Sáhara Occidental: Mujeres jóvenes desminadoras arriesgan sus vidas para limpiar de minas y explosivos el territorio saharaui liberado

Madrid, 09 Septiembre de 2020. -(ECSAHARAUI)






Por Lehbib Abdelhay/ECS



Mujeres jóvenes desminadoras arriesgan sus vidas para limpiar de ...
Mujer desminadora del Sahara Occidental/Agencias

El Sáhara Occidental es uno de los territorios más minados del mundo. A pesar del alto el fuego de 1991 firmado entre el Frente Polisario y Marruecos, la mayoría de los saharauis aún permanecen en los campos de refugiados en Argelia porque es demasiado peligroso vivir allí. Ahora, algunas jóvenes valientes se han encargado de limpiar sus tierras ancestrales de minas terrestres para que su gente pueda regresar.






En medio del desierto del Sáhara, estas mujeres saharauis caminan entre la arena envueltas en pesados chalecos azules. Las chicas llevan sus cabezas cubiertas por un turbante y su cara protegida por una máscara de plástico. Alrededor de su cintura, unos artilugios pitan cada vez que se topan con algún objeto metálico.







Antes de comenzar su trabajo, estas mujeres no tenían ni idea de que hubiese tantas minas bajo sus pies. Sus piernas se mueven dentro de un endeble rectángulo amarillo, que es parte de su equipamiento. Todo acontece en la máxima lentitud. Exploran el territorio con movimientos prudentes que recuerdan los discretos pasos de un puma.




El Sáhara Occidental es una tierra plagada de minas y artefactos explosivos que los marroquíes esconden bajo tierra para atentar contra los saharauis. Se estima que hay más diez millones de minas y explosivos, según la ONU. Cada año mueren entre 10 a 20 personas civiles a causa de estas minas.







El territorio saharaui está dividido por un muro militar marroquí de más de 2700 Km. de longitud, fue construido por el régimen de Hassan II de Marruecos a partir de 1983, con el objetivo de poner fuera del alcance de sus legítimos propietarios (pueblo saharaui), el territorio saharaui invadido por Marruecos con la ayuda económica y militar de Estados Unidos, desde 1974.


Este gran muro está compuesto por un conjunto de ocho muros defensivos de una longitud superior a 2720 km aproximadamente, el mismo fue construido por Marruecos con la ayuda de expertos israelíes y asistencia de Arabia Saudita.

El muro, plagado de minas antipersona desde principio a fin, divide el Sahara Occidental en dos partes, una, ocupada por Marruecos, donde se encuentran todas las riquezas del país (banco pesquero, minas de fosfatos, reservas de hidrocarburos … ect), y otra, en manos del Frente Polisario, donde sólo hay desierto y restos de guerra.

Es un terraplén construido de arena, piedra y alambre de espino y controlado por más de 160 mil soldados marroquíes- uno de los más largos del mundo- está totalmente plagado de minas antipersonales y atraviesa el territorio de la antigua colonia española prácticamente de norte a sur.

El Ejército de Marruecos controla los dos tercios occidentales del Sáhara y la franja superior septentrional, mientras que el Frente Polisario domina el lado oriental, fronterizo con Argelia y Mauritania.

En el sector de El Mahbes, una ONG española ha depositado simbólicamente flores de papel y de tela con el mensaje: «Plantemos flores en lugar de minas».

Desde el alto el fuego, más de 300 personas han muerto o han resultado heridas por la explosión de minas y bombas de racimo», dice Aziz Haidar, presidente de una ONG saharaui de víctimas de minas, que advierte de que «la lluvia arrastra las minas a zonas consideradas como seguras».

Las minas complican mucho la vida a los nómadas saharauis al haber dividido el muro sus zonas de trashumancia y de abastecimiento de agua, a lo que se suma, según varios testimonios, la muerte de miles de camellos en los últimos años a causa de los explosivos.

Las víctimas de minas lo son también de dos silencios. El del horror tras las explosiones y el quiebre de sus vidas, y el del silenciamiento de su situación. Se calcula que en el desierto del Sahara, que es una de las zonas con más minas y bombas de racimo del mundo, se han producido más de 4.000 víctimas, entre muertos y heridos, desde el inicio del conflicto en 1975. 


La mayoría de los casos se han dado tras la firma del alto el fuego en 1991, debido a que las minas permanecen en una gran extensión escondidas, amenazando la vida de la gente. Es decir, la guerra continúa por estos medios contra la población civil, mujeres, niños y niñas, hombres adultos que viven en el desierto con sus rebaños. Siguen siendo víctima del miedo, las explosiones y el quiebre de sus proyectos de vida.

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