ECSAHARAUI
Madrid (ECS).- El escándalo "Qatargate" se está convirtiendo en un auténtico "juego de espías". Con un protagonista principal: los Servicios de inteligencia de Mohamed VI L'DGED. Es decir, el servicio secreto marroquí. Y una serie de coprotagonistas: la Inteligencia de Bélgica, en colaboración con los países aliados de la Unión Europea, y el gobierno de Qatar. Rabat y Doha como las partes implicadas en el caso de corrupción que sacude el Parlamento Europeo, tienen un solo objetivo: condicionar a la Unión Europea y hacerlo mediante el arma del dinero y la corrupción.
En el caso de Marruecos, el trasfondo es la ocupación del Sáhara Occidental, los flujos migratorios y los acuerdos comerciales con la UE. Marruecos quiere que la Unión Europea no se interponga en el camino de la ocupación de la antigua colonia española y también pretende tener el menor número de problemas posible desde el punto de vista sobre los flujos migratorios. A través de una mafia formada por tres italianos: Panzeri, Cozzolino (MEP) y Giorgi, Marruecos consiguió influir en las decisiones de Bruselas. Para los medios de comunicación griegos podría haber alrededor de sesenta nombres involucrados en el "Qatargate" dentro del Parlamento Europeo.
Sin embargo, el más activo en la búsqueda de "influencia" de los países árabes dentro de la UE es Marruecos. Reuniones, viajes y cenas con los más altos mandos de los servicios secretos de Rabat, son una constante de este juego. En un principio, de hecho, los tres funcionarios europeos estaban manejados por un oficial de la DGED, destinado en Rabat, la capital del país norteafricano. Se trata de Belharace Mohamed, quien también pudo contar con la intermediación de un diplomático afincado en Varsovia: Abderrahim Atmoun. Prueba de que se trata de una mafia en toda regla. Toda la información fue recopilada inicialmente por VSSE, es decir, por los servicios secretos de Bélgica. En la orden de detención, de hecho, se informa de los análisis de la inteligencia de Bruselas: los tres funcionarios colaboran con los servicios secretos marroquíes, "de eso no hay duda", según confirman desde el diario italiano La Repubblica.
El papel del diplomático marroquí que se mueve a lo largo del eje Varsovia-Bruselas es central. Al final, todos reciben órdenes de él. Pero hay un eslabón aún más importante en esta cadena que se ha reunido en torno al Parlamento Europeo: Yassine Mansouri, el propio director general de la DGED. Los tres funcionarios europeos se reunieron con él. Cozzolino por ejemplo, lo hizo varias veces y al menos una vez en Marruecos, en 2019. Según la fiscalía belga, en efecto, un oficial de la inteligencia marroquí reservó dos billetes de avión en el vuelo Alitalia Casablanca-Roma el 2 de noviembre de 2019 y luego Roma-Nápoles. Sin embargo, los "espías" belgas tienen una duda al respecto: no saben con certeza si Cozzolino realmente abordó el avión. Pero en la descripción que hacen los magistrados parece casi una cautela más que una duda. Tanto es así que, siempre de acuerdo a los servicios secretos de Bélgica, afirman que Panzeri también voló al Marruecos para reencontrarse con el propio Mansouri. En este caso fue en julio de 2021.
La justicia belga habría lanzado, según La Repubblica, una orden de captura internacional contra Yassine Mansouri (DGED, contraespionaje). El rotativo italiano parece seguro de su información. Mansouri se suma así a la pequeña lista de funcionarios de seguridad marroquíes (antiguos y actuales), que corren el riesgo de ser aprehendidos en el exterior si deciden visitar un país con justicia independiente. Cabe señalar que es el único jefe de un servicio secreto cuya vida íntima estuvo cerca de ser expuesta al público hace unos años.
Mansouri es el hombre del Palacio Real marroquí en Israel y el hombre del Estado hebreo en Marruecos. Si las relaciones secretas entre Israel y Marruecos son antiguas y duraderas, es él quien las ha fortalecido para poder contar con el poderoso lobby pro-israelí en el Congreso de los Estados Unidos.
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