- España debe cambiar su política en relación a Marruecos, asumiendo los riesgos que ello conlleva. Rabat busca por medio de una estrategia sin tiempo terminar absorbiendo las plazas de soberanía españolas.
- El camino del actual gobierno español, abre las puertas para nuevas pérdidas territoriales para España, lo que, sin ninguna duda, el actual rumbo, llevará a España a cometer un verdadero “suicidio geopolítico”.
Por el Dr. Jorge Alejandro Suárez Saponaro.
Madrid (ECS) - El gobierno español está empecinado una política de “contención” hacia Marruecos, que está llevando a España a un callejón sin salida. Los incidentes de 2021, el hostigamiento de patrullas marroquíes hacia pescadores españoles, en aguas que están bajo jurisdicción de Madrid, el claro objetivo de avanzar en aguas de las Canarias, a los fines de hacerse con potenciales recursos mineros y energéticos marinos, pone en evidencia que Rabat, a través de una estrategia de hechos consumados y explotando hábilmente la debilidad de los políticos españoles, avanza lentamente hacia dos grandes objetivos: obligar a España a negociar sobre el futuro de las plazas de soberanía de Ceuta y Melilla, y los espacios marítimos en torno a Canarias y el Sáhara Occidental. Siempre bajo la amenaza de recurrir a la fuerza.
La crisis de Ceuta de 2021, fue a nuestro juicio, una clara maniobra de Marruecos para medir la reacción española, ante una posible “Marcha Verde”. La famosa “carta” del presidente español, Pedro Sánchez, donde avalaba el plan de autonomía marroquí como solución al conflicto del Sahara. El silencio guardado por Sánchez en la Internacional Socialista respecto al drama saharaui, pone en evidencia que el actual gobierno español es funcional al reino alauita, aún, cuando ello es contrario a los intereses de España. Ejemplo de ello, la crisis con Argelia, donde Madrid, por ser funcional a los intereses marroquíes, evitó llegar a un acuerdo con la potencia magrebí, en materia energética. La posibilidad de tener una hipótesis de confluencia con Argel, hubiera permitido a España, contar con un actor de peso, que puede servir de factor de “moderación” para las presiones marroquíes. Otro actor clave en este drama, es Mauritania, donde tampoco España, ha hecho un esfuerzo significativo, para incrementar su peso político, y reducir las maniobras de Rabat en dicho país africano.
Las llamadas “Plazas de Soberanía” españolas está conformado por las comunidades autónomas de Melilla, Ceuta y los siguientes territorios: islote de Perejil, Peñón de Vélez de la Gomera, las islas Alhucemas, Chafarinas. El islote de Perejil, hace dos décadas fue escenario de un incidente, donde dos gendarmes marroquíes, izaron la bandera de su país. España reaccionó con energía y envío una fuerza militar, que bajo estrictas normas de empeñamiento, recuperó la isla, y los intrusos fueron devueltos al suelo marroquí. Este no fue el único incidente sobre las plazas de soberanía españolas. En agosto de 2012, cuando la guarnición española se había retirado – dado que no tiene carácter permanente – en el Peñón de Vélez de la Gomera, un grupo de activistas marroquíes, llevaron a cabo una toma temporaria. En la Bahía de Alhucemas, cientos de inmigrantes africanos protagonizaron otro incidente, dado que exigían refugiarse en España, con el intento de establecerse en las islas del mismo nombre. Finalmente, Rabat y Madrid, llegaron a un acuerdo sobre el reparto de inmigrantes. Las islas Chafarinas también fueron noticia, cuando una empresa marroquí, instaló una piscifactoría en aguas cercanas. La fiscalía española especializada en Medio Ambiente, en octubre de 2021, archivó las actuaciones, dado que dicha instalación, estaba fuera de las aguas jurisdiccionales. No obstante, el Ministerio de Exteriores español había elevado una protesta, pero fueron desoídas por Marruecos, dado que no reconoce la existencia de aguas territoriales españolas en torno a las plazas de soberanía.
