Rabat sí que ha conseguido que unos 28 países, la mayoría de ellos microestados sin peso en el tablero internacional, hayan abierto una representación diplomática en el territorio saharaui que ocupa, sin embargo, lejos de los tambores de los Acuerdos de Abraham, EE.UU se resiste a dar el paso.
Por Lehbib Abdelhay
Madrid (ECS).- El pasado sábado 10 de diciembre de 2022 se cumplieron dos años de la infame decisión del ex presidente de EE.UU, Donald Trump, reconociendo la soberanía marroquí sobre partes del Sáhara Occidental. Su sucesor, Joe Biden, no ha revocado aquella decisión, pero sí que ha dado muestras de no querer avanzar más en esa dirección. El paso más evidente es la resistencia del propio Biden a abrir el consulado prometido por Trump en la ciudad ocupada de Dajla.
El mismo día, el 10 de diciembre de 2020, Marruecos se convirtió en el cuarto país árabe en reconocer al Estado de Israel en el marco de los llamados Acuerdos de Abraham impulsados por Washington, particularmente por su yerno y ex consejero, Jared Kushner.
En su momento, la administración Trump actuó como garante de aquellos acuerdos a múltiples bandas y en el caso del reconocimiento mutuo entre Israel y Marruecos, se comprometió, tras reconocer la soberanía que Rabat reclama sobre el Sáhara Occidental, abrir un consulado en el territorio.
Hasta el día de hoy, contrariamente a lo pregonado por la prensa marroquí y varios líderes del mismo país, Estados Unidos finalmente no inauguraría su nuevo consulado en Dajla ocupada pero si escenificó su apoyo a Marruecos, en una maniobra que busca consolidar la ocupación marroquí a través de la política de hechos consumados.
Este gesto diplomático se enmarca en el acuerdo tripartito firmado el 22 de diciembre por EE.UU, Israel y Marruecos, que establece la normalización diplomática entre Marruecos y el estado sionista, con el reconocimiento estadounidense de la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental.
Marruecos, que ocupa de manera ilegal alrededor de dos tercios de este territorio, se aferra a su plan de “autonomía”, mientras que el Frente Polisario busca la independencia total del territorio y pide un referéndum de autodeterminación, planeado por la ONU durante décadas.
Un poco antes de dejar la Casa Blanca, Donald Trump ha implementado los términos del acuerdo que convirtió a Marruecos en el cuarto país en normalizar sus relaciones con Israel, después de los Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Sudán, al tiempo que legitima su presencia en el Sáhara Occidental.
"Fin del Statu quo en el Sáhara Occidental"
"Al reconocer la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, el presidente Trump rechazó el statu quo fallido que no beneficiaba a nadie y, en cambio, puso en marcha una solución duradera y mutuamente aceptable", enfatizó en su momento el subsecretario adjunto en el departamento de Estado, David Kushner durante una rueda de prensa en Rabat.
El acuerdo entre Israel, Marruecos y EE.UU prevé la apertura de un "consulado" estadounidense en Dajla e incluye una tanda financiera de tres mil millones de dólares (2.4 mil millones de euros) en inversiones, liberada por el Banco de Desarrollo Americano (DFC) en apoyo financiero y técnico para proyectos de inversión privada en Marruecos y el África subsahariana.
Más allá del aspecto financiero, las autoridades marroquíes consideran la decisión de Trump sobre el Sahara como “un avance diplomático histórico”.
En los últimos meses, una veintena de países mayoritariamente africanos como las Comoras, Liberia, Burkina Faso, Baréin y los Emiratos, han abierto representaciones diplomáticas en Dajla o El Aaiún ocupado.
El Frente Polisario declaró el fin del alto el fuego firmado en 1991 bajo los auspicios de la ONU a mediados de noviembre de 2020 después de que Marruecos desplegara sus tropas en una zona desmilitarizada en la frontera con Mauritania para "asegurar" la única ruta hacia el África occidental.
Hasta el momento, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, aún no ha comentado nada sobre el tema del Sáhara Occidental.
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