Un Nuevo Aniversario de la proclamación de la República Árabe Saharaui, perspectivas del conflicto.

El 27 de febrero de 1976, horas antes que expirara la presencia española en el Sahara, en un caserío conocido como Bir Lehlú, el Consejo Nacional Saharaui proclamaba el establecimiento de la República Árabe Saharaui Democrática. 

Por: Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director de Diario El Minuto para Argentina 

Buenos Aires (ECS).- En la última parte de la Declaración señala: “En este momento histórico en que se proclama la constitución de esta nueva República, pide a sus hermanos y a todos los países del mundo el RECONOCIMIENTO de esta nueva nación, a la vez que manifiesta expresamente su deseo de establecer relaciones recíprocas basadas en la amistad, la cooperación y en la no injerencia en los asuntos internos.

La Republica Árabe Saharaui Democrática pide a la comunidad internacional, cuyas metas son el establecimiento del derecho y la justicia en aras de reforzar los pilares de la paz y de la seguridad mundiales: Que colabore en la construcción y en el desarrollo de este nuevo país para garantizar en ella dignidad, la prosperidad y las aspiraciones de la persona humana.” La proclamación fue realizada en un contexto de ilegalidad internacional. España, había claudicado a los reclamos infundados de Marruecos y Mauritania, y contrario al dictamen de la Corte Internacional de La Haya, cedió la “administración” del territorio sin consentimiento de sus habitantes. Las promesas del gobierno español de defender los derechos de los saharauis, cayeron en saco roto. De la noche a la mañana, los saharauis considerado españoles de pleno derecho y parte de una provincia hispánica, ahora eran abandonados a su propia suerte.

En aquellos días la invasión marroquí era un hecho concreto, fuerzas del POLISARIO luchaban abiertamente. La violencia perpetrada por parte de los invasores contra la población civil ocasionó el éxodo de la mitad de la población hacia el desierto. Las duras condiciones de la zona junto con los bombardeos y ataques marroquíes ocasionaron importantes pérdidas entre la población civil. Quedarán grabados en el inconsciente colectivo saharaui los nombres de Tifariti, Guelta Zemmur y Um Dreiga como símbolos de dichos crímenes de guerra ante la población indefensa.

La joven República tuvo como su primer presidente al legendario El Uali Mustafá Sayed de 27 años. El 4 de marzo de 1976, cuando España había hecho ya las maletas, formó el primer gobierno nacional.  Escasos de tropas y armamento, los saharauis tuvieron que enfrentar a miles de soldados invasores con armamento superior y el respaldo político de potencias como Estados Unidos y Francia. El flamante primer presidente saharaui, lideró la resistencia y llevó a cabo las bases de lo que fue una guerra de características únicas. El Uali Mustafá Sayed perdió la vida combatiendo en 1977 contra tropas mauritanas.

En aquellos momentos el liderazgo saharaui movilizó todos sus recursos humanos para la guerra. Era evidente que las potencias ocupantes querían borrar del mapa cualquier recuerdo de la identidad saharaui. Son cambiados nombres de localidades y los derechos de los saharauis son directamente anulados. Ni siquiera son respetados los Acuerdos de Madrid que consideraba  mantener una asamblea saharaui.

La guerra costó miles de vidas, devorando la juventud de los contendientes. Mauritania, quebrada económicamente, estaba a las puertas de un desastre militar, se retiró de la guerra en 1980. Marruecos estaba en una situación realmente difícil, dado que los gastos militares ponían en riesgo la estabilidad política y económica del país.

Cientos de millones de dólares que podrían haber ido a parar a escuelas, agua potable, salud y mejoras sociales, se invertían en una aventura militar, que respondía a los intereses de la camarilla gobernante en Marruecos y sus socios internacionales. La ayuda militar de Francia, y posteriormente de Estados Unidos, evitó que Rabat tuviera que arrojar la toalla. En 1991, vino la ansiada paz para las partes, con el Plan de Arreglo de Naciones Unidas.

