Soldados del Destino: Ejército Saharaui desde 1975 hasta la derrota de Mauritania.


El Ejército de Liberación Popular Saharaui o ELPS, tiene su origen en la rama militar del Frente Polisario. Este movimiento de liberación nació en mayo de 1973, poco tiempo después protagoniza un ataque armando contra el puesto policial de Janguet Quesat (20 de mayo), ubicado a cinco kilómetros de la frontera con Marruecos. Este puesto era responsable del control de los grupos nómadas que surcaban el territorio saharaui. El ataque fue liderado por Brahim Ghali, secretario del Frente Polisario (actual presidente de la República Saharaui). La acción fue un hecho incruento, no hubo víctimas. El botín se limitó a algunas armas, municiones, víveres y camellos. El objetivo, poner en evidencia que la lucha por la independencia tendría su faceta armada.

Por: Jorge Alejandro Suárez Saponaro | Director Diario El Minuto para Argentina

Buenos Aires (ECS).- En un contexto donde la presión de Marruecos y Mauritania se incrementaba en los foros internacionales, y también a través de diversas medidas desestabilizadoras. Las fuerzas del futuro ELPS, seguían con su campaña de choques limitados, el objetivo era foguear cuadros, incentivar el reclutamiento, realizar acciones de “propaganda armada” y mostrar a la opinión pública internacional que existía una voluntad de lucha por la independencia.

El Frente se financiaba básicamente con el aporte de los saharauis, por ende su rama militar era modesta, que sobre las bases de operaciones en Argelia y Mauritania (que facilitó un santuario con la idea de erosionar la presencia española en la región) lanzaba ataques a puestos de la policía territorial, con la consiguiente respuesta de represalia española. El 1974, el II Congreso del Frente estableció las bases de un proyecto nacional y en el plano militar se tradujo en una presencia activa con acciones armadas en distintos puntos del Sahara Español, como Tifariti, Smara, Hasi Matala, Echdeiria, Bir Lehlu, Amgala.

El golpe más audaz fue contra la cinta transportadora de la mina de fosfatos de Bu Craa – octubre de 1974- que conectaba con la terminal portuaria construida para exportar el mineral. Esto puso en evidencia las críticas de los militares españoles, que indicaban la necesidad de una vía férrea, más fácil de proteger que la citada cinta. En ese año informes de inteligencia española aseguraban que un millar de saharauis estaban recibiendo instrucción militar en campos de Argelia y Mauritania. A pesar del esfuerzo marroquí de atraer a la población a través de organizaciones armadas, o infiltración por medio de sus servicios, la presencia del Frente en la población saharaui era una realidad cada vez más evidente.

El acercamiento entre Marruecos y Mauritania, perjudicó al Polisario, dado que este último país, quería prescindir de su presencia incómoda. Por ende facilitó información a los españoles sobre las actividades del Polisario, que permitió que fuera montado un dispositivo de defensa en Tifariti. Esta importante localidad del norte del país, fue objeto de una acción armada del Frente Polisario, que tuvo como respuesta un contraataque de tropas de la Legión, Policía Territorial y elementos aéreos.

El santuario en Mauritania dejaba de serlo y ahora Argelia sería la base de operaciones principal del Frente. El redespliegue de las fuerzas españolas en el territorio, dejando bases vacías, fueron aprovechados por fuerzas saharauis, que las ocupaban por períodos limitados. Ello no impidió que las fuerzas españolas montaran acciones contraguerrilla, no solo contra los saharauis, sino contra los intentos marroquíes de infiltrar grupos especiales en la zona fronteriza, que en más de una ocasión terminó en combates abiertos, incluso a nivel compañía. España denunció a Naciones Unidas más de una veintena de incidentes armados.

Las cosas empeoraron en 1975, especialmente por el estado de salud del general Franco, que se tradujo en una mayor presión marroquí. Mientras el gobierno español estaba dividido, en el frente diplomático, un éxito trascendental. El dictamen de la Corte Internacional de Justicia, donde claramente rechaza los reclamos de Marruecos y Mauritania, aceleró los planes de invasión de Rabat. Asi fue armada la llamada Marcha Verde. Esta presunta marcha pacífica de cientos de miles de marroquíes, fue una maniobra que encubrió una invasión militar, que fue llevada a cabo a través del sector oriental de la frontera norte, donde los españoles habían abandonado diversos puestos y fuertes, que para sorpresa del ejército marroquí, estaban ocupados por el ELPS.

El 12 de octubre de 1975 en la localidad mauritana de Ain Bentili, acudieron representantes de todas las fuerzas políticas, partidarias de la independencia: personalidades, miembros de la Yemáa y dirigentes del PUNS (partido promovido por España para crear un movimiento favorable a mantener los lazos con Madrid, presididos por el El Uali Mustafa Sayed, sentaron las bases de la unidad nacional saharaui apoyando el programa político militar del Polisario, alcanzar la independencia y mantener la unidad del territorio Este día de suma trascendencia, es considerado hasta el día de hoy una fecha patria, es el día de la Unidad Nacional. El Frente Polisario, deja de ser una simple facción independentista, para constituir un verdadero movimiento que aglutinaba a la totalidad del pueblo saharaui.

El desarrollo de la Marcha Verde fueron momentos muy tensos para España, la guerra era algo cercano y posible, buscado por Hassan II, dado la situación de salud del general Franco, subestimando las capacidades españolas y el sólido dispositivo defensivo en el Sahara. No obstante ello, apostaba a la debilidad política resultante de la enfermedad del dictador. Poco interés tenían los políticos españoles sobre lo que pasaba en el Sahara, a lo que se agregaba un sector, pro marroquí, que favorecía la tesis entreguista.

