“La huella del bien” cuando la solidaridad nace en el refugio: Mujeres, jóvenes y saharauis

Madrid, 16 Agosto de 2020 (ECSAHARAUI)






Por Taleb Alisalem/ECS




Quizás la idea que tenemos de la solidaridad o la cooperación en general suele ser basada en un tipo de ayuda externa patrocinada por algún organismo internacional o asociación no gubernamental, pero en este caso, lo excepcional, es que la idea nace en los mismos campamentos de refugiados buscando ayudar en la medida de lo posible a los más desamparados dentro de los asentamientos saharauis. La idea de estas jóvenes no solo es un proyecto solidario, sino una lucha contra la monotonía y la dureza del exilio es una búsqueda de realización personal y también de trabajo a la comunidad, quizás por eso mi interés por contar la historia de Ahjabha Presidenta de la asociación Basmat Khayr o “la huella del bien”, una maravillosa iniciativa ideada por jóvenes refugiadas saharauis para ayudar a las familias más necesitadas dentro de los campamentos.







“Me llamo Ahjabha Hammadi Faraji, tengo 26 años, soy mujer saharaui, nací y crecí y vivo actualmente en los campamentos para personas refugiadas al sur de Argelia” así comenzaba el mensaje de audio que recibí por parte de esta joven saharaui con la cual había contactado a través de una red social pidiendo contar su historia en forma de entrevista, porque su historia merece ser contada. Ahjabha accedió amablemente a charlar conmigo y contestar a mis preguntas.







Ahjabha, me gustaría que me contaras según tu punto de vista y vivencia personal ¿Cómo es nacer y crecer en un campamento para refugiados?

Bueno, mi infancia la recuerdo como la mejor etapa de mi vida, cuando éramos niños y jugábamos descalzos en la arena entre las jaimas, cuando cantábamos y reíamos como cualquier niño, el hecho de ignorar la dureza de realidad en la que vivíamos hacía que fuésemos mucho más felices.







Pensábamos que vivir en jaimas, escuchar hablar del horror de la guerra o soportar las tormentas de arena y altas temperaturas era algo normal, era nuestra realidad y la única para nosotros. Esta realidad se rompió cuando tenía 6 años, mi madre se encontraba en un estado de salud muy grave necesitaba urgentemente de una intervención médica y como en los campamentos los servicios sanitarios son muy básicos, mi madre fue enviada a Libia para tratarse, y yo la acompañe.

Ella, mi madre, me cuenteaba que al llegar a Libia mi impresión al ver una ciudad era muy notable, y mis preguntas muy tontas a la vez que legitimas, le preguntaba por que todos van calzados cuando en los campamentos a penas usamos calzado, preguntaba por que vivían en casas cuando nosotros vivimos en jaimas o porque tenían tantas puertas, o escaleras, o grifos de agua… un sin fin de dudas un sin fin de descubrimientos para aquella niña de 6 años que te hacen despertar y empezar a ser consciente de la dura realidad de nuestro pueblo.




Los saharauis llevan 45 años viviendo en campamentos de refugiados esperando una solución al conflicto y poder, por fin, volver al Sáhara Occidental su país natal del que fueron expulsados. ¿Cómo es el día a día en los campamentos cuando no hay fecha de vuelta todavía?

El día a día es difícil, muy difícil. Ahjabha hace una pausa en su alegato - Silencio - y continúa, aquí en los campamentos por mucho que hagas siempre tienes un sentimiento de vacío, de que podrías hacer más, de que deberías hacer más. Nuestros sueños, nuestras aspiraciones, nuestros deseos están totalmente limitados y condicionados por nuestra situación de refugiados, nuestro día a día es rutinario, monótono, incluso para mí que soy voluntaria e intento moverme y estar siempre haciendo cosas, aun así, las cosas siempre son las mismas, la vida es siempre rutinaria.

Teniendo en cuenta que los saharauis estamos en estos campamentos desde hace más de 45 años esperando, simplemente esperando, se hace difícil escapar de la monotonía. Una vez leí que “la espera es una forma de muerte” y creo que, hasta cierto punto, por desgracia, esto es cierto.







¿Cómo nació la idea de crear una asociación dentro de los campamentos para ayudar a las familias más desfavorecidas?

La idea nació en una reunión normal de seis amigas, tomábamos el té como cualquier otro día y hablábamos de hacer algo, de ayudar dentro de los campamentos, pero no sabíamos que hacer exactamente, finalmente decidimos empezar reuniendo pequeñas cajas de cartón vacías e ir poniendo en ellas todo lo que pudiésemos reunir, ropa, alimentos, utensilios de limpieza… Todo nos valía y todo lo fuimos reuniendo y recogiendo de nuestras propias familias, vecinos o alguna tienda que amablemente quiso cooperar.

Después hicimos una lista de las familias más necesitadas en nuestro barrio y comenzamos el reparto, nuestro trabajo no solo se limitaba a repartir aquella pequeña ayuda material que habíamos logrado reunir, sino que también decidimos involucrarnos a un nivel más humano, pasábamos el día con aquellas familias, les ayudábamos a limpiar y organizar sus jamás, hacíamos compañía a algún anciano o anciana que viviese solo u organizábamos juegos para las niñas y niños de estas familias.

