¿A qué huelen los acuerdos UE-Marruecos que incluyen el Sáhara Occidental?


Por Haddamin Moulud Saïd 

Madrid (ESC).- En los acuerdos comerciales UE-Marruecos que incluyen el Sáhara  Occidental, inicialmente, de modo tácito y, posteriormente, de modo expreso, llama la atención una serie de elementos que merece la pena destacar.

Ya en el año 2011 el Parlamento Europeo había tumbado el acuerdo pesquero UE-Marruecos, justamente por incluir las aguas del Sáhara Occidental. Más tarde, en el año 2012, el Frente Polisario inicia su batalla legal contra la inclusión del Sáhara Occidental dentro del ámbito de aplicación de los acuerdos comerciales UE-Marruecos.

Hasta finales de 2018, en tres pronunciamientos judiciales consecutivos, la máxima autoridad judicial de la UE había ido construyendo una invariable, uniforme y pacífica doctrina sobre la materia.

Y aunque, hasta la actualidad, el Polisario no ha ganado ni una sola  sentencia firme, el obiter dictum de todos los pronunciamientos judiciales del TJUE, con relación al Sáhara Occidental, le es enteramente favorable. Más aún, la solidez de su doctrina sobre el Sáhara Occidental, le ha servido al propio Tribunal, para sustentar sus argumentos en otros casos, por completo ajenos, a la cuestión saharaui.

   En primer lugar, llama la atención el empeño, la premura y la ligereza con que la UE firma los acuerdos con Marruecos. Como ha quedado dicho, ya es bastante ilustrativo que el Consejo haya tirado para adelante, en el año  2011, cuando sabía que el Parlamento iba a tumbar el acuerdo.

Sabiendo como sabe, por tanto, la UE que la reclamación del Polisario se asienta sobre una fortaleza jurídica virtualmente inatacable, ¿por qué se empeña en seguir suscribiendo acuerdos comerciales con Marruecos que incluyen el Sáhara Occidental? ¿La consolidada doctrina del TJUE sobre la cuestión no era lo suficientemente clara como para que la UE dejara de actuar de esa manera tan contraria a la legalidad?

Sólo existe una razón que justifica esa forma de actuar contra la legalidad internacional: intereses inconfesables de ciertas élites europeas.

   En segundo lugar, llama la atención la ligereza con que la UE firma los acuerdos con Marruecos. La premura por firmar dichos acuerdos ha sido tal que las solemnes instituciones de la UE han terminado perdiendo su propia dignidad. 

¿Por qué, si no, la UE aprueba y firma un acuerdo con un tercer Estado cuando aún faltan por conocer elementos esenciales de dicho acuerdo? Es decir, el Parlamento Europeo, el Consejo y la Comisión habían aprobado y firmado un acuerdo, del que ignoraban uno de los elementos esenciales, el espacial, hasta el punto de que ese dato, sólo fue aportado por Marruecos al día siguiente de la entrada en vigor de dicho acuerdo.

    En tercer lugar, llama la atención el entusiasmo de determinados países a la hora de intervenir en el proceso judicial, en comparación con la estampida de otros. Es curioso, por ejemplo, comprobar que los países que exhiben mayor entusiasmo a la hora de intervenir en los litigios son, precisamente, aquellos cuyas élites gobernantes tienen mayor vinculación con Marruecos.

¿Qué papel han jugado los distintos Estados miembros en la batalla legal del Polisario contra el Consejo de la Unión? ¿Por qué los distintos Estados miembros han tenido un rol diferente en la batalla legal?

En el caso de 2016, relativo al recurso de casación interpuesto por el Consejo contra la sentencia de 2015 que anulaba el acuerdo pesquero con Marruecos, la Comisión salió en ayuda del Consejo y solicitó la intervención en el proceso. También solicitaron la intervención judicial España, Francia, Portugal, Bélgica y Alemania. Aunque Alemania no participó en ninguna fase del procedimiento. Por su parte, Bélgica no participó en la fase oral del procedimiento.

Más tarde, en el año 2021, sólo España y Francia se habían sumado al Consejo en su recurso de casación contra la sentencia de septiembre de 2021 que anulaba los acuerdos con Marruecos. No hará falta aludir al escándalo Pegasus y las escuchas, tanto a Pedro Sánchez como a Emmanuel Macron, para demostrar el grado de penetración de Marruecos en esos dos países.

En cuarto lugar, llama la atención el hecho de que el mismo Parlamento Europeo que, en el año 2011, había tumbado el acuerdo pesquero, ocho años más tarde, lo apruebe con una abrumadora mayoría. Claro que la altura moral de los eurodiputados de antaño había sucumbido al Moroccogate de hogaño.

Por último, un dato altamente llamativo es el desuso de las licencias concedidas a los pescadores europeos, especialmente, los españoles cuyo gobierno es el que más ha batallado para que se apruebe el acuerdo. 

¿Por qué los pecadores españoles han sido tan remisos a la hora de aprovechar esas licencias? ¿No decían los gobernantes españoles que el acuerdo era muy beneficioso para los pescadores gallegos, andaluces y canarios? ¿Entonces, por qué no salen a faenar? 

Desde la entrada en vigor del actual acuerdo pesquero, cerca del 80% de los barcos españoles con licencia no ha hecho uso de la misma.

La verdadera razón está en el dato de que el mayor beneficiado del acuerdo no es ningún pescador europeo, no. El mayor beneficiado es el propio Marruecos. Los cefalópodos, que es donde está el negocio, se los ha quedado Marruecos para sus propias empresas de exportación. A los europeos, el acuerdo pesquero, les ha deparado la pedrea de El Niño.

Y frente a los 128 buques europeos, a los que se les permite la pesca en virtud del acuerdo, hay más de 160 empresas marroquíes cuyos productos de la pesca entran directamente en la UE.

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