Madrid. - 18/1/2021 - ECSaharaui.
Abdurrahman Budda. / ECS Opinión.
Hace pocos meses se desencadenó una guerra entre Armenia y Azerbaiyán, sus raíces se remontan al final del periodo soviético, originado en torno a la región de Nagorno Karabaj, territorio perteneciente a Azerbaiyán, poblado mayoritariamente por armenios. El conflicto comenzó en Febrero de 1988, cuando los armenios de Karabaj exigieron que la región fuera trasladada de Azerbaiyán a Armenia, lo que desencadenó una cruel guerra entre estas dos naciones del Cáucaso finalizando en mayo de 1994.Después se firmó un alto al fuego en este mismo año pasado, los soldados armenios habían ocupado Nagorno Karabaj y siete distritos cercanos a este enclave azerbaiyano. En esta guerra, 600.000 azerbaiyanos abandonaron sus viviendas, además hubo centenares entre heridos, muertos y desaparecidos en los dos bandos. Las negociaciones se estancaron durante años, Armenia se empeñó en mantener el statuo quo, beneficiándose de la región e ignorando los llamamientos de paz del gobierno de Azerbaiyán, así como la ausencia de una actitud positiva de la comunidad internacional, cuando el cese de las hostilidades debía ser temporal.
Después de dos décadas de relativa calma, sin ninguna solución a la cuestión en la que Armenia continuó consolidando su ocupación a la región, lo que provocó una nueva escalada entre Armenia y Azerbaiyán finalizada el 4 de abril 2016, luego estalló la guerra, otra vez el 10 de septiembre de 2020. Las Fuerzas de Azerbaiyán, apoyadas por el ejército turco, liberaron a la segunda ciudad más grande de la región de Nagorno Karabaj y controlaron un camino esencial para abastecimientos militares en el enclave montañoso, lo que facilitó la derrota de los militares armenios en aquella región, con muchas víctimas entre la población civil, así como la destrucción total o parcial de múltiples ciudades y aldeas.
El 13 de noviembre del mismo año, Azerbaiyán tomó el control del distrito como parte de un acuerdo de paz firmado por el primer ministro Nikol Pashinián de Armenia, el presidente Putin de Rusia y el presidente Ilham Aliev de Azerbaiyán. Este acuerdo establece la retirada del ejército armenio de Nagorno Karabaj y su reemplazo por tropas rusas para conservar la paz. El pueblo de Azerbaiyán con la voluntad y el heroísmo de sus hijos ha conquistado su legítimo derecho. Los dos pueblos fronterizos arreglaron sus diferencias y emprendieron el sendero del desarrollo y la prosperidad en bien de ambas naciones asiáticas.
No lejos, en el continente africano, Marruecos invadió al Sáhara Occidental en 1975, iniciando una sangrienta guerra, donde fueron asesinados miles de civiles saharauis, sus casas quemadas y sus rebaños ametrallados. La guerra duró 16 años. En 1988 Marruecos, derrotado en el campo de batalla, solicitó un plan de Paz donde prometió la organización de un referéndum de autodeterminación para el pueblo saharaui. El plan de paz auspiciado por la UNO y OUA entró en vigor 1991, fecha del cese al fuego. Al igual que Armenia, Marruecos continuó fortaleciendo su ilegal ocupación, intensificando su explotación en los ricos minerales del Sáhara y animando a más colonos a vivir en el territorio para cambiar el factor demográfico en la zona.
En 2016, después de 25 años de maniobras marroquíes y la negligencia de la ONU por no insistir en el estricto cumplimiento del plan de paz, basado en la organización de un referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui, el Frente Polisario, brazo armado de la República Saharaui, cerró la brecha ilegal del Gargarat, el único puesto fronterizo terrestre que une las zonas ocupadas del Sáhara Occidental y Mauritania, donde circulan miles de camiones que transportan minerales robados del territorio saharaui. Algunas potencias mundiales aliadas de Marruecos intervinieron a través de la ONU por el bien de sus intereses y prometieron falsamente tratar la cuestión saharaui con más seriedad. Transcurrieron otros cuatro años manteniendo la misma situación de ocupación, expolio de las riquezas y graves violaciones de los derechos humanos de la población civil saharaui en las ciudades ocupadas por Marruecos.
En octubre de 2020, los saharauis bloquearon la brecha del Gargarat, esta vez, los protagonistas fueron ciudadanos de la comunidad civil saharaui durante tres semanas. Marruecos al ver que los minerales del Sáhara ya no podían ser exportados al extranjero, intervino con su ejército desalojando a los civiles indefensos. Los guerrilleros saharauis no se quedaron con los brazos cruzados ante esta grave violación del plan de paz y decidieron poner fin al cese de fuego firmado treinta años atrás sin fruto ninguno.
El 13 de noviembre de 2020 comenzó un nuevo capítulo en la lucha del pueblo saharaui; la Segunda Guerra de Liberación Nacional, con las mismas armas que en la década de los ochenta, pero con la moral muy alta y la inmensa disposición del sacrificio en aras de la liberar la sagrada tierra del Sáhara Occidental.
Las ráfagas de los fusiles de los combatientes saharauis es el único lenguaje que domina Marruecos. Pronto reconocerá el Reino Alauí la soberanía del pueblo saharaui sobre su territorio legítimo como hizo Armenia con Azerbaiyán en la región de Nagorno Karabaj. Entonces, los dos pueblos hermanos: saharaui y marroquí vivirán en total armonía, abandonando, para siempre, la era de la guerra y abriendo el camino a la construcción de un Magreb Árabe unido, próspero y capaz de competir con las demás agrupaciones regionales en los ámbitos cultural, económico e industrial.
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