Por Maria MP/ECS
Empiezan a quedar solo mujeres, ancianos y niños. Ya se ven menos coches de un lado para otro.
Las risas, el jaleo y la algarabía de los niños ha quedado sustituida por los llantos de los ancianos que ansían ir a luchar, por las madres alentando a sus hijos a ir a la batalla aún a sabiendas de que puede que no los vuelvan a ver, por las despedidas de los hijos abrazando a sus padres, sin ser aún conscientes del todo que papá va a una guerra, sí, tal cual, para que ellos algún día puedan ser libres.
Llega el vacío, la incertidumbre, el miedo...
Llega la lucha, la armada, la que no querían, la culminación de una resistencia pacífica que ya duraba demasiado tiempo, el resultado de una suma nefasta, porque si juntas tiempo, más desesperación, más abandono... El alma no es capaz de resistir tanta impasibilidad.
Hoy el corazón se me hace añicos, y resuenan entre sus trozos las canciones cantadas en la jaima por la noche, las historias y las leyendas; no encuentro el calor del sol recorriéndome la piel y apenas me iluminan el alma las estrellas que desde el primer día me enamoraron.
La cicatriz me llora de rabia, de impotencia pero sobre todo no deja de decirme: "no hemos hecho lo suficiente".
Porque yo sí vi las sonrisas en los ojos, la alegría pese a todo, el amor y la esperanza de la paz, porque yo sé que en sus manos, en sus almas y en su piel seguía existiendo la fe de volver a su patria en paz, pero el mundo y sobre todo el silencio les ha robado la esperanza, y de alguna manera también nos la ha robado a los que caminamos a su lado. ¡Sáhara Libre!
0 Comentarios