En aquellos tiempos de guerra y revolución, el gobierno saharaui concentró su esfuerzo en obtener  reconocimientos internacionales, destacándose el caso de la Organización de la Unidad Africana, que incorporó a la República Saharaui o RASD como estado miembro. En el mundo unas ochenta naciones reconocieron a la RASD como estado, incluyendo a numerosos países de América Latina, donde fueron abiertas embajadas (México, Cuba, Panamá, Uruguay, Nicaragua,  Venezuela). En el  frente interno, la RASD concentró su esfuerzo en mejoras sanitarias – donde la ayuda cubana fue vital – alfabetización (es el Estado con mayor índice de alfabetización de África, además de tener más de 20.000 hispanoparlantes) y en derribar el tribalismo, un mal endémico en África. La mujer tuvo un gran papel, a diferencia de otros regímenes árabes, a tal punto que la Unión Nacional de Mujeres saharauis, es una organización de masas del Frente POLISARIO con su gravitación correspondiente en la conducción política, e incluso, las mujeres tuvieron su papel como combatientes.

Un Plan de Paz destinado fracaso

En 1991 llegó el Plan de Arreglo, comenzaron las acciones destinadas a llevar a cabo el referéndum de autodeterminación.  Marruecos, con total impunidad manipuló dicho censo y terminó en la nada.  No obstante haberse logrado relevar a más de 80.000 electores. Como dijo el ex funcionario de la MINURSO, Frank Ruddy, Rabat se comportó como un gángster, obstaculizó el proceso de paz como este funcionario denunció ante el Congreso de Estados Unidos, a sabiendas que perdería en el referéndum, incluso con votantes impuestos por Rabat, ciudadanos marroquíes que incluso veían con buenos ojos vivir en un estado separado de Rabat.

Mientras que la monarquía alauí  gastaba millones en lobbies, los muros defensivos con 100.000 soldados, Marruecos seguía siendo un país subdesarrollado  con elevados niveles de pobreza, desempleo, llevando a miles a emigrar a países árabes como a la Unión Europea.

El régimen marroquí, por medio de su lobby, logró comprar voluntades para garantizar impunidad e impedir que la MINURSO tuviera facultades de monitoreo de derechos humanos. Un hecho llamativo, dado que las misiones de paz de Naciones Unidas, cuentan con duchas facultades, lo que ha permitido a la comunidad internacional hacer frente a muchos abusos, incluso llevar al banquillo de los acusados a los responsables. Gracias al apoyo de Francia, con su poder de veto en el Consejo de Seguridad, ha garantizado la impunidad de los atropellos de Marruecos en las zonas ocupadas, donde los saharauis viven en un verdadero estado de apartheid.

La represión política y cultural, ha tenido como saldo numerosas víctimas, muchas de ellas desaparecidas, durante los años negros del reinado de Hassan II.  En las zonas ocupadas se vive bajo un verdadero estado policial, donde los saharauis les está vedado la formación de organizaciones sindicales, de derechos humanos, y menos de hablar de independencia, cuando esto ha sido reconocido expresamente por el derecho internacional. 

El brutal desmantelamiento del Campamento de Gdeim Izik, en 2010, donde aglutinó nada menos que al 10% de la población saharaui de los territorios ocupados.  En este 2022, activistas de aquel campamento de protesta serán juzgados por un tribunal militar, en un escándalo juicio, nulo por múltiples motivos, entre ellos, que es una corte que está fuera del territorio donde ocurrieron los hechos y por ende carece de competencia. El Sahara Occidental, es un territorio ocupado, sus habitantes, tienen derecho a la resistencia. Asimismo, vemos también otro gtavísimom hecho, el caso de la activista Sultana Jaya, que ha sido objeto de maltratos, torturas y violencia de todo tipo por las fuerzas de ocupación. A pesar del clamor de activistas de derechos humanos, el mundo mira hacia otro lado, entre ellos los países paladines de los derechos humanos, como Francia…

