El enfrentamiento no es opción para un régimen que vincula la ocupación del Sáhara Occidental a su existencia.

Por Salem Mohamed - OPINIÓN 

Madrid (ECS).- La ruptura del alto el fuego (tras la violación marroquí) el pasado Noviembre de 2020 tras una espera de casi tres décadas para celebrarse lo acordado por las partes, tuvo un impacto significativo en la política exterior marroquí, que inició un desgaste diplomático que tuvo dos efectos: el primero de ellos es, contrariamente a sus intereses, la internacionalización del conflicto y ocupación del Sáhara Occidental, y en segundo lugar puso sobre la mesa la inoperancia de las Naciones Unidas para solucionar el contencioso y la impunidad de la que gozaba y sigue gozando el régimen marroquí para intentar imponer un hecho que no se da en el mundo desde 1945, a saber; la anexión de territorios por la fuerza, causa de innumerables guerras y derramamientos de sangre.

En un mundo dominado por patrones neoliberales que se aprovechan de la ocupación militar marroquí para esquilmar económica, financiera, comercial y energéticamente los recursos naturales del Sáhara Occidental, razón esencial de la permanencia marroquí en el territorio, el Frente Polisario dió en la diana y tras más de una década de encarnizada batalla jurídica, logró que el TJUE prohibiera, en dos ocasiones, la comercialización con productos y recursos del Sáhara Occidental, considerándolo un país distinto y diferente a Marruecos. En paralelo, diplomacia saharaui, desmontó de forma sorpresiva el Plan de Autonomía manifestado por Marruecos a la ONU en 2007, presentando una contrapropuesta en el despacho del entonces Secretario General, Ban Ki-moon, justamente un día antes de que lo hiciera el representante marroquí, y declarando posteriormente a los medios en referencia a la propuesta marroquí que ''No podemos negociar sobre la base de renunciar a nuestro derecho a la independencia. Ni es base para una solución ni es base para una negociación.'' Dando así por muerto, desde que se anunció, el pseudo Plan de Autonomía. 

Pero años después, esperar que la inercia de los hechos políticos traiga consigo una victoria no es una buena receta si estás lidiando una guerra de liberación que depende en gran parte de tu actitud. Todos los países son víctimas de las coyunturas políticas, en mayor o menor medida, y todos reconfiguran su acción política en función de cuanto les afecte a no, sin dejar evidentemente llevarse por la opinión pública al existir otros factores que determinan el escenario. En el caso del conflicto del Sáhara Occidental hay una parte que por una variable estática (legalidad internacional) está indudablemente condicionada a salir victoriosa, este es el Frente Polisario y la RASD, ahora bien, hay otras variables no estáticas como la situación política, económica, regional y global que escapan del control de las partes en conflicto, y sobre las cuales se montan la diplomacia marroquí y la saharaui, ésta última en menor medida, para intentar virar la situación a su favor. Es este contexto sobre el cual Marruecos ha desarrollado sus tácticas dilatorias para alargar la invasión del territorio, lo que revela por otro lado que sabe que tiene la partida perdida y solo trata de ganar tiempo. Si bien la incapacidad saharaui tiene gran culpa el no ser sujeto del derecho internacional por falta de reconocimiento internacional, que otorga amplias relaciones con todos los países del mundo y la participación en foros y organizaciones mundiales donde poder defender tu posición e intereses. 

Aún así no es razón para condenar a todo un pueblo ni excusa para no batallar, pues el ejemplo de grandes líderes políticos saharauis echa por tierra la necesidad crucial de dicho reconocimiento aunque sí supone una palanca importante. Dicho lo cual, estamos ante un inflamado Norte de África dominado por la ecuación de las consecuencias pandémicas y la reconfiguración de bloques y alianzas geoestratégicas, así como la reordenación del Magreb. EE.UU ha dejado claro por activa y por pasiva que no apoya la decisión de Trump de otorgar la supuesta soberanía marroquí a un territorio ocupado, asimismo, muestra deseos de regresar al multilateralismo, el respeto a los derechos humanos, el fin de la lucha contra el terrorismo y se está acercando cuidadosamente a esta región norteña, valorando positivamente las potencialidades diplomáticas argelinas por su penetración pacífica en distintos conflictos liderando soluciones basadas en la estabilidad. Como dato relevante, EE.UU apoyó el referéndum en el Sáhara Occidental desde la década de los noventa hasta 2001, y esto se refleja a través de los esfuerzos de su Secretario de Estado, James Baker III, quien logró la firma del Plan de Arreglo y desbloqueó el problema del censo. Aún más, Bujari Ahmed, representante del Polisario en la ONU hasta su muerte, reveló que durante una reunión con miembros del Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU les preguntó si tenían algo en contra del establecimiento de un estado saharaui, a lo que le respondieron que si lo tuvieran no hubiesen votado a favor de un referéndum de autodeterminación. Posteriormente, llegó el año 2001 en el que EE.UU inició la guerra contra el terrorismo que Marruecos utilizó para ganarse el apoyo americano en detrimento de la causa saharaui. Veinte años después la lucha contra el terrorismo se ha acabado y Joe Biden no promete apoyo diplomático a Marruecos como se ha demostrado tanto en la reunión del Consejo de Seguridad del pasado Abril sobre el Sáhara Occidental como en los meses posteriores, evitando ratificar la declaración de Trump. Es una ventana de oportunidad que el Frente Polisario debería aprovechar; prueba de ello es que cuenta con amplios apoyos en comisiones clave del Senado norteamericano (Jim Inhofe y Patrick Leahy entre otros). En relación a esto, se prevé que Marruecos modifique su actitud hacia las energías verdes para ganar apoyos y mantener su ocupación. Sangre saharaui a cambio de energía limpia.

