Redacción
Madrid (ECS). - El día 5 de septiembre de 2001 el Pleno del Parlamento Europeo aprobó una resolución histórica donde denunciaba la existencia de una red de espionaje de las comunicaciones operada por Estados Unidos, el Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Su denuncia cayó en saco roto apenas seis días después. El 11 de septiembre, Al Qaeda atentó contra los Estados Unidos.
Todos los países de la UE se unieron a la guerra contra el terrorismo promovida por George W. Bush y, para luchar contra el terror, “Echelon” se convertía en un arma esencial.
Al concluir la Segunda Guerra Mundial, EEUU y el Reino Unido firmaron un tratado altamente secreto conocido como pacto UKUSA (United Kingdom-United States of America). A este acuerdo, rubricado en 1948 y oculto hasta 1999, se unieron Canadá, Australia y Nueva Zelanda como países “terceros”. Los Estados Unidos y el Reino Unido ya contaban con una larga trayectoria de cooperación en materia militar y de espionaje que durante la Segunda Guerra Mundial se afianzó hasta el punto de compartir ambos países los éxitos criptográficos logrados al desenmascarar, entre otras, la clave de los nazis en la máquina “Enigma” o la japonesa “Púrpura”. Con la firma de aquel pacto de posguerra lo único que hicieron EEUU y el Reino Unido fue perpetuar su acuerdo total de colaboración ante la nueva era que se iniciaba: la Guerra Fría.
Durante los años 50 y 60, los países firmantes del pacto UKUSA aprovecharon el potencial militar de espionaje de señales puesto en marcha antes de la Segunda Guerra Mundial y lo siguieron explotando para vigilar al enemigo soviético y sus aliados del Pacto de Varsovia. Grandes antenas de Alta Frecuencia para escuchar comunicaciones por radio, junto a diversos artilugios tecnológicos para interceptar los cables submarinos, sirvieron a estas naciones para escuchar a la URSS, así como para vigilar el potencial armamentístico nuclear ruso y de sus países satélite.
Echelon nace en los años 70
Sin embargo, las comunicaciones avanzaron y en la década de los setenta se lanzaron los primeros satélites comerciales destinados a las comunicaciones civiles. Fue entonces cuando nació la llamada red espía “Echelon”. Varias naciones habían coordinado sus esfuerzos para lanzar los primeros satélites Intelsat, a los que seguirían otras redes como Inmarsat, Eutelsat, Arabsat, etcétera. Diversos autores que han investigado este caso durante los últimos años ya han demostrado que, cada vez que se lanzaba un nuevo satélite Intelsat, los países del tratado UKUSA respondían instalando una nueva antena parabólica gigante en una de sus bases de espionaje para interceptar sus emisiones.
El sistema “Echelon” se equipó con ordenadores a los que se dotó de un programa denominado “Diccionario”, que servía para seleccionar los mensajes interceptados en función de diversas palabras clave, algo bastante similar al funcionamiento de los buscadores de Internet. Para los países del tratado UKUSA era necesario poner en marcha un sistema automatizado que agilizara el trabajo a sus empleados y aminorase los costes del programa de espionaje global.
Hasta ese momento, criptólogos militares, traductores y analistas trabajaban en decenas de bases por toda la Tierra para interceptar, criptoanalizar, traducir y producir informes de inteligencia para las autoridades de los países anglosajones. Pero la burocracia, junto al aumento de las comunicaciones, hacía imposible mantener un sistema manual por más tiempo y se decidió implantar uno automatizado que desbrozara la ingente cantidad de mensajes interceptados y seleccionara sólo aquellos que pudieran ser interesantes para los analistas.
Con el avance de la tecnología también se fueron implantando mejoras en el programa “Echelon”, que actualmente permite a los países del tratado UKUSA operar sus bases de espionaje vía satélite prácticamente por control remoto. Es el caso, por ejemplo, de la base neozelandesa de Waihopai, como desveló el escritor Nicky Hager en su libro Secret Power, de reciente publicación en Nueva Zelanda. Así pues, sólo desde unas cuantas bases espía se puede controlar el flujo de información interceptada y clasificada por programas de Inteligencia Artificial. Actualmente, analistas y técnicos dominan desde muy pocas bases un trabajo altamente automatizado que antes tenían que desarrollar centenares de especialistas en cada puesto de interceptación. Las bases principales del sistema “Echelon” se encuentran en la sede de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) en Fort George Meade (Maryland, EEUU) y en la base británica de Menwith Hill (al norte del condado de Yorkshire, Inglaterra).
Echelon-USSS, la parte y el todo
En realidad, el nombre “Echelon” sólo designaría a la sección del espionaje de señales (Sigint, Signals Intelligence) dedicada a interceptar las comunicaciones vía satélite. Sin embargo, la literatura actual y los documentos del Parlamento Europeo identifican la parte con el todo, y así denominan “Echelon” a toda la red de espionaje, que en realidad se llama Sistema de Espionaje de Señales de los Estados Unidos (United States Sigint Sistem; USSS). Bajo las siglas USSS se engloban la poderosa Agencia Nacional de Seguridad (NSA) norteamericana, varios departamentos de la CIA y áreas de la Armada y la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. A la misma operativa se unen los países integrantes del acuerdo UKUSA. El Reino Unido, como contraparte de los Estados Unidos, vinculó al GCHQ (Government Communications Headquarters), su agencia Sigint, en esta red. Asimismo, las agencias de inteligencia de Canadá, Australia y Nueva Zelanda también están integradas en el mismo sistema, usan los mismos protocolos y colaboran diariamente en las actividades de interceptación, procesado y análisis de la información.
Se ha dicho de “Echelon” (entendiendo que los autores se están refiriendo a la red del USSS y sus aliados) que sería capaz de interceptar todas las comunicaciones mundiales, aunque no hay pruebas veraces que así lo demuestren. Sí se ha demostrado que los Estados Unidos, junto a sus países aliados, pueden interceptar todas las comunicaciones por satélite, buena parte de las que se realizan por cables submarinos y una importante cantidad del tráfico de Internet. Se insinúa también que son capaces de interceptar los cables submarinos de fibra óptica, aunque esto sólo es posible si se tiene acceso a los puntos donde salen a la superficie o en aquellos lugares en los que se instalan amplificadores para potenciar la señal antes de volver a introducirla en el cable para que siga su camino. Así pues, cualquier fax o llamada telefónica internacional, videoconferencia o correo electrónico que pase por un nodo de comunicaciones “pinchado” por una de estas agencias de inteligencia de señales, es susceptible de ser interceptado.
Los Estados Unidos han desclasificado recientemente varios documentos en los que reconocen la existencia de “Echelon”. Otros países integrantes de la red de espionaje global han reconocido públicamente su vinculación al tratado UKUSA. El Parlamento Europeo, en su histórica resolución del 5 de septiembre de 2001, dijo que ya no puede caberle duda a nadie sobre la existencia de “Echelon”, o como quiera que se llame esta red. La Eurocámara recomendó a los ciudadanos cifrar sus comunicaciones para evitar este espionaje. Asimismo, pidió a los Estados miembros de la UE que promovieran acciones para impedirlo.
Desde el 26 de marzo de 2002, el Ministerio de Ciencia y Tecnología español recomienda oficialmente a los ciudadanos que cifren sus correos electrónicos. La Constitución española reconoce la inviolabilidad de las comunicaciones como un derecho fundamental.
NOTA: Esta entrada se publicó en el blog de la biblioteca de Traducción y Documentación de la Universidad de Salamanca Universo Abierto.
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