La realidad de la Cumbre UE-África y las ilusiones de Rabat.

Mohamed Bujari.

ECS. Madrid. | Mañana, el Presidente de la República Saharaui y Secretario General del Frente POLISARIO, Brahim Ghali, viajará a Bruselas, la capital política de Europa, para participar en la Sexta Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Africana y la Unión Europea.

Cabe recordar que el presidente Ghali participó en la quinta cumbre de la entre las dos organizaciones, celebrada en Abiyán, capital de Costa de Marfil, a finales de 2017, apenas 9 meses después de que Marruecos se uniera a la Unión Africana el 31 de enero de 2017.

La Cumbre en la capital marfileña contó con la presencia del presidente saharaui junto al rey de Marruecos, que se vio obligado a pasar por detrás del sillón del presidente saharaui cuando quería incorporarse al stage del Reino de Marruecos en el salón de actos. A la misma asistieron la mayoría de los jefes de Estado de las dos organizaciones continentales, especialmente el presidente francés, cuya diplomacia intentó durante meses impedir la participación de la República Saharaui, y fue justamente lo que impulsó al Consejo Ejecutivo de la Unión Africana a tomar una decisión contundente el 16 de octubre de 2017, mediante la cual emitió un ultimátum final amenazando con cancelar la Cumbre o trasladar su sede en caso de obstaculizar la participación de un miembro de la Unión, especialmente cuando se trata de la República Saharaui, miembro fundador de la Unión Africana.

La diplomacia francesa, que en su momento fracasó en lograr una posición europea unificada en apoyo de sus intereses, instó a adoptar la fórmula seguida desde la Cumbre de El Cairo en 2000 con el objetivo de celebrarla bajo el nombre de “Unión Europea-África” tras darse cuenta de que el clima geopolítico en el continente ha cambiado completamente la dirección del progreso de África, que toma rumbo hacia una mayor liberación de las garras de la política neocolonial.

La Asociación en su forma anterior bajo la bandera de la Unión Europea - África fue un instrumento de hegemonía y explotación y una clara maniobra política para excluir e ignorar a la Organización para la Unidad Africana, ya que permitió a los europeos, especialmente a los países que fueron potencias coloniales, tener derecho de veto con respecto a la participación en cumbres bajo el título “Asociación con África“ y todo porque la Organización para la Unidad Africana incluía muchos países que obtuvieron su independencia a través de la lucha armada y otros que están tratando de completar su independencia restaurando su soberanía sobre sus recursos y tierras que aún están en manos de las antiguas potencias coloniales, cual es el caso de la República Saharaui.

La visión colonial que sigue caracterizando el comportamiento de algunos miembros de la Unión Europea, especialmente Francia, en su relación con África, ha sido superada por la conciencia de los africanos con el imperativo de adherirse a su destino común y la necesidad de defender sus intereses como continente y como organización que representa las aspiraciones de sus pueblos. La Unión Africana ha ocupado el lugar que le corresponde entre las organizaciones internacionales y continentales en el marco de un profundo renacimiento que Francia y sus agentes, encabezados por el estado ocupante marroquí, todavía están tratando de obstruir y posponer su realización y su independencia.

De todo lo anterior, se desprende que la participación del Presidente de la República Saharaui, Brahim Ghali, en las Cumbres de la Asociación, hoy en Bruselas, ayer en Abiyán, y mañana en futuras capitales, simboliza con toda su fuerza la lucha de la República Saharaui y su pueblo, que reanudó la lucha armada el 13 de noviembre de 2020, y que actualmente lidera este renacimiento africano, que hace que la soberanía, el respeto a las fronteras internacionales, la prevención de la adquisición de territorios ajenos por la fuerza y ​​el cumplimiento de las normas del derecho internacional sus pilares y cimientos que deben cumplirse para garantizar la paz y la seguridad internacionales.

La conclusión más importante sobre este tema es que el estado saharaui es una realidad nacional, continental e internacional.

Los escandalosos y vergonzosos trueques en los que se basa para legitimar su ocupación, tras el fracaso del proyecto de anexión que siguió durante casi cinco décadas, se evaporarán por su dependencia de cálculos completamente erróneos que no son más que ilusiones de un régimen cuyas decisiones son controladas por imprudentes, que aún después de 20 años se encuentran en la etapa de la espera, sin ninguna victoria definitiva, ya que desconocen por completo el curso de la historia y la voluntad de los pueblos.

Así, tanto si el rey ocupante participó en la cumbre de Bruselas, como se vio obligado a hacerlo en Abiyán, como si Marruecos redujo su presencia, y aunque estuvo completamente ausente de la cumbre, los responsables del régimen alauita en el Lejano Magreb (Francia) deben saber que ha de ser ​​consciente y comprenda lo que entendió y concluyó Hassan II antes que ellos, que es que la paz exige el fin de la ocupación y pasar página a la agresión y el expansionismo.

Continuar con la ilusión, inevitablemente hará estragos en el régimen alauita de Marruecos si persiste con su enfoque actual, porque internamente representa pobreza, ignorancia y totalitarismo, y externamente encarna soberanía robada y dignidad disminuida.

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