Ahmed Zain.
ECS. Madrid. | Francia, cuya presencia se disputa en la región, debe lidiar con un nuevo actor clave: la empresa rusa Wagner. En África, Moscú está cambiando las reglas de juego imponiendo su hegemonía.
El ejército francés no vio venir un rayo...hasta el 27 de noviembre de 2021, cuando le fue imposible escapar de la ira de la multitud en Téra, en el oeste de Níger. Decididos a impedir el paso de un convoy de la operación Barkhane --que ya había sido bloqueado por la población unos días antes en Burkina Faso--, los manifestantes bloquearon el paso a los vehículos, levantaron barricadas con neumáticos y luego les prendieron fuego bajo una pancarta que decía "Abajo Francia". El asalto duró cinco horas y se cobró la vida de tres manifestantes. Una descarga para París, que no le augura nada bueno en el Norte de África para 2022.
"Estuvimos al borde del desastre", admite preocupado un alto funcionario. Al igual que los ejércitos locales que entrena y acompaña en el frente, Barkhane demuestra ser incapaz de contener la progresión de la amenaza. En 2021, el número de ataques terroristas batió un triste récord en la región. Y sigue creciendo la rebelión popular respecto a la presencia tricolor en el Sahel.
El año también terminó con una lamentable noticia: la llegada a Malí de paramilitares rusos de la empresa Wagner, controlada remotamente por el Kremlin y conocida por sus abusos en la vecina República Centroafricana. A pesar de las advertencias de sus socios occidentales, las autoridades de transición, en el poder desde el golpe de agosto de 2020, aparentemente han llegado a un acuerdo con los barbouzes de Putin. "Este despliegue (que Bamako niega)) corre el riesgo de desestabilizar aún más el país. El peor escenario se vuelve probable, es decir, el colapso del estado de Malí, que facilitaría el contagio del cáncer yihadista en los países vecinos", advierte Michael Shurkin, analista de la consultora 14 North Strategies, especializada en el Sahel.
El pasado 23 de diciembre, quince países del Viejo Continente, incluida Francia, emitieron una declaración conjunta condenando el despliegue de Wagner en África. Este documento reafirma el compromiso europeo contra los grupos terroristas. "Pero también enmascara una cierta impotencia de París, según el analista Michael Shurkin. Porque Francia se ve obligada a transgredir la línea roja que se había fijado". En septiembre, el ministro de las Fuerzas Armadas había juzgado efectivamente la presencia de Wagner como "incompatible con Barkhane", dando a entender que sus soldados podían irse antes de retirarse. "Tenemos la opción: dejar el campo libre a los rusos o aceptar la competencia", justificó un oficial francés. ¿Hasta dónde será posible esta convivencia? Ésta pregunta será respondida en unos meses.
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