Ali Mohamed.
ECS. Washington. | Anthony J. Blinken es el 71° secretario de Estado de los EE.UU, fue elegido por el presidente Biden con el objetivo de reincorporar EE.UU a las alianzas que se rompieron después de cuatro años de una política exterior patriótica basada en el United States first. Una vez confirmado por el Senado como titular del poderoso Departamento de Estado, Blinken fue encomendado con la tarea más compleja de la Administración Biden; revertir el enfoque de confrontación diplomática adoptado por la administración Trump.
Lo definen como un centrista con alma de intervencionista, Blinken fue aprobado por una votación de 78 a 22, una señal de que los senadores estaban ansiosos por superar el enfoque diplomático de confrontación de la administración Trump.
"Blinken es la persona adecuada para asegurar las prerrogativas de Estados Unidos en el escenario mundial", dijo el senador demócrata Chuck Schumer. "Esta es la persona adecuada para el trabajo", afirmó el senador republicano Jim Risch, miembro del Comité de Relaciones Exteriores.
Blinken, de 58 años, heredó un Departamento de Estado que, según dijo, había sufrido de baja moral y una reducción del capital humano de aproximadamente 1.000 empleados menos a diferencia de cuando dejó el cargo de subsecretario a principios de 2017. Durante una sesión en el Senado, Blinken subrayó sus planes para asegurar la diversidad cultural en el cuerpo diplomático, asegurando que serán "una medida significativa de si tuve éxito o fracasé, sin importar cuánto tiempo esté en el cargo".
Más allá de las fronteras de su nación, será su capacidad para unir aliados escépticos y manejar una variedad de adversarios lo que será la verdadera prueba de su influencia. Su papel central en los errores que cometió el presidente Barack Obama en Siria, Irak y Libia también siguen siendo un punto de apoyo para sus críticos y una losa gigante que arrastra con él.
A este hecho, cabe recordar las palabras que le dedicó el senador republicano Rand Paul, culpándolo por llevar a los Estados Unidos a los conflictos en Libia en 2011 y Siria en 2014, ''que han alimentado el caos y la inestabilidad regional.'' Añadiendo que ''cuando tuvimos la administración Obama, con Blinken y otros intervencionistas militares, tuvimos más guerra''.
En una de las decisiones políticas más reveladoras de su horizonte diplomático, Blinken ya describió su voluntad de reunirse con otras potencias mundiales en un acuerdo de 2015 para limitar el programa nuclear de Irán, del que se retiró la administración Trump en 2018. Prometió una línea más dura contra Rusia de la que el presidente Donald Trump adoptó, y anunció que revisará la política estadounidense hacia Corea del Norte, que describió como ''un problema que no ha mejorado; de hecho, ha empeorado.''
En el mismo sentido, Blinken tiene la intención de mantener un tono más duro que Trump contra China, una estrategia general que la administración Biden utilizará para enfrentarse a Beijing y competir contra los chinos en África, Europa y la región del Indo-Pacífico.
Respecto a la ola de normalizaciones con Israel bajo los Acuerdos de Abraham, acuerdos que la administración Trump ayudó a negociar para que Israel estableciera relaciones con Baréin, Marruecos, Sudán y los Emiratos Árabes Unidos, como "algo bueno". Sin embargo, dijo que algunos de los incentivos que se ofrecieron a los cuatro estados para mejorar los lazos con Israel merecían "una mirada atenta". Entre ellos se encuentran los beneficios otorgados y que desafían las normas internacionales como el reconocimiento de la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, un territorio no autónomo desde 1963 y ocupado por Marruecos desde 1975.
Algunas de las políticas que Blinken está revisando ahora son decisiones que se emitieron en los últimos días de la administración Trump, como la supuesta soberanía marroquí sobre partes del territorio saharaui, y fueron "claramente diseñadas para complicar a Biden'' dijo Anne W. Patterson, una ex diplomática de carrera, agregando que ''Blinken tiene que revertir algunos de estos beneficios'' dijo Patterson, conocida embajadora durante las administraciones de Obama y George W. Bush, así como subsecretaria de estado para la política de Oriente Medio de 2013 a 2017.
Cabe destacar que siempre que fue preguntado por esta soberanía otorgada a través de una red social y no votada en el Congreso, Blinken fue alejándose poco a poco para enseñarle a Marruecos que no iba a recibir apoyo diplomático como en el pasado, especialmente tras los continuados reportes de violaciones de derechos humanos básicos y la falta de libertad que asola al país norteafricano, con especial preocupación en las ciudades saharauis que ocupan las FAR marroquíes.
Ahora, tras 11 de meses en el que las autoridades marroquíes se regodeaban con el supuesto reconocimiento de soberanía elevado a declaración oficial, EE.UU acaba de dar un revés a las peticiones que le trasladó el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Nasser Bourita, durante una visita inesperada en Washington el pasado 23 de noviembre tras regresar precisamente de África.
Con la reanudación del conflicto armado desde que Rabat violara el alto el fuego hace casi un año en la zona de El Guerguerat, se libra una batalla en la que el Frente Polisario no dará marcha atrás. Un año de guerra ha bastado para que Marruecos asoma la cabeza (obligado) para las futuras negociaciones.
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