Algunos apuntes sobre la visita del Enviado de la ONU para el Sáhara Occidental a los campamentos saharauis.

Salem Abdelhay.

ECS. Bir Lehlu. | Este fin de semana, el Enviado de la ONU para el Sáhara Occidental, Staffan De Mistura, ha llegado a los campamentos de refugiados saharauis cuya población fue empujada a la guerra por la organización que representa este individuo. Mientras De Mistura iniciaba su recorrido en la sede del gobierno saharaui en el exilio, a unos 90Km aproximadamente resonaban los bombardeos saharauis en la región de Mahbes dirigidos a concentraciones de las fuerzas de ocupación marroquíes. 

Procedente de reunirse con miembros del régimen marroquí ventrilocuados por Mohamed VI, que le insistieron en el ''Sáhara marroquí'' y en la negación de la guerra al momento que por sus mentes rondaba el título de su cargo y la razón de su visita, que no es otra sino precisamente la reanudación de la guerra y el escenario resultante, que ha supuesto un verdadero maremágnum para la diplomacia marroquí, saliendo amargamente debilitada tras una inmadura rabieta diplomática sin precedentes por la que no obtuvo victoria alguna.

Los saharauis no pasan por alto que De Mistura personifica la impotencia y fracaso de los esfuerzos internacionales en descolonizar el Sáhara Occidental y tuvo que registrar la decepción de las autoridades saharauis por la vía diplomática liderada por la ONU y el apoyo unánime de la población saharaui a la continuación de la lucha armada. No en vano, un Frente POLISARIO harto de diplomacia declaratoria y de las vacilaciones macabras del Consejo de Seguridad, mostró, a pesar de todo, su disposición abierta a cooperar por enésima vez para lograr una solución pacífica que prevea el referéndum para el pueblo del Sáhara Occidental, un Territorio No Autónomo inscrito desde 1963 en la agenda de descolonización de la ONU, pero que vive bajo una brutal ocupación militar marroquí desde 1975 sin posibilidad de defenderse ni de ser protegido humanitariamente ante el inexplicable veto de Francia en el Consejo de Seguridad de la ONU y el silencio de Cruz Roja Internacional, que incumple sus principios respecto a la protección de civiles en tiempos de guerra. 

El Enviado de la ONU al Sáhara Occidental hubo de comprobar con perspicacia diplomática el contraste entre las voluntades mostradas por las partes implicadas en aras de la conclusión pacífica y acorde al derecho internacional del conflicto. Mientras Marruecos mantenía su intransigencia con el Plan de Autonomía que amenaza la existencia del pueblo e identidad saharaui al presuponer una soberanía que no tiene sobre el Sáhara Occidental, el Frente POLISARIO no dejó de recordar sus propuestas que tienen como eje los derechos de los saharauis, incluso ofreció acuerdos económicos y securitarios privilegiados con Marruecos.

Staffan De Mistura, también tuvo que cerciorarse qué país piensa en el beneficio, desarrollo y seguridad del Magreb y el Norte de África, y quién actúa en detrimento de estos objetivos regionales guiado por el beneficio propio y arrollando con los principios del derecho internacional. Del mismo modo pudo verificar qué estado se preocupa por unas relaciones futuras saludables y amistosas con sus vecinos fronterizos, y quien se ha erigido como una fuente de tensiones a través del chantaje migratorio, económico y la ruptura de relaciones con Argelia.

Finalmente, el Enviado onusiano ya se habrá dado cuenta tras su primera visita a los campamentos de refugiados saharauis que la continuación del conflicto del Sáhara Occidental es, sobre todas las cosas, un espantoso recordatorio de la violación persistente de una norma fundamental del derecho internacional, así como el nivel de responsabilidad que recae en el Consejo de Seguridad de la ONU. 

Frente a narrativas distintas, hay una realidad única sobre el terreno que Staffan De Mistura no dejará de recordar y trasladar a sus superiores y al Consejo de Seguridad de la ONU, menester de anotar también las vergonzosas contradicciones del llamado ''Grupo de Amigos del Sáhara Occidental'' formado por Francia, EE.UU, España, Reino Unido y Rusia, que mientras apoyan la aplicación de las resoluciones de la ONU que exigen el derecho de autodeterminación para el pueblo saharaui, ponen obstáculos objetivos a cualquier avance a favor de los saharauis en materia de derechos humanos, soberanía sobre sus recursos naturales, junto a una política exterior que propicia sin disimulo alguno la prolongación de la ocupación marroquí. Conviene mejor cambiar el nombre a ''Grupo de Amigos de la Guerra del Sáhara Occidental'', más preciso y conforme a su actitud.

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