A Mohamed VI se le acumulan los problemas; De Pegasus al 'Marocgate' en la UE

Sidi Maatala

ECS. Madrid. | Ante la extrema actitud del régimen de Marruecos para mantener contra viento y marea su ocupación de la República Saharaui, al régimen alauí le salen problemas por las orejas. La olla a presión del conflicto saharaui está a punto de estallar mientras Marruecos hace todo lo posible por evitarlo, llegando a entregar su alma al sionismo y posicionarse con EE.UU en el conflicto de Ucrania, en un intento desesperado por lograr alguna victoria definitiva en el mantenimiento de su ilegal ocupación de partes de la República Saharaui, que vive una guerra desde el 13 de Noviembre de 2020.  

Marruecos, según qué país, vincula y desvincula a su antojo la cuestión del Sáhara Occidental al desarrollo de las relaciones bilaterales. Un inútil desgaste diplomático que no ha servido más que para degradar la imagen de Marruecos y poner en la palestra la ocupación del Sáhara Occidental. 

Tras enzarzarse con España, Alemania, Sudáfrica, Túnez, Irán, Perú, Argelia y Mauritania en tan solo dos años desde que estalló de nuevo la guerra, Marruecos mantiene una estrategia de choque selectiva; por ejemplo a Túnez le recriminó haber recibido al presidente saharaui Brahim Ghali llegando a llamar a consultas a su embajador, sin embargo con Sudáfrica, que recibió con altos honores a Brahim Ghali semanas después, no sucedió lo mismo, los típicos pataleos diplomáticos fueron sucedidos por un sepulcral silencio. Allá donde Marruecos no encuentre personas chantajeables como pasa por ejemplo con el PSOE, es más complejo defender la supuesta marroquinidad del Sáhara Occidental. Es un gran reflejo también de su miedo a remover el avispero sobre un caso que sabe que tiene perdido y que solo intentar dilatarlo en el tiempo lo máximo posible.

Ahora, con un escenario bastante inflamado tras el espionaje con Pegasus a ministros españoles y franceses, salta el 'Marocgate'; un sinfín de sobornos a eurodiputados del Parlamento Europeo que se encargaban de las relaciones con el Magreb, además de ostentar cargos de responsabilidad relevantes para votar e impugnar decisiones relativas al conflicto saharaui. Nada nuevo en el Reino del Sol, la corrupción es su seña de identidad, queda confirmado pues que detrás de cada victoria diplomática vitoreada por sus medios afines se esconde una desorbitada millonada. 

Si, como dicen los loros expertos del Majzén, el Sáhara es marroquí, ¿por qué gastar millones de euros en hacerle a los políticos europeos cambiar de perspectiva? ¿Si un acuerdo comercial debe extenderse a un territorio ocupado pero no a las zonas liberadas del mismo territorio, no es precisamente porque ese territorio no se encontraba bajo soberanía de dicho país? En cualquier caso, si es necesario comprar a políticos y periodistas para defender las tesis marroquíes, es porque ya existe una verdad y realidad que debe ser desvirtuada. 

En detrimento de sus intereses y relaciones con el exterior, Rabat acumula enemigos por su fijación obsesiva y empeño en mantener una ocupación ilegal contra toda lógica jurídica. Ayer se alió con Israel a cambio de que EE.UU abriera una representación consular en Dajla ocupada, promesa que acabó siendo un cebo para engordar la lista de países árabes que normalizan sus relaciones con Israel. No obstante, el enfrentamiento no es opción para un régimen que vincula la ocupación a su existencia y considera enemigo a todo aquel que exija el derecho de autodeterminación para el pueblo saharaui como dicta la legalidad internacional.

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