El Plan de Arreglo ante los obstáculos impuestos por Marruecos, con el aval explícito de Francia, y tolerado de alguna manera por Estados Unidos y España, la potencia administradora “ausente”, permitió que el estado de “No Paz – No guerra” se prolongara por tres décadas.  Los agravios al pueblo saharaui continuaron, como las restricciones para reunificación familiar de los saharauis de un lado y otro lado del “muro” construido por Marruecos. ACNUR implementó un programa que ha tenido un alcance limitado, donde algunos saharauis pudieron ver a sus familiares después de décadas.  Las propuestas de autonomía, propuestos por James Baker II, llevaron al conflicto a un punto muerto, donde de alguna u otra manera, los saharauis eran empujados a reconocer la tutela marroquí. El Plan de partición de Annan, una solución salomónica, de dividir el territorio, fue rechazado por Rabat con su política de todo o nada, buscando con ello, erosionar a su adversario, con el claro objetivo de su destrucción completa.

España la gran ausente

La historia es conocida. España, potencia administradora de iure, para Naciones Unidas, ha sido el gran ausente. Rehén de las presiones marroquíes, con el temor que Ceuta y Melilla puedan ser ocupadas. En mayo de 2021, con la crisis migratoria que vivieron dichos enclaves hispanos, puso en evidencia, la capacidad que tiene Marruecos para presionar abiertamente a Madrid.  La cuestión migratoria, colaboración en materia de terrorismo, pesca, inversiones, son herramientas que utiliza hábilmente Rabat para obtener ventajas, no solo de España, sino del UE, de un aliado realmente incomodo. La política de apaciguamiento española, ha permitido, que Marruecos por una política de hechos consumados avance sobre espacios marítimos circundantes a Canarias, como también las citadas plazas de soberanía. 

El tema del Sahara Occidental, es un verdadero tabú en la política exterior española, por temor a una reacción agresiva del vecino sureño, y donde la OTAN, no brindará el apoyo político – militar esperado, especialmente si observamos, por un lado a Francia, que utiliza a Marruecos como plataforma para proyectar su influencia, lo que queda de ella en África. Otros actores, que llegado el caso estallara un conflicto en ambas riberas del Estrecho, pueden maniobrar contra España, son Estados Unidos y Reino Unido.

Recordemos la cuestión de Gibraltar, está estrechamente vinculado a los intereses de dichas potencias anglosajonas. Siendo inadmisible que la zona del Estrecho de Gibraltar y áreas de influencia, queden en manos de un solo actor. Marruecos con suma inteligencia, busca mostrarse como un aliado  mucho más confiable que España, buscando que bases de Estados Unidos se trasladen al país magrebí, con la clara intención, de buscar algún tipo de “moneda de cambio”, como la tolerancia a una posible toma de Ceuta y Melilla. 

La actitud de Madrid, genera muchos interrogantes. Observamos que hay un elevado nivel de vulnerabilidad a las presiones marroquíes. La crisis de mayo de 2021 es un claro ejemplo. Por ende este complejo conflicto, del Sahara Occidental, España, es un actor poco fiable para la República Saharaui. Este nivel de vulnerabilidad, impide que Madrid, por ejemplo siga el ejemplo de Portugal, con Timor Oriental, con el apoyo de una potencia regional. En este caso, hay una ausencia en este aspecto, dado que Argelia, no tiene el peso de Australia. Ello no impide, que España deba reflexionar sobre su rol, como actor en el Norte de África y el Mediterráneo Occidental, que dado su posición geoestratégica, esta llamada a tener un papel mucho más importante que los líderes españoles, le han dado a su país.

