Por Saaduha Mohamed/ECS
Madrid (ECS). - El 10 de octubre de 2010, a 12 km de El Aaiún, un grupo de ciudadanos saharauis instalaron la primera jaima en la localidad de Gdeim Izik en protesta pacífica por la vulneración de los derechos humanos y contra las condiciones políticas, económicas y sociales que padecían en los Territorios Ocupados. Poco a poco, miles de saharauis se sumaron a la protesta aumentando el Campamento en 25.000 personas y 8.000 jaimas. Todo ello a pesar de las prohibiciones y bloqueos de las fuerzas de ocupación marroquíes que rodeaban al Campamento.
Lo que empezó como una manifestación contra la persistente violación de los DDHH terminó convirtiéndose en una reivindicación por la libertad del pueblo saharaui.
La paz apenas duró tres semanas ante la estricta vigilancia del ejército marroquí. En la madrugada del 8 de noviembre las fuerzas militares marroquíes invadieron y destruyeron violentamente el Campamento ante la indefensión de los allí presentes.
Tras su desmantelamiento, se procedió a la detención arbitraria de cientos de saharauis que fueron procesados en juicios farsas y condenados, siendo encarcelados 25 de ellos. Nuevamente, la MINURSO (Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental) hizo gala de su ineficacia y complicidad, permaneciendo en silencio frente al asedio y la amenaza a la población civil saharaui.
La llama de Gdeim Izik no se ha apagado.
Ha prendido en muchos ciudadanos. Supuso una nueva era. Ha revelado la voluntad de los pueblos y la ceguera de la Comunidad internacional. El pueblo saharaui se enfrentó, no solo contra las fuerzas marroquíes que arrasaron su Campamento, sino, principalmente, contra la mentira que quiso mancillarlo. Once años después, los saharauis siguen denunciando aquel suceso atroz y exigen a la Comunidad Internacional poner fin a la ocupación ilegal del Sáhara Occidental y no contribuir a ella con su silencio e hipocresía.
0 Comentarios