La guerra del Sáhara Occidental ha llevado al régimen marroquí a posiciones extremas


La diplomacia ''pandillera'' desplegada por Rabat con Nasser Bourita y Omar Hilale como cabecillas no ha traído más que tensiones
Por Sidi Maatala

ECS. Bir Lehlu (Sáhara Occidental). | Marruecos lleva desde que se inició la guerra en el Sáhara Occidental el pasado 13 de Noviembre bombardeando regularmente objetivos civiles saharauis, mauritanos y argelinos como parte de su guerra de represalia contra el pueblo al que tiene sometido, cruzando todas las líneas. Estos últimos días, al régimen marroquí se le han acumulado los problemas de sobremanera: la advertencia de la República Saharaui de intensificar su lucha armada, rechazo internacional de su política y ahora se le suma la amenaza de un estallido social, la presidencia argelina ha evitado dar más detalles.

El próximo invierno se antoja ardiente para Marruecos, con una guerra en curso contra un Frente Polisario que siempre ha subestimado pero que al final le obligó a ceder y pedir un alto el fuego tras la cruenta primera guerra, y que ahora regresa decidido a intensificar su lucha armada y escalar el conflicto. 

La guerra del Sáhara Occidental ha llevado al régimen marroquí a posiciones extremas

La guerra del Sáhara Occidental ha llevado al régimen marroquí a posiciones extremas, cegado por la codicia colonialista persiste en su ocupación militar renunciando a salir por la puerta de la legalidad internacional, suponiéndole una creciente fuente de tensiones. En este sentido la crisis marroquí continúa escalonando extendiéndose a varias esferas, la última de ellas: la subida de los precios y la monetaria. La diplomacia ''pandillera'' desplegada por Rabat con Nasser Bourita y Omar Hilale como cabecillas no ha traído más que tensiones y crisis sociales que se han traducido en conflictos diplomáticos, pérdidas económicas y escasez energética, en ese orden. Acumulando reveses y agudizando su ya frágil situación regional bajo un contexto de escalada bélica por la ocupación del Sáhara Occidental. 
 
Aún digiriendo la sentencia del TJUE que anula el acuerdo UE-Marruecos por incluir al Sáhara Occidental, el último episodio de la ''hábil diplomacia marroquí'' cosechó en el mejor de los casos: una expulsión de una comisión de la Unión Africana, y en el peor: provocar el cierre definitivo de gasoducto Magreb-Europa que le abastecía de gas argelino y, por ende, más peso a las Arcas del estado alauita ya lastradas por el incremento del gasto militar debido a la guerra con el Frente POLISARIO, allanando así el camino hacia el desequilibrio económico tal y como sucedió en la primera contienda. Esto es debido a la magnitud del conflicto saharaui y los ámbitos que abarca o puede llegar a abarcar éste, por lo que el problema marroquí va más sobre el desorden en dichos ámbitos que de seguridad, es decir, trasciende el campo militar pese a que sea el protagonista del inconcluso proceso de descolonización.

Si bien el régimen marroquí se muestra ''satisfecho'' por la reciente cooperación militar con el Estado de Israel, lo cierto es que sobre el terreno ha resultado ser un aliciente militar que ha enardecido a los saharauis, la República Saharaui advirtió recientemente que intensificará su legítima lucha armada. Si algunos estaban dudando, la decisión de Marruecos de unirse al estado sionista le ha convencido.