Estados Unidos y Francia. Dos gigantescos obstáculos para superar el conflicto

Estados Unidos y Francia, apoyan de una u otra manera este estado de cosas. Francia, pseudo paladín de los derechos humanos (viene a mi memoria los reclamos al respecto del presidente Chirac a la Argentina y otros países de la región) apoya sin tapujos al régimen marroquí, que comete todas las tropelías y abusos, que Francia ha denunciado en el pasado a Estados latinoamericanos en los años de plomo. ¿Doble moral? No, son los  intereses económicos y estratégicos, pero también una alto dosis de doble estándar. París ha hecho grandes negocios en materia de ventas de armamento, ferrocarriles (una versión del tren de alta velocidad TGV estará en Marruecos uniendo una serie de importantes ciudades) y otros negocios. A través de Marruecos, capitales franceses extienden su influencia en el África francófona, situación que se ve amenazada por la presencia de China y en menor medida Rusia. 

El ingreso en su momento de Marruecos a la Unión Africana, ha generado diferencias entre países anglófonos y francófonos. La República Saharaui ha tenido un importante apoyo en una potencia regional de peso como Sudáfrica y los países de la región austral del continente negro, que están agrupados una organización internacional regional.

Ello no ha impedido, la maniobra de Marruecos, a países permeables a su lobby, para inaugurar consulados en la ciudad de El Aaiún, en un vano intento de legitimar su ocupación.  El intento fracasó, pero fue de suma utilidad para la propaganda marroquí, especialmente para el consumo interno.

Estados Unidos, que tuvo una postura favorable a Marruecos, a pesar que no abiertamente, dado que nunca reconoció la anexión del Sahara, por medio de la venta de armamento de avanzada como los F 16, equipados con material puntero, pone en evidencia la importancia que tiene para la Casa Blanca tener una base para sus intereses, especialmente cuando dos poderosos competidores, se hacen cada vez más fuerte en África, como Rusia y China.  En el caso de la primera como proveedor de defensa y seguridad. Contratistas militares rusos, pululan en la República Centroafricana, antiguamente bastión de los intereses de París, y están próximos a desembarcar en Malí, donde Francia ha fracasado estrepitosamente. Esto potencia el papel de Argelia, viejo aliado de Moscú y China en la zona. Es por ello, que Washington se aferra algunos aliados regionales, como Egipto, Marruecos, por citar algunos casos. El resto de África se ve seducida por los millones que ofrecen China y las armas rusas. Aunque Moscú tiene intereses en sectores mineros y energéticos.

Marruecos, explotando su rol de aliado extra OTAN, y gracias al financiamiento de Arabia Saudita le ha permitido financiar un ambicioso programa de equipamiento militar, orientado para incrementar sus fuerzas navales y aéreas, además de incrementar capacidades en materia de guerra electrónica, vigilancia, empleo de vehículos aéreos no tripulados, y capacidad de defensa antiaérea. La puesta en órbita de un satélite militar marroquí, pone en evidencia que Rabat tiene sus ojos puestos en dos vecinos, Argelia y España. El restablecimiento del servicio militar, reduce costos de un ejército profesional y facilita de alguna manera continuar con el programa de inversión militar.

El sueño de una industria de defensa propia, es un mero acto voluntarista, dado el nivel de desarrollo industrial y tecnológico del país, no obstante ello, el arsenal marroquí es muy moderno. El acercamiento con Israel, seguramente tiene que ver,  por un lado para mostrarse confiable ante Estados Unidos y otros gobiernos occidentales, y por otro, acceder a tecnologías militares punteras especialmente en el campo de las comunicaciones, electrónica, vehículos aéreos no tripulados.

Esto alarmó Argelia, que ha llevado a cabo, con apoyo de Moscú, un proceso de modernización de sus fuerzas armadas, especialmente fortaleciendo sus capacidades navales y aéreas.

El presidente Trump, un verdadero enano geopolítico e ignorante en política exterior, vía twitter ofreció reconocer la soberanía del Sahara Occidental, a cambio que Marruecos restableciera relaciones con Israel. Esto generó críticas desde el propio Departamento de Estado. Esto sin ninguna duda alimentó a Rabat para seguir con sus atropellos y escalar el conflicto.  Biden ha regresado a la tradicional postura de Estados Unidos, pero siempre con apoyando de alguna manera las acciones de Marruecos en la región. 