Quizás, lo más complicado fue hacer que estas familias aceptasen nuestra ayuda, y me explico, los saharauis por naturaleza somos personas con mucha dignidad, por muchas necesidades que uno pueda estar pasando siempre hará lo posible por no hacerlas visibles, por llevar su pobreza con la mayor dignidad posible, por ello fue esencial que nuestra ayuda no solo sea material, sino también sentimental. Esto fue en el inicio, más tarde nuestra idea fue entendida y aceptada y fuimos creciendo y sumando más voluntarias haciendo que en la actualidad estemos presentes en todos los campamentos de refugiados saharauis.

¿Fue difícil para vosotras como jóvenes refugiadas llevar a cabo esta iniciativa?

Si y no, la idea en si no fue complicada ya que los campamentos saharauis en sus inicios fueron construidos y gestionados por mujeres debido a que los hombres estaban en la guerra. Fue la mujer saharaui la que construyo toda la estructura y funcionamiento de los campamentos de refugiados saharauis que se mantiene hasta hoy en día. Lo que fue complicado es iniciar un proyecto de voluntariado y trabajo de ayuda interno ya que generalmente la ayuda que solemos recibir en los campamentos es de organismos internacionales, de la ONU o asociaciones independientes en su mayoría españolas.

¿Cómo es la situación humanitaria dentro de los campamentos?

Nuestra asociación nació en vista de la drástica reducción de la ayuda humanitaria internacional que hizo que muchas familias vivan en la pobreza extrema. La situación actualmente es mucho peor que hace unos años, la mayoría de familias a las que estamos ayudando son mujeres, suelen ser mujeres divorciadas que tienen hijos a su cargo, ancianas que viven solas o familias enteras que no tienen ningún tipo de ingresos y la poca ayuda humanitaria que reciben no les alcanza para alimentarse, también familias con niños discapacitados o con algún miembro de la familia que necesita un tratamiento no disponible y que nosotras intentamos con nuestros medios conseguir.

Pero vuelo a reiterar que nuestro trabajo en su mayoría se centra en mujeres ya que son ellas quienes suelen encargarse del hogar, la familia, etc…

¿Cómo se financia vuestra asociación y de qué forma se puede donar o colaborar con la asociación Basmat Khayr?

Lo que nació en una reunión de ligas, hoy es una asociación con representantes y voluntarios en los 5 campamentos y un trabajo constante, celebramos una reunión mensual para valorar los avances y nuevas propuestas además de buscar donaciones ya sean anónimas o de asociaciones internacionales, estas donaciones las recibimos de forma casual y no de forma permanente, con lo que si contamos y trabajamos es con las donaciones de los miembros de la asociación, cada una en la medida de sus posibilidades pero todas aportamos, solemos poner una cantidad de tres euros mensuales cada una y si alguna puede poner más, siempre será bienvenido al igual que si alguna no puede poner esta cantidad, jamás habrá problema porque no dejamos de ser también refugiadas y con unos ingresos muy limitados.

Hay otro tema que quisiera aclarar aprovechando esta entrevista, como dije antes, a los saharauis les cuesta mucho reconocer su necesidad, como ya dije anteriormente intentan llevar su pobreza con la mayor dignidad posible, pero por otro lado, nosotras tenemos una página en Facebook y recibimos donaciones puntuales anónimas o de asociaciones internacionales y tenemos que justificar que esta ayuda ha llegado a puerto, es por ello que hacemos fotos y las subimos a nuestro Facebook, el objetivo es simplemente demostrar que esta donación ha llegado a destino y no el de faltarle el respeto a estas familias, su anonimato o su dignidad.

En cuanto a cómo ayudarnos, estamos totalmente abiertos a todas las opciones ya sea la de aportar a nuestra asociación como grupo de voluntariado organizado que pueden contactar con nosotros a través de nuestras redes sociales o número de teléfono, o ya sea ayudar a una familia necesitada en concreto que nosotros nos encargaremos de acompañar al interesado hasta dicha familia ver su situación y aportar lo que vea necesario para ayudarles.

Nuestros contactos son los siguientes:

Facebook: basmet kher/بصمة خير

Instagram: la huella del libro bien

Twitter: la huella del bien

Whatsapp:+213698864455


¿Que mensaje te gustaría lanzar a todas esas personas que estén leyendo tu historia?

En primer lugar, quisiera agradecer a este medio, El Confidencial Saharaui, su interés por visibilizarnos y hacer que nuestro trabajo llegue a más personas, en segundo lugar, quisiera agradecer a todas las voluntarias que trabaja con nosotras y decirles que su trabajo no es solo por las personas que lo necesitan sino también es por su causa, y por su dignidad. Mi padre me enseño siempre que no hay nada imposible, que siempre, cualquier sueño o deseo es posible mientras haya alguien que lo reclame y luche por ello.

Mi lucha y la de mis compañeras por mejorar la vida de los refugiados es también un acto de resistencia y ojalá sea también un ejemplo a los niños y niñas que nacieron en el exilio.

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