Plazas de soberanía bajo la constante presión marroquí y la indiferencia del gobierno español
El gobierno de Sánchez, parece que va en otra dirección, que la llevada en 2002, en el islote de Perejil, ante la política de hechos consumados de Marruecos y su negativa a reconocer los derechos españoles sobre las plazas de soberanía, especialmente Ceuta y Melilla. El senador de Compromís, Carlos Mulet, solicitó que el gobierno español diera respuesta a su requerimiento de explicar lo acontecido en aguas de Ceuta, donde embarcaciones de la Marina marroquí, han hostigado a pescadores españoles. En el portal digital “El Faro de Ceuta” relata los hechos, denunciados por otro medio español, El Confidencial A finales del pasado julio, El Confidencial se hizo eco de la denuncia de los ocupantes del barco Okipiruli que habían zarpado con la intención de pasar una jornada de pesca. A menos de una milla de la costa de Tarifa, declararon, una patrullera de la Marina Real de Marruecos se adentró en aguas españolas y les indicó que debían abandonar la zona porque estaban en un espacio de soberanía marroquí, según su testimonio (ver este enlace). El presidente de la Comunidad Autónoma de Melilla, Eduardo de Castro, transmitió al titular de exteriores español, José Manuel Albares, «la preocupación por las vulneraciones de Marruecos a Ceuta y Melilla, en el marco de la inauguración de la XIII Jornada de Desarrollo y Seguridad en el siglo XXI – El nuevo concepto estratégico de la OTAN. El titular del gobierno de Melilla, ha señalado en los últimos tiempos hemos sufrido innumerables afrentas por parte del país vecino: desde el cierre de la aduana comercial hasta las continuadas agresiones diplomáticas y verbales a nuestra soberanía nacional e integridad territorial. Las autoridades locales han hecho un llamado al gobierno de Madrid para que tome nota del valor estratégico que tiene Ceuta y Melilla, no solo para la seguridad del Flanco Sur de España, sino también para la Unión Europea.
España, no tiene una estrategia definida sobre las llamadas “plazas menores” como se ha señalado desde el Observatorio de Ceuta y Melilla, como explicó en su momento al diario La Razón, de España, Carlos Echeverría, presidente del citado think thank el indefinido estatuto jurídico interno de derecho español de las islas y peñones, que progresivamente han sido innominados en el ordenamiento» y propone «dar un reconocimiento jurídico normalizado en derecho español y en derecho europeo» a estos territorios españoles. «Estado y ciudadanía española deberíamos ser muy ágiles a la hora de prevenir y reaccionar: hay que ser claros en la defensa de la españolidad de los territorios y rigurosos a la hora de transmitir al resto del mundo que no hay ninguna cuestión colonial ni agravio histórico pendiente con Marruecos, con el que el Gobierno tiene que ser más riguroso y exigente
El reclamo sobre los “presidios” como señala la prensa marroquí a Ceuta y Melilla, viene de tiempos de la independencia de Marruecos, en el marco de la teoría del Gran Marruecos. No hace mucho, en 2020. el primer ministro marroquí Saadedine El Othmani, no tiene dudas sobre los presuntos derechos sobre Ceuta y Melilla, y exige reabrir el asunto en algún momento con España. Esta declaración fue coincidente con el pedido de Trump, de normalizar las relaciones entre Rabat e Israel, a cambio de reconocer la soberanía marroquí sobre las zonas ocupadas del Sahara Occidental.
El gobierno español, luego de las declaraciones del primer ministro marroquí, convocó a la embajadora marroquí Karima Benyaich, a los fines de hacerle llegar una protesta diplomática. Naciones Unidas nunca incluyó estos territorios como territorios a descolonizar, a pesar que Marruecos intentó ponerlos en la agenda del Comité de Descolonización. Ceuta quedó en manos españolas por un tratado con Portugal en 1668. En 1415, dicha ciudad fue conquistada por tropas lusas, hasta que finalmente quedó en manos españolas. Melilla es territorio español desde 1565 y por sucesivos tratados entre Marruecos y España, el sultán reconoció la soberanía hispana sobre dicho enclave. Asimismo, las ciudades citadas como las otras plazas de soberanía, no fueron incorporadas en el régimen del Protectorado marroquí. Lo que deja bien en claro, que no estamos ante una situación colonial, como pretende hacer valer Rabat.
Una nueva crisis migratoria, donde cientos de inmigrantes ilegales africanos, quisieron saltar las medidas de seguridad que separan Marruecos de la ciudad española de Melilla, fue respondido con brutalidad por parte de la Gendarmería marroquí, que ocasionó muertes y trascendieron imágenes de maltrato a los inmigrantes en junio de 2022. Esto causó indignación, a tal punto que el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas exigieron explicaciones y la respuesta de Rabat fue la siguiente “Marruecos no cuenta con fronteras terrestres con España”. Incluso hablan de la línea de separación entre Marruecos y Melilla y que es “inexacto” calificarla de límite internacional entre Marruecos y España. Madrid no reaccionó ante estas declaraciones y siguió aferrándose a su estrategia de buena vecindad.
