Por Sidi Maatala/ECS-Agencias.
En un artículo de opinión publicado el pasado domingo en el prestigiodo periódico estadounideense, Wall Street Journal, el yerno de Donald Trump y antiguo asesor principal, Jared Kushner, describió cómo sus "esfuerzoa" diplomáticos provocaron un "terremoto geopolítico" en Oriente Medio. Sin embrago Kushner consideró que sus esfuerzos trajeron la "paz" a la región (...).
"Están floreciendo nuevas relaciones amistosas", dijo Kushner, señalando la posibles apertura de vuelos directos entre Marruecos y Tel Aviv. El arquitecto del plan de paz de Trump -el infame "Acuerdo del Siglo"- también dijo que "estamos asistiendo a los últimos vestigios de lo que se ha conocido como el conflicto árabe-israelí.". Kushner no tiene reparos en economizar la verdad en su artículo. Tampoco le preocupa alimentar con unas cuantas mentiras más la maquinaria de hasbara -propaganda israelí-. Su intención sigue siendo engañar a su público.
Las afirmaciones de Kushner de que los Acuerdos de Abraham son un elaborado "acuerdo de paz" fue desmentida por Lora Vonderhaar, del Centro de Estudios de Seguridad de la Universidad de Georgetown. "[Son un] acuerdo de paz sólo de nombre", dijo, ".Porque ni Israel y Bahrein ni Israel y los EAU, han estado en guerra entre sí".
"Es poco probable que este acuerdo cree la paz en Oriente Medio o en el norte de Africa, como pregona el presidente Trump", escribió Alexandra Konn para la Organización para la Paz Mundial. "Para algunos, no es más que un acuerdo de armas".
Los Acuerdos de Abraham se han impuesto a los pueblos de la región. Así lo demuestra la represión contra quienes se han opuesto al acuerdo de normalización por parte de los regímenes autoritarios en la cama con Estados Unidos.
El artículo de Kushner citaba el llamamiento de Trump durante su visita de 2017 a Arabia Saudí para que "los países de mayoría musulmana erradiquen la ideología extremista." Omitió señalar que se trataba de un eufemismo para luchar contra la principal religión de Oriente Medio, así como contra la cultura local, los derechos humanos, los predicadores, los científicos, los empresarios e incluso el activismo pacífico y la resistencia contra la brutal ocupación militar de Israel. El "extremismo" de la pareja estadounidense excluye a los fanáticos colonos israelíes que colonizan las tierras palestinas protegidos por los soldados del Estado de apartheid de Israel.
El gran "pacificador" de Kushner no mencionó a los encerrados sin cargos en las cárceles saudíes, marroquíes o de Israel. No mencionó el asesinato por parte del régimen saudí del periodista del Washington Post Jamal Khashoggi, la detención y desaparición forzada de palestinos y saharauis a manos de fuerzas de ocupación. Tampoco mencionó los crímenes de guerra saudíes en Yemen. Sólo consideró oportuno decir que el régimen de Riad "ha hecho progresos significativos en la lucha contra el extremismo". Su silencio le hace cómplice de las violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional por parte de Arabia Saudí y otros regímenes como el de Marruecos, EAU o Bahrein.
El secretario de Estado de Biden, Antony Blinken, ha alabado los esfuerzos y logros de Trump. "Las iniciativas que llevaron a los países a dar pasos para normalizar las relaciones con Israel fueron algo muy bueno y algo sobre lo que queremos construir", ha dicho. Blinken ha puesto así en evidencia la hipocresía de EE.UU. al planear construir la política de la actual administración en Oriente Medio y el norte de Africa sobre la base de mentiras y propaganda pro-israelí, tal y como propuso un novato político y ávido partidario de la ocupación israelí, Jared Kushner.
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