Por ECSAHARAUI (Editorial)
ECS. Bir Lehlu. | La iniciativa política de línea dura pero dialogante de la República Saharaui (RASD), promovida por el actual presidente Brahim Ghali, ha obtenido resultados y respuestas positivas así como el apoyo de sus aliados, incluso cuando ciertas capitales con intereses limitados intentaron obstruirla. Además ha provocado indirectamente un desgaste diplomático marroquí sin precedentes, degradando su imagen internacional y abriendo frentes y tensiones con innumerables países que se ha traducido en evitables pérdidas millonarias.
Es evidente que la RASD en las últimas décadas perdió músculo diplomático debido principalmente a sus desafíos internos, sin embargo, desde la toma del poder en 2016 por parte de Brahim Ghali, éste emprendió una campaña para reafirmar sus posiciones y asumir un papel más proactivo en la resolución del conflicto que mantiene con Marruecos, aprovechando su reconocida experiencia y conocimientos del conflicto de larga data. Se destacan tres hechos de suma importancia que harán fluctuar las posiciones de los estados en la próxima década; las históricas sentencias del Tribunal de Justicia Europeo anulando los acuerdos UE-Marruecos de pesca y agrícola que incluían ilegalmente el territorio no autónomo del Sáhara Occidental, la reanudación del conflicto armado tras innumerables violaciones del alto el fuego por parte de Marruecos desde el 2001 y la estimulación del proceso de la ONU después de tres años estancado sin un enviado personal y cuatro años sin negociaciones directas. El principal desafío sigue siendo la Unión Europea, particularmente Francia, Alemania y España, con quien las relaciones pasan por una coyuntura precaria debido a su atrincheramiento en las posiciones de Rabat aún cuando les perjudica abiertamente.En los últimos años, especialmente desde el restallido de la guerra en Noviembre de 2020 tras el ataque marroquí a civiles saharauis y la posterior ampliación del muro marroquí, la República Saharaui se ha embarcado en un ambicioso redespliegue diplomático con el Presidente de la República, Brahim Ghali, a la cabeza, mostrando una ráfaga de visitas al extranjero, nombramiento de nuevos embajadores, el logro de más reconocimientos internacionales. Durante sus viajes y compromisos diplomáticos, Brahim Ghali ha trabajado diligentemente para fortalecer la cooperación bilateral y los diálogos estratégicos. Ya sea en la ONU, en América Latina, en Europa o en África, está posicionando exitosamente a la República Saharaui como una voz importante en la estabilidad del Norte de África, incluidas crisis, conflictos políticos, preocupaciones de seguridad, narcotráfico e inmigración ilegal, especialmente en el Sahel, erigiéndose en el horizonte como la única opción para España y Europa para calmar las tensiones migratorias en el Atlántico y renegociar un acuerdo de pesca acorde a la legalidad internacional.
En Nueva York, Bruselas, Nairobi, La Habana, México D.F, Caracas, Kampala, Johannesburgo, Luanda, Túnez o en la misma cumbre del BRICS en Sudáfrica, Brahim Ghali ha sabido encontrar audiencias receptivas que se han hecho eco de la visión del Frente POLISARIO y de la República Saharaui, y aplauden la constancia de su postura pacífica en pro del desarrollo de la región y buenas relaciones de vecindad. Ghali ha dejado entrever a la República Saharaui en un actor fundamental en la competencia por una porción del “pastel africano” debido al floreciente potencial económico del continente, siendo clave concretamente en la activación y resucitación del ansiado y deseado UMA (Unión del Magreb Árabe) que se mantiene en suspenso por la ocupación marroquí de partes de la República Saharaui y sus tensiones con todos sus miembros derivadas de su expansionismo.
Esta dinámica actividad diplomática refleja una vigorosa reafirmación y reorientación hacia las posiciones centrales e innegociables de la República Saharaui, que, frente a un tablero internacional convulsionado por importantes agitaciones, el liderazgo saharaui reconoció la necesidad imperiosa de reafirmar su postura y, cuando sea necesario, anticiparse y adoptar posturas decisivas.
Uno de esos casos que requiere un enfoque decisivo es el papel de la ONU en el conflicto, que tiene repercusiones en las relaciones internacionales y ha dado lugar a opiniones divergentes sobre su gestión, que ha ido en contra de sus propios principios y resoluciones. Como señal de progreso, mencionaremos la serie de reuniones que el enviado del SG de la ONU para el Sáhara Occidental, Staffan De Mistura, ha mantenido con los cancilleres de distintos países, por lo que se espera que este ritmo constante de esfuerzos diplomáticos continúe durante el próximo año desembocando en negociaciones sin la llamada mesa redonda como ha rechazado tajantemente el Frente POLISARIO por considerarla una herramienta dentro de la estrategia de dilación marroquí. Son ya cuatro años sin negociaciones y aunque las condiciones siguen siendo inmaduras, está por ver el formato que adoptarán las mismas. En cualquier caso, estos hechos solidifican el papel renovado de la RASD y su determinación en la solución pacífica del conflicto y ponen de relieve la nula voluntad política de Rabat en la búsqueda de una solución diplomática y en cumplir sus compromisos adquiridos ante la comunidad internacional.
Las principales capitales mundiales, incluidas Moscú, Washington y Pekín, entre otras, han apoyado al enviado de la ONU a la región, Staffan De Mistura, y el plan de resolución de las Naciones Unidas que aboga por un referéndum de autodeterminación para determinar el futuro del territorio no autónomo ocupado desde 1975 por Marruecos. Pese a que son las típicas posturas esperanzadoras que no superan el umbral de la retórica y no ofrecen curso de acción alguno, la hábil estrategia de Ghali fue más allá de valorar la típica ambigüedad diplomática que favorece la política de ocupación marroquí y ha abarcado diversas cuestiones regionales y continentales, jugando la carta bilateral para obtener el apoyo de socios estratégicos y al mismo tiempo colaborar con organizaciones regionales e internacionales. En este sentido, la resucitación de la Unidad del Magreb Árabe pasa por concluir la descolonización de la última colonia africana.
La renuncia al poder de Buteflika y la llegada de Abdelmajid Tebboune a El Mouradia en 2019 supuso para Argel el abandono de una agenda internacional discreta y el inicio de una intensa política exterior para recuperar la influencia perdida, suceso que fue capitalizado por el liderazgo saharaui acentuando el resurgimiento de la República Saharaui en el escenario internacional y regional. Su participación en todos los foros de la Unión Africana sirvió como catalizador crucial para la unidad y la toma de decisiones dentro de la organización en pro de sus intereses, movimientos que obligaron a Rabat a formular una petición para unirse a la organización regional en 2017 tras tres décadas de autoexpulsión con el único objetivo de contrarrestar la influencia saharaui.
Además, Argelia, gran aliado de la RASD, ha asegurado un lugar para la Unión Africana dentro del G-20 y continúa abogando por su propia membresía en las Naciones Unidas, exigiendo un papel permanente en el concierto de las naciones. Los esfuerzos de promoción de Argelia continuarán durante su mandato como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.
Existe una sensación palpable de esperanza de que se avance hacia una resolución pacífica del prolongado conflicto del Sáhara Occidental. La comunidad internacional seguirá de cerca la evolución del conflicto, consciente del profundo impacto que puede tener en el futuro de la región norteafricana y en el sur de Europa. Si bien aún las condiciones son inmaduras, es previsible que la ONU siente a negociar a Marruecos con el Frente POLISARIO.
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