Del mismo modo, España, víctima de su errónea interpretación de la política de vecindad ''estamos condenados a entendernos'', se somete a las exigencias de su vecino marroquí, a veces incluso perdiendo su soberanía y autonomía decisoria, como se plasma en la falsa denuncia judicial contra Brahim Ghali por genocidio, que a pesar de que ha sido archivada bajo justificación más que plausible, la justicia española sigue alargando el tema para satisfacción del régimen marroquí que solo busca ruido mediático. Tampoco se entiende el acercamiento del Frente Polisario hacia Unidas Podemos desde el 2018 y más recientemente, Asamblea Vistalegre IV, partido gobernante en coalición con PSOE, pues no ha hecho absolutamente nada por encauzar el conflicto del que es responsable su país, ni siquiera denunciar las violaciones de derechos humanos, ni mencionarlo en el Congreso, ni campañas solidarias, como mucho, algún tuit simbólico. En cualquier caso y en honor a la verdad, sí es cierto que los eurodiputados de Podemos defienden la causa saharaui en el Parlamento Europeo pero lamentablemente la política exterior de un país está muy separada de las exigencias de sus eurodiputados. Igualmente, los recientes contactos mantenidos con el gremio hortofrutícola europeo al hilo de que Marruecos viola los términos del acuerdo de asociación UE-Marruecos afectando directamente a los intereses de producción y venta del sector europeo, uniéndose para denunciar al régimen marroquí, carecen de todo fundamente básicamente porque los saharauis buscamos el cumplimiento de la legalidad internacional y la descolonización del Sáhara Occidental, mientras que el gremio hortofrutícola europeo busca proteger el comercio de sus representados, luego son intereses diametralmente opuestos, sin mencionar el grave hecho de que varias empresas y comercios europeos representados por el susodicho gremio se benefician de las frutas y verduras que provienen ilegalmente de los territorios ocupados. España ha dado suficientes indicios de estar del lado marroquí. Para entenderlo mejor, por la misma razón la actividad política del Frente Polisario en Francia es prácticamente nula por ser uno de los mayores aliados de la ocupación marroquí. Los acercamientos de este tipo al país ibérico solo se entienden en términos de sadomasoquismo. Para esclarecer aún más, el gobierno español de PSOE-Unidas Podemos destacó el pasado Febrero en una carta que no son potencia administradora del Sáhara Occidental y no reconocen a la RASD.

Entre la espada y la pared.

Teniendo todo esto en cuenta, la guerra del Sáhara Occidental se encuentra ante importantes fechas y sucesos que determinarán indudablemente la posterior evolución de las hostilidades armadas entre el Frente Polisario y Marruecos. Argelia ha cortado sus relaciones con Marruecos tras 33 años, aumentando significativamente el aislamiento sobre el país alauí. Brahim Ghali regresó a sus funciones presidenciales en septiembre de 2021 tras una estancia en Argelia y España tratándose de Covid. El pasado 30 de Octubre de 2021 se reunió el Consejo de Seguridad para debatir sobre la ampliación de la misión de la MINURSO, asimismo, un mes después, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea emitió la sentencia definitiva, a favor del Frente Polisario, sobre la extensión ilegal del acuerdo comercial UE-Marruecos a los territorios saharauis ocupados que permite el saqueo de los recursos naturales. El Frente Polisario se encuentra silenciado y paralizado ante una de las coyunturas políticas más favorables a la causa saharaui. Como cualquier seguidor del conflicto saharaui habrá notado, tanto la ONU como la decisión de TJUE han incidido extraordinariamente en la trayectoria del conflicto en estos últimos años; las continuas ampliaciones de la MINURSO han acabado por ser meras extensiones técnicas del conflicto al igual que la pasividad del TJUE, extensiones técnicas del saqueo desmedido, por lo tanto, son momentos idóneos para intensificar la batalla en todas sus ramificaciones, aumentar la presión ya existente sobre el régimen marroquí y llegar con posición de fuerza a cualquier negociación futura, lo que viene a ser básicamente mostrar músculo. Recuérdese que el enfrentamiento no es opción para un régimen que vincula la ocupación a su existencia y considera enemigo a todo aquel que exija el derecho de autodeterminación para el pueblo saharaui como dicta la legalidad internacional, es puramente un acto de supervivencia. Por lo tanto, ¿qué no estará dispuesto a hacer Marruecos para proteger sus puntos débiles? Una estrategia saharaui que amenace los objetivos de la economía de la colonización hará tambalear los elementos de defensa colectiva de Marruecos y debilitará a la propia monarquía, para ello será necesario conjugar la acción jurídica y militar, que en este sentido es tan esencial como ineludible.

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