La cuestión del reclamo marroquí sobre las plazas de soberanía españolas, tiene que ver con la geopolítica. La presencia de los enclaves españoles, limita el margen de maniobra y la influencia que puede tener Marruecos como país ribereño del Estrecho de Gibraltar. En esta área de alto valor, dado que conecta el Mediterráneo como el Atlántico, interactúan tres actores: Gran Bretaña, España y Marruecos, y también podríamos incluir a los Estados Unidos. Esta política de “divide y reinarás” garantiza que no exista un actor hegemónico en dicha zona. Marruecos lo sabe, pero ello no impide, dado su interés de convertirse en una potencia regional, utiliza este diferendo, fabricado por el mismo Rabat, como “moneda de cambio” frente a España, para obtener ventajas en diversas cuestiones, y especialmente para mantener alejado a Madrid, de la cuestión del Sáhara Occidental.
Marruecos, a lo largo de estos años, por medio de incidentes calculados, ha logrado de alguna u otra manera, identificar las vulnerabilidades de España. El gobierno de Pedro Sánchez, sin ninguna duda, con su política, ha sido funcional al juego marroquí. El presidente español, intentó mostrar la postura de su gobierno en torno al Sáhara Occidental, como una victoria, al considerar que las relaciones con Marruecos serían más sólidas y estaría garantizada la integridad territorial de España, especialmente en torno a Ceuta y Melilla. En los hechos Marruecos, tiene una estrategia definida, de presionar sobre dichas ciudades. Ejemplo de ello es la creación de una nueva región militar con sede en Alhucemas, a 90 km de Melilla, que, desde el discurso oficial, es para enfrentar la migración ilegal y el contrabando. En medios especializados, la construcción de la nueva base en la nueva región militar, incluye el despliegue de sistemas de defensa antiaéreos de largo alcance. Ello dista mucho de operaciones de vigilancia de fronteras para prevenir ilícitos. Otra base de defensa aérea se construye a 200 km de Ceuta, para el despliegue de sistemas antiaéreos chinos Sky Dragon. Vale la pena recordar que las principales fuerzas de infantería de marina marroquí, tienen base en Alhucemas. Llegado el caso la captura de las llamadas “plazas menores” no es desde el punto de vista militar un obstáculo insalvable.
Rabat mantiene un clima de conflicto, siempre latente con España. Ejemplo de ello, es no reconocer las fronteras marítimas con las plazas de soberanía. La presión fronteriza es constante, a través de grupos migratorios, siendo explotado hábilmente por Marruecos como moneda de cambio y obtener concesiones a la Unión Europea. En 2018, Rabat cerró la frontera con Melilla y en 2019, emitió directivas a sus funcionarios para que no ingresen a España vía Ceuta o Melilla. Las autoridades marroquíes, han buscado por diversos medios generar perjuicios a la economía de las ciudades autónomas españolas e intentar que los medios de comunicación, muestren a dichos enclaves como un dolor de cabeza para España y factor de conflicto. Desde el punto de vista político, los enclaves no tienen la gravitación que deberían tener en la política española, por su valor estratégico.
La necesidad de Marruecos de conflictos como mecanismo de supervivencia de su régimen
Históricamente, los conflictos externos, han sido explotados con habilidad por el régimen marroquí, como válvula de escape para lidiar con el frente interno. La población marroquí, ha estado sometida a una narrativa, dado que los medios están directa o indirectamente controlados por el régimen, y esto se extiende a las comunidades marroquíes en Europa y la misma España. Por ende, llegado el caso, puede ser un factor de problemas a resolver, especialmente en los enclaves. Rabat maniobra con habilidad para neutralizar a España y privarla de apoyos en caso de un conflicto de mayores dimensiones. En el marco de la guerra de Ucrania, Marruecos no condenó la invasión y mantuvo relaciones cordiales con Rusia, en un intento que decante por un mayor apoyo a su rival argelino. Ello no ha impedido que, en las últimas semanas, accedió por pedido de Estados Unidos, de entregar stocks de repuestos de tanques T72 en servicio en el Ejército marroquí, a las fuerzas ucranianas. Veremos cómo reaccionará Rusia, dado que el Kremlin, tiene una política de sanciones contra los países que suministran armas a Ucrania. El objetivo es que la Casa Blanca siga considerando a Marruecos como un aliado clave en el Magreb y de alguna manera, mantener el statu quo en el Sáhara Occidental.