Tensiones con sus vecinos

En el ámbito regional, con España las tensiones viven una escenificada descongelación desde el 18 de marzo, pues si ciertos medios cercanos a Moncloa afirman que las relaciones se han destensado tras el giro de Pedro Sánchez apoyando la autonomía marroquí para el Sáhara Occidental, ¿por qué no ha celebrado Mohamed VI ese cambio de postura por parte del actual gobierno español? A pesar de que Marruecos recientemente se ha negado a reabrir las aduanas con Ceuta y Melilla que amenaza con anexar, las conexiones marítimas si se han retomado, la inmigración irregular hacia Canarias es imparable y la Reunión de Alto Nivel que tenía que haberse celebrado en Diciembre de 2020 sigue en el aire y sin fecha. Con este maltrato de fondo, recurre a una acomplejada España para recibir gas aspirando a revertir el flujo del tubo del GME. Con Alemania tampoco han mejorado las cosas a pesar del regreso a regañadientes de la embajadora marroquí a Berlín, la actividad consular en Rabat se mantiene bajo mínimos y las ayudas financieras alemanas por valor de 1.4000 millones de euros están bloqueadas. En general en la Unión Europea, Marruecos prevé una debacle ya que este próximo enero de 2023 el TJUE se pronunciará el recurso interpuesto por la Comisión Europea y Marruecos tras la sentencia que prohibió comercializar con productos y recursos saharauis sin su consentimiento, lo que obligará al Servicio Europeo de Acción Exterior a reconfigurar una política de exterior que separe el Sáhara Occidental de Marruecos, infligiendo un golpe bajo a la economía de colonización marroquí, concretamente el saqueo pesquero y sus derivados y el de energías renovables.
 
Respecto a sus vecinos africanos, la crisis es rampante concretamente con Argelia, país con el que inició un conflicto al atacar gratuitamente su integridad territorial pidiendo la autodeterminación de la Cabilia en un ruinoso rebuzno diplomático intentando equiparar la descolonización del Sáhara Occidental con un problema interno, y que hasta el momento le ha dejado como el claro perjudicado en un escenario enteramente desfavorable, y es que en tan solo poco meses desde que se rompieron las relaciones diplomáticas, Argelia ha barrido su papel en la región debilitando su influencia geopolítica en consonancia con castigos económicos. De las potencias africanas ni Egipto, ni Sudáfrica, ni Nigeria, y sobra decir Argel, apoyan sus pretensiones expansionistas sobre el Sáhara Occidental, reafirmando en varias ocasiones su apoyo a la autodeterminación del pueblo saharaui. Otro gigante regional, Túnez, se abstuvo en la última votación del Consejo de Seguridad sobre la infame prórroga de la MINURSO (octubre 21), vislumbrándose una crisis diplomática dada la sensibilidad del régimen alauita a la legalidad internacional, por lo pronto en la prensa marroquí ya les califican de ''traidores''.

La guerra y la pandemia han causado verdaderos estragos en la economía marroquí que dependía un 70% del comercio exterior y en parte del turismo, el sector más castigado. Con una inédita recesión de un 6,4% y la destrucción de más de 700.000 empleos según lo anunciado en el reciente informe del Alto Comisariado de Planificación (HCP) dependiente del Ministerio de Economía, que se traduce en un ascendente paro que ya alcanza un 14%. Marruecos, que se encuentra en una crisis económica sin precedentes en el reinado de Mohamed VI, recurre cada vez más a la ayuda extranjera para reactivar una economía azotada por la crisis económica y que amenaza seriamente con una crisis política tras los recientes acontecimientos políticos en las escenas regional e internacional que no han hecho sino agravar su situación. Recientemente solicitó préstamos financieros al FMI, al Banco Mundial y al Banco Africano de Desarrollo para mitigar el deterioro de la situación social y económica. En Julio Marruecos recibió una ayuda de 450 millones de dólares del Banco Mundial, solo dos semanas después, pidió una nueva ayuda al FMI -la segunda en menos de un año y medio- ya que en Abril de 2020 recibió unos 3.000 millones del FMI, lo que es hito histórico teniendo en cuenta que no pide financiación desde 2012, y un hecho bastante esclarecedor de la enclenque situación económica del reino alauí que continúa acumulando récords de deuda externa. Mientras el discurso oficial habla durante todo el día sobre la resiliencia de la economía marroquí y el atractivo del reino para los inversores, los indicadores socioeconómicos están en rojo.
 
Esta alarmante situación podría ser el preludio de una revuelta social y política que probablemente dará el toque de gracia a un simulacro de estabilidad política que la monarquía está luchando por camuflar por todos los medios posibles a su alcance. El ocultamiento de la sucesión de crisis que desgarran al país norteafricano no serán suficientes para evitar el riesgo real de una debacle, cuyas semillas ya florecen. El próximo invierno en Marruecos promete ser frío para sus habitantes pero ardiente para el régimen marroquí y sus soldados atrincherados en el muro militar que divide el Sáhara Occidental.

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