¿Está sentando EE.UU las bases para un cambio estratégico en el Sáhara Occidental?


Ahmed Zain

ECS. Madrid. | El conflicto del Sáhara Occidental lleva estancado más de cinco décadas debido principalmente a la intransigencia marroquí y su falta de voluntad política para cumplir con sus compromisos adquiridos ante la comunidad internacional en 1991 de realizar un referéndum en el Sáhara, territorio que ocupa ilegalmente desde 1975, y en el que la guerra restalló en 2020 por la anexión de nuevos territorios saharauis al sur del país.

Como resultado de este estancamiento diplomático sumado a un riesgo de la exacerbación de las operaciones militares, resulta cada vez más necesario un cambio en las tácticas diplomáticas para encauzar el conflicto hacia la vía pacífica y ofrecerle al pueblo saharaui, como pueblo colonizado, el derecho a decidir sobre su futuro como dictan las resoluciones de la ONU. Recientemente, los EE.UU vienen modulando su posición respecto al conflicto incluyendo términos un tanto ambiguos que se distancian gradualmente de su tradicional postura de apoyo indiscutible a las tesis marroquíes, lo que puede suponer el inicio de un cambio estratégico.

Durante su última visita a Marruecos, el subsecretario adjunto del Departamento de Estado de Estados Unidos para temas del norte de África, Joshua Harris, ha trasladado a principios de septiembre a las autoridades marroquíes que su plan de autonomía para el Sáhara Occidental tiene un "enfoque potencial" para satisfacer las aspiraciones del pueblo saharaui. En una reunión con Bourita, y en la que también ha participado el embajador estadounidense en Rabat, Puneet Talwar, Harris ha reafirmado el compromiso de Washington con el "proceso político" iniciado por la ONU para resolver la cuestión saharaui, a la par que ha incidido en la importancia de colaborar con el enviado especial de Naciones Unidas, Staffan de Mistura.

EE.UU, dos posicionamientos estratégicos en tres años

Hace exactamente tres años, el ex presidente de los EE.UU, Donald Trump, reconoció en los últimos días de su mandato la supuesta soberanía marroquí sobre partes de la República Saharaui en un ''quid pro quo'' de manual para estimular la normalización de relaciones entre Rabat e Israel en el marco de los Acuerdos de Abraham. Así, Marruecos se envalentonó y pensó que operaba bajo la protección de EE.UU, y lo que en su momento fue calificado como un ''espaldarazo'' a las tesis expansionistas marroquíes, lo sumió en graves crisis y tensiones diplomáticas tras intentar imponérselo a otros países y tomar represalias si no apoyaban la decisión de Trump.

Tres años después del reconocimiento de Trump, se suavizó el apoyo a la ocupación con declaraciones del subsecretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, afirmando que la autonomía marroquí para el Sáhara Occidental era uno de los ''potenciales enfoques'', dejando entrever que cabría considerar otras opciones debido a que la alternativa marroquí solo prolongaría el conflicto.

Estos cambios en la política exterior estadounidense en un periodo de tiempo tan corto tienen su explicación en el contexto geopolítico en el que se dieron; El reconocimiento de soberanía marroquí de Trump se produjo cuando los Acuerdos de Abraham estaban en plena efervescencia, promocionados por su cuñado Kushner, de origen judío, y convertidos en ''buque insignia'' de la diplomacia trumpista, pese a que hoy en día penden de un hilo por la brutal masacre humana que están cometiendo los israelíes en Gaza.

En cambio, el posicionamiento de Biden se está dando en un contexto actual marcado por la incapacidad de Marruecos e Israel de proteger sus intereses en la región, enemistados con todos sus vecinos, con guerras abiertas que amenazan con derivar en situaciones incontrolables y por su hostilidad hacia los estados otanistas que no apoyan y se oponen abiertamente sus desmanes. Tel Aviv intenta por todos los medios arrastrar a los Estados Unidos a un ataque contra Irán mientras Rabat busca desesperadamente que Washington sancione a Argelia, pero cuando la seguridad nacional vinculada a la estrategia general de Estados Unidos se ve amenazada, el Estado profundo silba el fin del receso.

La actitud de Biden comenzó a suavizarse nada más llegar al poder, ni consulado estadounidense en la ciudad saharaui de Dajla ocupada ni drones Reaper como habían prometido a Mohamed VI por normalizar lazos con Israel. Posteriormente el Departamento de Estado comenzó a incluir los términos ''solución digna para el pueblo saharaui'' y a tomar la iniciativa directamente, sin la ONU mediante, de visitar a las partes implicadas e interesadas para relanzar el diálogo y una solución pacífica ''sin más demora''. En poco menos de tres meses, se han efectuado tres visitas a la región del subsecretario del Departamento de Estado para el Norte de África, Joshua Harris, con el objetivo declarado de intensificar el proceso político en el Sáhara Occidental y avanzar hacia una paz regional.

Esta renovada hiperactivdad en torno al conflicto saharaui y la actual posición estadounidense junto a su nueva retórica pueden suponer el inicio de un nuevo cambio respecto al conflicto saharaui por varias razones; El papel de Washington como redactor neutral de las resoluciones del conflicto saharaui en el Consejo de Seguridad de la ONU ha quedado severamente comprometido por su declarado apoyo a una de las partes, mantenerse neutral serviría para moderar la hostilidad marroquí hacia sus aliados otanistas y les protegería de las represalias económicas que pudiera tomar Argel.

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