Contramutis | Por Hmad Hammad
Los activistas de Derechos Humanos saharauis son continuamente acosados por las fuerzas de seguridad marroquíes para que desistan de su actitud, como se ve en el caso concreto que relata Hmad Hammad sobre un viaje desde El Aaiún, capital del Sáhara Occidental, a Dajla para documentar violaciones de los DDHH.
El Aaiún (Sáhara Occidental).- El 25 de abril salimos de El Aaiún el activista pro Derechos Humanos Dafa y yo hacia la ciudad de Dajla, en el Sáhara Occidental ocupado, para recoger información sobre violaciones de DDHH a ciudadanos saharauis, un viaje cargado de persecución e intimidación a lo largo de todo el camino.
Al llegar a un control de policía en la ciudad ocupada de Bojador nos pidieron la documentación, registraron nuestras pertenencias y nos hicieron esperar durante casi media hora, hasta que llegaron dos coches de los servicios secretos marroquíes, que nos siguieron hasta la salida de la comarca.
Cuando llegábamos a la ciudad ocupada de Dajla, en un puesto de la gendarmería nos volvieron a pedir la documentación; las provocaciones e intimidaciones continuaron y ya en la entrada de la ciudad un grupo de policías nos hizo parar y registraron otra vez nuestras pertenencias, utilizando perros adiestrados, todo esto delante de los transeúntes con la intención de dar mala imagen de nosotros, mientras otros coches pasaban sin ningún problema.
Ya en Dajla, nos dirigimos a la casa de un compañero activista donde seguimos siendo vigilados todo el tiempo por los agentes de los servicios secretos. Es la manera que utiliza Marruecos para impedir que podamos acceder a la información necesaria para elaborar informes y denunciar las graves violaciones de Derechos Humanos en el Sáhara Occidental ocupado. Mediante la persecución e intimidación de activistas y defensores de los DDHH hacen que estas personas estén demasiado asustadas para hablar de lo que han vivido por temor a la utilización por parte de las autoridades de ocupación de barreras legales, políticas y administrativas para intimidar y silenciar a la sociedad civil saharaui.
Esa presión termina traduciéndose en la autocensura de quienes no quieren arriesgarse a ser perseguidos. Es la política que utiliza la ocupación para bloquear la labor de los activistas y las organizaciones de la sociedad civil, hasta el punto que los activistas pueden llegar a ser catalogados como “criminales” solo por ejercer su trabajo: nos ponen obstáculos y no podemos recoger más información sobre los actos de intimidación y represalia con un enfoque específico en los abusos sufridos por los defensores de los derechos de la comunidad saharaui.
De regreso, volvimos a sufrir los mismos actos de intimidación: violación del derecho a la libre circulación, pasando por lo mismo en los controles mencionados anteriormente hasta la ciudad de El Aaiún, donde nos pararon casi media hora hasta avisar a los servicios secretos.
Solicitamos a las Naciones Unidas la protección tanto de los activistas como del pueblo saharaui, víctima del silencio impuesto a la fuerza, para que las denuncias de las violaciones de los Derechos Humanos no puedan llegar más allá del muro de la vergüenza, así como la implantación de un organismo de la ONU para garantizar la integridad y la vida de los activistas y las víctimas saharauis. Pedimos que se escuche nuestra voz y nuestro sufrimiento y que las NNUU y la comunidad internacional ponga fin al sufrimiento y las violaciones sistemáticas a un pueblo desarmado en las zonas ocupadas.
Activista pro Derechos Humanos.
Vicepresidente de CODAPSO y miembro de ISACOM
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