Por Sidi Maatala /ECS
Ante el alarmante aumento del número de casos, se ha hecho necesario que las autoridades competentes adopten las medidas necesarias para limitar la propagación de la infección, mediante el relanzamiento de las campañas de sensibilización a los ciudadanos sobre la necesidad de respetar medidas preventivas como como el uso de la mascarilla, el distanciamiento social, evitar las reuniones así como no visitar a los pacientes.
El gobierno saharaui todavía no tiene la intención de anunciar nuevas medidas para evitar la propagación del Coronavirus.
Lo que destacó el éxito en la lucha contral la Covid-19 en la República Saharaui, fue el confinamiento relativamente estricto ordenado a principios de marzo el año pasado en los campamentos de refugiados saharauis. Todo se ha quedado cerrado durante al menos tres meses; las fronteras, el libre movimiento de las personas, los colegios y hasta las visitas familiares. Tanto la ONU como a la Comisión Europea consideraron en su momento a la RASD como un país ejemplar en medio de esta pandemia por haber “controlado con éxito la transmisión en la población”.
Los refugiados saharauis y los habitantes de los territorios liberados del Sáhara Occidental han vuelto a un modo de vida casi totalmente normal, sin distanciamiento social y con público autorizado en eventos deportivos y culturales. En el caso del actual rebrote, el Comité encargado de monitorear la situación epidemiológica en la zona ha pedido a la población seguir cumpliendo con las medidas de contención, llevar mascarallias y lavarse las manos.
El impacto de Covid-19 en la población refugiada.
Dentro de una situación de desabastecimiento de medicamentos, falta de personal sanitario y la dependencia a la ayuda humanitaria, la presencia de éste virus será de las peores noticias que podría afectar a esta población tan vulnerable.
La situación actual en los hospitales de los campamentos de refugiados saharauis es de total desabastecimiento. No solo faltan medicamentos de primera necesidad sino también material básico como son gasas, suero fisiológico e incluso equipos de suero.
La población saharaui refugiada desde el año 1975, en los últimos años, vio reducida la ayuda humanitaria que reciben por parte de las grandes entidades internacionales. Cabe destacar la demanda del personal sanitario público, un problema patente desde hace años.
Como consecuencia de estas condiciones algunos de estos sanitarios optaron por abrir clínicas privadas, buscando una financiación autónoma. Esto ha llevado a que se abran más centros privados incluyendo las farmacias. Donde desgraciadamente algunos trabajadores se ven obligados a veces a doblar turno, de forma casi voluntaria en el sector público y también en el sector privado para poder tener un sueldo que cubra sus necesidades.
Tomando como muestra un hospital regional de referencia, se puede observar que la ciudadanía está cansada de la situación actual, sobre todo coinciden en un punto común, la queja sobre cómo es posible que las farmacias públicas están vacías y las privadas estén más dotadas.
Lo que nos lleva a resaltar que la nueva ministra de sanidad Saharaui está ante un auténtico reto, para rehabilitar un sistema público debilitado ante un aumento de los servicios privados. En los cuales no hay ningún tipo de control sobre los servicios que se ofrecen aumentando el riesgo de cometer negligencias.
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