Día Mundial de la Libertad de Prensa | Torturas, cárcel, malos tratos y acoso, así viven los periodistas en el Sáhara Occidental.


El Sáhara Occidental, Siria y Yemen, los lugares más peligrosos para los periodistas. 

Madrid - ECS | Torturas, detenciones, malos tratos, persecuciones, acoso, hostigamientos, calumnias, difamaciones, sabotajes tecnológicos y abultadas penas de cárcel en condiciones deplorables, constituyen el día a día de los periodistas en el Sáhara Occidental.

Marruecos, el pais ocupante del Sáhara Occidental, presiona judicialmente a los periodistas, a los que se imponen severas penas, según denuncia la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF) en su último informe “La libertad de prensa en el mundo en 2020. 

En la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2020 contenida en el informe Marruecos ocupa el puesto 136 de 180, habiendo perdido tres respecto al año anterior. 

RSF dice que es “un pequeño progreso” que se explica por la creación de un Consejo de Prensa, tras la eliminación del Ministerio de Comunicación, aunque esto no ha contribuido a crear un ambiente de trabajo más propicio para los periodistas y los medios de comunicación.

Marruecos registró el “mayor desgaste” (puesto 136) en la libertad de prensa, de acuerdo al ranking mundial presentado hoy por Reporteros Sin Fronteras (RSF). Aunque en general Europa y América (Norte, Centro y Sur) siguen siendo los continentes más favorables a la práctica libre del periodismo, el norte de Africa, y en especial Marruecos, sufrió un deterioro terrible, pues descendió en la clasificación está en el puesto 136 mucho por debajo de países como Afganistan que ha sido clasificado en el puesto 122 del ranking mundial en la libertad de prensa.

El Reino retrocede tres posiciones (136) y entra en la zona roja, calificada como “difícil”. La presión judicial sobre los periodistas y activistas, los juicios políticos, las campañas de difamación y las falsas acusaciones de orden sexuals se han convertido en la marca de fábrica del régimen de Mohamed VI, su Palacio (Majzén) y su círculo cercano.



El mundo árabe ocupa el último lugar en el ránking. 

El mundo árabe sigue rechazando el derecho de libertad de expresión a los periodistas. La oposición y el contra poder son prohibidos. Muchos periodistas se encuentran amenazados, intimidados, presos y hasta asesinados, y eso por decir su opinión o comentar la realidad de manera diferente a la del estado que quiere imponer su versión y lectura de los hechos. “Los políticos acusan a los opositores y periodistas de terroristas. Los cargos contra la mayoría de los periodistas detenidos no son reales”. “Sabemos todo por qué encarcelamos a los periodistas en el mundo árabe”, afirma defensores de derechos humanos.

Efectivamente, la realidad de los periodistas y los medios de comunicación independientes en el tercer mundo no es nada bella. Los estudios y encuestas mundiales muestran que los países árabes son los peores en materia de libertad de prensa. La pandemia de la Covid-19 fue una ocasión de oro a los políticos árabes para reprimir a los periodistas. “los estados árabes continúan sus políticas represión para silenciar a los opositores e impedir a la prensa expresar libremente”, noto la Organización de Amnistía Internacional, en octubre del año pasado.

Según estadísticas, Túnez es el país árabe musulmán que respecta más la libertad de expresión y de prensa con sus instituciones. Arabia Saudí, Marruecos y Siria ocupan el último lugar en la materia. Según los estudios que realizó Reporteros sin fronteras; la Organización no gubernamental que defiende la libertad de prensa, de periodistas y de sus fuentes de información en 2021, “los países árabes figuran, como siempre, en los últimos lugares del ranking mundial de la libertad de expresión y de prensa.

Los países árabes son la parte del mundo donde los periodistas se sienten menos protegidos. “Hay 12 países, entre ellos, Marruecos, Egipto, Baréin, Yemen, Arabia Saudí y Siria”; confirma la misma ONG y BBC árabe.

Bessma Mustapha, periodista egipcia declara: “Me han convocado tres veces para mi trabajo periodístico”. “Ahora, me veo forzada a dejar mi país”. Dana Jibril; periodista bahraini, piensa que: “Ahora en Bahréin, escribir sobre cuestiones sensibles está casi prohibido. El poder político pasa únicamente su versión de los hechos. No acepta otras lecturas”. Otra periodista libanesa pregunta por su colega; “Lokman Slim, periodista y opositor libanes que se encuentra asesinado, el pasado febrero, por su profesión y militantismo” “Hasta el día de hoy, desconocemos a los actores de este acto criminal”, dicen sus colegas que denuncian los crímenes contra los periodistas. Lamentan que la vida y el destino de los periodistas en los países árabes dependen a menudo del humor de los políticos.

Por otra parte, la situación en los países del golfo no es tan similar a los países del Magreb. Estos últimos tienen un margen de libertad de expresión y de prensa importante en comparación con los países de la península árabiga. “Eso, no significa que la libertad de prensa está garantizada”, denuncia un periodista marroquí. “La situación de los periodistas en los países del norte de áfrica no es ideal”, añade. Las líneas rojas son marcadas. Muchos periodistas están presos y amenazados por sus opiniones.

Al final, el caso de Jamel Khashoggi; periodista y opositor al régimen saudí, sigue el mejor de los ejemplos que demuestra la realidad que amenaza a los profesionales de la prensa en el mundo árabe.

Panorama global

En general, RSF señaló que la profesión periodística sufre “graves impedimentos” u “obstáculos” en el 73% de los 180 Estados analizados. A la cola del ranking mundial, China (177), que “sigue llevando a niveles sin precedentes la censura, la vigilancia y la propaganda en internet”, se mantiene estable delante de “los peores países totalitarios”: Turkmenistán (178), Corea del Norte (179) y Eritrea (180, último puesto), según RSF.

Además, la pandemia de COVID-19 representó una “forma de oportunidad para algunos Estados que restringieron la libertad de prensa”, indicó a la AFP el secretario general de RSF, Christophe Deloire.

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