La tolerancia internacional, especialmente de Estados Unidos, ante la política de Rabat, alimentó la crisis de Guerguerat, donde en noviembre de 2020, Marruecos violentó el Plan de paz de 1991, avanzó sobre territorio desmilitarizado, lo que abrió las puertas al actual conflicto, que el gobierno de Mohamed VI, ha tenido que reconocer luego de meses de choques armados a lo largo de los muros defensivos.

Francia apoya a su aliado marroquí, aunque tal vez sin el ímpetu de otros tiempos. La crisis COVD, el conflicto de Ucrania, los problemas domésticos, plantean serios desafíos al gobierno galo. Su influencia en África decae, gracias al empuje de China con sus millones.

Tal vez si, Pekín, sigue avanzando, el papel de Francia se vea más limitado y tal vez, el papel de Marruecos en la estrategia de París en África, deba ser revisada. No obstante ello, el poder de veto que ejerce en el Consejo de Seguridad, es un obstáculo insalvable para encontrar una salida al conflicto saharaui.  Los intereses franceses en Marruecos son muy fuertes, los negocios y también la corrupción unen los liderazgos de ambos países, factores que impiden que París, tenga un cambio de rumbo y acepte la posibilidad que la misión de Naciones Unidas en el Sahara Occidental, tenga facultades de monitoreo de derechos humanos, y abrir las puertas para un Capítulo VII y hacer valer un plan de paz, pisoteado una y otra vez por Marruecos desde hace tres décadas.

Perspectivas del conflicto

En el campo del derecho internacional, los saharauis han obtenido importantes victorias, en el seno del máximo tribunal de la Unión Europea.  Ningún país reconoce la anexión marroquí  El lobby del Majzén, la permeabilidad de los varios gobiernos africanos al soborno, que seguramente ha sido el incentivo para que instalaran consulados en la ciudad de El Aaiún, parecía un avance hace el reconocimiento de la anexión marroquí, que quedó de alguna manera frustrada, pero es indudable que Rabat está formando un espacio favorable a sus intereses en el seno de la Unión Africana.

La política de contención aplicada por España, para evitar que Marruecos, se vuelque contra Ceuta, Melilla, como de los espacios marítimos circundantes a Canarias, esta teniendo fisuras. De manera acotada y con un hábil manejo de la escalada, apoyado por hechos consumados, Marruecos avanza sobre aguas españolas, puso en evidencia que es una actor a considerar en la seguridad de Ceuta y Melilla, no como socio, sino imponiendo sus intereses e influenciando en la toma de decisiones de Madrid. España poco y nada ha hecho por ejemplo, para incidir en los programas de modernización militar marroquí, o buscar poner a un freno a las exigencias de Rabat, ante crisis migratorias, como en otras cuestiones vinculadas a la seguridad regional.  Es hora que los líderes políticos en España, entiendan que Marruecos, no es un aliado, sino un competidor o adversario geopolítico, adoptando las medidas concernientes para limitar el margen de maniobra de Rabat.

Marruecos ante la superioridad argelina, busca mejorar el nivel cualitativo de las Fuerzas Armadas Reales, maniobra en la Unión Africana para contrarrestar el peso de Argel en dicha organización, y más precisamente en la región del Sahara Sahel. Esto al parecer no ha sido percibido del todo por Argel. Por razones del frente interno, mantiene un discurso duro, pero que el contexto regional e internacional, impide incrementar la escalada. En este complejo juego tenemos a Mauritania, neutral en el conflicto, pero tolerante con los saharauis, dado que es un arma que tiene para mantener alejado de sus fronteras a Marruecos. El incidente de Guerguerat, abrió las puertas para que Marruecos genere un polo de atracción geopolítica que incida en Mauritania y los países del Sahara Sahel.

