnas y, terminada la campaña y todos los eventos que otorgan más protagonismo mediático a los partidos de derechas, queda en el aire preguntarse si en estos momentos en los que España parece empeñada en tirar por la borda algunos principios básicos de la democracia liberal, no habría nada más arriesgado que dar carta de naturaleza a un poder corrupto y arraigado al pasado. Nuestra democracia ha sufrido un retroceso importante en estos años y hoy se sitúa en las posiciones más bajas en Europa occidental.
Cabe destacar que tras los dos debates, el nivel político español invita a la más sabia y paciente reflexión. España atraviesa una crisis económica desde el 2008 que a día de hoy aún no se ha conseguido paliar con políticas eficaces. Si a esto se le suma el gran reto territorial en forma de crisis y confrontaciones nacidas de una gestión nefasta del conservacionismo español, tenemos un proyecto para las elecciones sin futuro ni liderazgo, y por lo tanto, inconsistente frente a los retos nacionales y de cara a Europa.
A estas alturas, cabe mencionar al candidato que ha salido ileso del debate, como "el único hombre maduro", según apunta Fonseca. Y es que el líder de la formación morada mantuvo un discurso de profesional y que, en un momento del debate de Atresmedia, el presidente Sánchez llegó a tomar como ejemplo. Pablo Iglesias, con su partido Podemos, demostró tener capacidad de mira y de habla, algo que asombra siendo el aspirante con menos posibilidades para estar en la presidencia.
Terminada la campaña política, más similar al rodaje de una telenovela, ahora toca ponerse serios y hablar de lo que tanto gustan sus profesionales y poco demuestran. En unos comicios donde se espera al mandato un gobierno de coalición, conviene recordar qué necesitan los españoles. En diciembre se vaticinaba una victoria de la ultraderecha en Andalucía, propiciada, entre otras cosas, por el auge del partido de Santiago Abascal, a manos de la propia "derecha tradicional" y con un discurso llano y directo que cala en esta sociedad, sin olvidar sus fundamentos enterrados en el posrégimen del 78 y sus continuadas prácticas de sesgo ideológico para ganar votos.
Queda por aclarar que el trío de jovenzuelos inmaduros aboga por una política única: privatizar hasta no parar. Privatizar la educación, sanidad, acabar con las pensiones, aumentar los impuestos y, en definitiva, gobernar para la élite putrefacta y no identificada con este país. En el otro seno ideológico tenemos a la formación que ha sido rechazada y difamada en este país debido a su discurso antiestablishment.
Este lunes, los españoles habrán de observar el fruto de sus cartas en las urnas y, terminada la campaña y todos los eventos que otorgan más protagonismo mediático a los partidos de derechas, queda en el aire preguntarse si en estos momentos en los que España parece empeñada en tirar por la borda algunos principios básicos de la democracia liberal, no habría nada más arriesgado que dar carta de naturaleza a un poder corrupto y arraigado al pasado. Nuestra democracia ha sufrido un retroceso importante en estos años y hoy se sitúa en las posiciones más bajas en Europa occidental.