Estados Unidos, no desea que haya un actor dominante en la zona de los Estrechos, mantener la situación del Sáhara Occidental, evitando que un cambio implique una victoria política de Marruecos, y ello tenga otro tipo de consecuencias. El objetivo es mantener el control sobre la política de Rabat en la región, evitando que el fosfato, sea utilizado como “arma” por Marruecos, fuera de la influencia de los intereses de Washington. España como miembro de la OTAN, está supeditada también a los dictados de la Casa Blanca, y, por ende, mantiene una política de apaciguamiento hacia el vecino magrebí. Ello incluye no involucrarse en la cuestión saharaui.
En su carrera por el liderazgo regional frente Argelia, Marruecos, ha realizado importantes inversiones en materia militar. Debe ser motivo de preocupación las inversiones en materia de ciberseguridad, drones, defensa antiaérea, tanques, artillería, y vigilancia, especialmente al contar con un satélite de observación militar, lanzado en 2017. En materia naval el esfuerzo, ha permitido convertir una fuerza naval, similar a un guardacostas, a una fuerza con cierta capacidad oceánica. Las fuerzas terrestres marroquíes han estrechado mucho la brecha tecnológica que las separaba del ejército español. En el mismo sentido pasa con la Fuerza Aérea.
En el caso del conflicto del Sahara Occidental. Las fuerzas saharauis volvieron a las armas, como hemos señalado en Diario El Minuto, librando una guerra de pequeña escala, con el objetivo de visibilizar el conflicto, algo que ha tenido un resultado exiguo, pero por lo menos, tanto Naciones Unidas, como Estados Unidos, siguen sosteniendo, aunque de manera formal, que la salida del conflicto es en base a negociaciones entre las partes en conflicto. La reacción de Marruecos ha sido moderada, limitándose a operaciones de represalia, que ha tenido su costo en vidas civiles, generando tensiones con Mauritania y especialmente con Argelia. El alza de los costos de la energía, los embargos y sanciones en materia de petróleo que afectan a Rusia, abrieron las puertas para que Argel, sea un actor clave en el abastecimiento de energía a Europa. Los argelinos ahora se han convertido en un actor de peso, que llevó a Francia a reconocerlo e impulsar un acercamiento. El gran aliado de Marruecos, se ha ido muy mal parado de Malí, su influencia en África está apagándose ante el ingreso de dos grandes actores: China y Rusia.
Rabat en el marco de la delimitación de sus espacios marítimos, como los del Sáhara Occidental, es posible que abra las puertas para nuevos conflictos con España, buscando obtener beneficios. El fallo del Tribunal de Justicia Europeo, relativo a los recursos naturales, sin ninguna duda limitan seriamente la posibilidad de llamar a empresas a explorar las aguas saharauis, detentadas por Rabat, pero ello no impide por medio de presiones, y cierta coacción, intente que los europeos, no cumplan con el fallo, agregándose que el tímido apoyo a Ucrania, también pueda ser empleado como “moneda de cambio” en sus intereses sobre el conflicto saharaui.
España está en una posición defensiva. Su gobierno es funcional a Marruecos. A pesar de algunos gestos, tolera la política marroquí hacia las plazas de soberanía. El escenario de una “Marcha Verde” sobre las plazas de soberanía, es poco probable, pero debe ser motivo de atención la creciente presión demográfica sobre ambas ciudades, y los intentos de perjudicar sus economías, a través de acciones indirectas. Hasta ahora, la maniobra de Rabat sobre España, ha tenido éxito. El problema, es que los líderes españoles, creen que, cediendo a las presiones marroquíes, evitan un conflicto de mayor magnitud. Ellos no perciben la visión de Rabat, el accionar de la política española, es vista como debilidad, y pronto subirán la apuesta. La estrategia de Madrid frente a Marruecos, tuvo como resultado, la pérdida de negociar acuerdos ventajosos en materia de energía con Argelia, el incremento de la presión marroquí sobre las plazas de soberanía, el aceptar las condiciones que pretende hacer valer Rabat sobre el tema Sahara.
España debe cambiar su política en relación a Marruecos, asumiendo los riesgos que ello conlleva. Rabat busca por medio de una estrategia sin tiempo terminar absorbiendo las plazas de soberanía españolas, dado que ello implica, tener un mayor peso en el área de los Estrechos, mejorando su posición frente a Estados Unidos e imponer o por lo menos lograr un apoyo decisivo para hacer valer su solución unilateral sobre el conflicto saharaui. El camino del actual gobierno español, abre las puertas para nuevas pérdidas territoriales para España, lo que, sin ninguna duda, el actual rumbo, llevará a España a cometer un verdadero “suicidio geopolítico”.
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