ECS. Madrid. | En los días de la llamada “Defensa Positiva” los saharauis, con escasos medios se lanzaron a una guerra de guerrillas, con golpes de mano, acciones de retardo y de desgaste, a fin de medir el potencial del adversario y garantizar el exilio de la población saharaui a los campos de refugiados de Argelia. El avance mauritano-marroquí se topó con las guerrillas organizadas del Ejército de Liberación Popular Saharaui (ELPS), encontrando una enconada resistencia.
Los saharauis estaban pobremente equipados, contaban con jeeps dotados con cañones sin retroceso, obtenidos muchos de la época española, fusiles AK47, lanzacohetes RPG, ametralladoras y algunos misiles antiaéreos portátiles. No contaban con armamento pesado, blindados y menos con medios aéreos, a diferencia de sus enemigos. Ello no impidió que los saharauis con audacia y determinación lanzaran acciones militares que sorprendieron al adversario. La existencia del pueblo saharaui estaba en juego, una razón más que suficiente para luchar con los escasos medios disponibles.
En el curso de los últimos años de la primera guerra del Sáhara Occidental, el ELPS planeó un ataque al muro militar marroquí pero se topó con un imprevisto. La siguiente historia da cuenta de la heroicidad y valor de los combatientes saharauis y muestra hasta dónde están dispuestos a llegar para liberar a su patria.
El 8 de noviembre de 1989, el Ejército Saharaui avanzó para atacar una de las zonas más fuertemente fortificadas del Muro de la Vergüenza, la base Nº5, ubicada en la región de Amgala, donde se acantonaba el 4º Cuerpo de Paracaidistas de las FAR, a cuyo mando estaba el coronel marroquí conocido como "Tria".
Cuando se acercaba la hora cero (hora de ataque), las unidades saharauis que avanzaron se sorprendieron por la presencia de un muro de piedra y una zanja con una profundidad de dos metros. El asunto convocó a los comandantes de campo a una reunión de emergencia para estudiar este obstáculo inesperado. Modificaron el plan y entraron en batalla con el enemigo fuera del muro, y paralelamente, el equipo de ingenieros del Ejército de Liberación Saharaui iba a contrarreloj para abrir la brecha mientras la batalla se intensificaba y recrudecía.
Durante el intercambio de fuego y puesto que la batalla se les venía encima, el combatiente saharaui Ma'ata Mulana Uld Tayeb, sorprendió a todos cuando partió en su Land Rover como una flecha e irrumpió en el campo minado con su automóvil, acompañado de su tripulación y muriendo en el acto tras las sucesivas explosiones, despejando posteriormente la zona dando paso a la entrada de las unidades saharauis de infantería mecanizada en las primeras líneas enemigas. La acción tuvo el doble efecto de sorpresa abriendo un nuevo frente.
El mártir Ma'ata Mulana Uld Tayeb y su equipo, hicieron de sus almas un puente para que sus compañeros pudieran cruzar hacia la victoria.
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