Los mauritanos no son los suficientemente fuertes para cerrar la nueva ruta terrestre, que de alguna manera contribuye a la economía del Sahara Occidental ocupado. Pero, han optado por el ingreso de un actor de “peso” como es China, interesada en los recursos mineros del país. Pekín, venido a muy bajo precio un buque de asalto anfibio, como muestra de apoyo a Nuakchot. El ingreso de intereses chinos, es una alternativa a la peligrosa influencia franco marroquí.

Otro actor, aún no involucrado directamente en el conflicto, pero que su sombra se hace sentir, es Rusia. Moscú es el aliado de Argel. Existe posibilidades que la empresa de seguridad militar Wagner, de Rusia, ingrese de lleno a Malí. El terrorismo es un flagelo que afecta a la seguridad de la región del Sahara Sahel. La gravedad de la situación, ha llevado a crisis institucionales, como el reciente golpe en Burkina Faso. En cuanto a su postura en relación al conflicto, siempre ha sido distante, manteniendo cercanía con Marruecos por razones de “realpolitik” por ser el actor mas fuerte o que ofrece ventajas para los intereses rusos, entre ellos el lucrativo mercado de armas, pero ello no impide que Moscú adhiera al discurso oficial de reconocer al Sahara Occidental, como territorio pendiente de descolonización. Es un actor que aún no tiene intereses directos en el conflicto, la única opción viable, sería lograr que Moscú, dado su enfrentamiento con Estados Unidos por la crisis de Ucrania, que desde el Consejo de Seguridad, vete cualquier avance anexionista marroquí, con apoyo de la Casa Blanca y Francia.

Las opciones que tiene la República Saharaui, son limitadas. El mantener el conflicto a fuego lento, genera cierta atención internacional. España se mantendrá al margen de la cuestión saharaui, para no provocar su incómodo aliado del sur. Estrategia que solo beneficia a Marruecos en el largo plazo. Argelia brindará apoyo limitado, a los fines de contener a Marruecos y mantenerlo lejos de la frontera común, además como una maniobra de desgaste del oponente, pero que puede tener alcance limitado, por el apoyo de Francia y Estados Unidos, además del generoso financiamiento de las monarquías del Golfo Pérsico.

Creemos que las posibilidades reales que tiene la República Saharaui, es avanzar hacia el reconocimiento y establecimiento de relaciones diplomáticas con nuevos estados. En América Latina observamos contextos favorables. Perú con el cambio de gobierno,  su postura hacia la República Saharaui ha cambiado. El gran desafío será Chile, con el triunfo de una coalición de izquierdas, tal vez existe un contexto favorable para el reconocimiento de la República Saharaui.

Sin ninguna duda, el gran éxito, sería Brasil, lo que arrastraría a otros actores en la región como Argentina. La búsqueda de obtener nuevos reconocimientos, tarea relegada por el gobierno saharaui, puede abrir camino a otro gran paso seguir el ejemplo palestino: Estado observador de las Naciones Unidas. América Latina y África son las grandes esperanzas, para lograr ese objetivo. Este permitiría desplazar a España como actor en el conflicto, que al fin de cuentas ha sido funcional a Marruecos. Desde el punto de vista político, no es lo mismo hablar de un movimiento de liberación, Frente Polisario, que de República Saharaui.  Foros internacionales como la CELAC,  también resultan útiles para lograr avances, por lo menos para hacer visible el conflicto, generar atención internacional y obtener ayudas adicionales.

Existe un contexto, que puede ser favorable para la República Saharaui,  para hacer conocer el drama que vive hace más de cuatro décadas, y avanzar, por lo menos en reconocimientos como Estado, poderosa arma político jurídica, para hablar de la ocupación militar de un Estado soberano, sobre territorio de otro Estado, con su impacto que puede tener en la opinión pública internacional.

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