Sabedor de ello, Hassan II, subió la apuesta. El liderazgo del Frente Polisario mantuvo su programa de acciones armadas y de incrementar su influencia en la población. La Misión Visitadora de Naciones Unidas dictaminó que el apoyo al Polisario era masivo y por ende los saharauis querían ser independientes. Realidad que era inaceptable para Hassan II. No quedaba otra opción que invadir el territorio saharaui.

Los cambios políticos en España, el triunfo de la tesis “entreguista” desembocó en la firma de los llamados Acuerdos de Madrid, que contrarios al régimen del derecho de autodeterminación, España transfirió en noviembre de 1975, la administración del Sahara a Marruecos y Mauritania, a cambio de una serie de acuerdos pesqueros y comerciales. Asimismo se reconocía la existencia de la Asamblea General del Sahara, donde la voz de los saharauis debería ser oída por los “administradores”. Poco y nada duró esta Asamblea, los invasores al poco tiempo la borraron de un plumazo. Sus restos, se unirían al Frente Polisario, dando origen a un cuerpo verdaderamente representativo, el Consejo Nacional Saharaui.

El país era un hervidero, manifestaciones independentistas, la guerrilla, los choques armados abiertos con Marruecos y las noticias de la brutal invasión, generan temor en la población civil. Una medida realmente desafortunada, fue el desarme de las tropas saharauis y su baja de las unidades militares españolas. A ello se unió el toque de queda en los barrios saharauis del El Aaiún (fines del mes de octubre de 1975). Al firmarse los acuerdos de Madrid, la población civil española ya estaba siendo evacuada – Operación Golondrina – comenzando por la sureña ciudad de La Agüera. Las promesas del príncipe Juan Carlos, jefe de Estado en funciones, que previamente se había comprometido a defender el Sahara, quedaban en la nada.

La población civil huía con lo puesto hacia el desierto, temerosa de las noticias que llegaban de las tropas marroquíes que habian cometido toda suerte de atropellos. La Marcha Verde se prolongó hasta los primeros días de noviembre, como mecanismo de presión a España. Junto a los miles de civiles que ocupaban “pacíficamente” una franja norte del Sahara – acordado con las autoridades españolas – las fuerzas marroquíes combatían abiertamente con el ELPS. Para sorpresa de los mandos marroquíes, los “contrabandistas” eran personal adaptado al terreno, con una moral elevada y sumamente agresivos. Estas fuerzas de guerrilla contaban con armamento portátil y de pequeña fracción, consistente en fusiles de asalto, ametralladoras, lanzacohetes y los Land Rover capturados, que les daban una elevada movilidad táctica. Estos jeeps serían los “caballitos de batalla” de lo que tiempo más tarde serían potentes unidades móviles de choque.

Los invasores por medio de la ejecución de operaciones de guerra convencional, estaban convencidos que podrían aplastar a la incipiente guerrilla. A ello se unía tácticas de destrucción de pozos de agua, confiscación de ganado a pastores nómadas, la destrucción de caseríos o potenciales áreas de refugio, apoyado por un estricto control de población, que se transformó en una represión indiscriminada contra la población civil. Todo ello crímenes de guerra y contra la humanidad. Años después, el general Gómez de Salazar, el último gobernador español del Sahara, reconoció en el Congreso de los Diputados en 1978, los abusos del ocupante marroquí durante la administración tripartita (noviembre de1975 febrero de 1976).

Las medidas represivas acentuaron la huida de más de 40.000 saharauis al desierto (más de la mitad de la población), que lo hicieron en condiciones sumamente duras. Muchos encontraron la muerte por el sol abrasador, la falta de asistencia sanitaria y los bombardeos marroquíes, cobrando altas dosis de dramatismo en Um Draiga y Guelta Zemmur. El objetivo era atacar columnas del ELPS, sin distinguir combatientes de civiles. A pesar de la tragedia el liderazgo saharaui logró llevar con éxito a millares hacia los campos de Tinduf. Mientras tanto un gobierno saharaui se había instalado en La Güera, y en poco tiempo controlaba el interior del país, abandonado por tropas españolas. El 28 de noviembre los restos de la Asamblea General del Sahara se incorporarían al Frente Polisario (Declaración de Guelta) dando origen días mas tarde como señalamos anteriormente al Consejo Nacional Saharaui. Este se reunirá por primera vez en Mahbés, eligiendo como presidente a Enhammed Uld Zaio, ex combatiente de 1958 y uno de los fundadores del Frente.

Siendo España aún administradora del territorio, los marroquíes protagonizaron actos criminales contra la población saharaui, que van desde la puesta en marcha de operaciones antisubversivas, con detenciones arbitrarias y desapariciones forzadas, hasta bombardeos a campos de refugiados improvisados en territorio saharaui. El objetivo minar la moral de la población, obligarlos a regresar y con ello quitar legitimidad al Frente. Este ya había logrado incorporar personal con formación militar en tiempos españoles, que se transformaron en la cadena de mando principal del ELPS.

Adiós España

La Operación Golondrina significó la evacuación de decenas de miles de civiles (unos 20.000), la gran mayoría se oponía a ello, dado que tuvieron que dejar sus viviendas y muchos bienes. Muchos pasarían años haciendo reclamos en vano por sus propiedades perdidas. Fueron exhumados cementerios y las fuerzas españolas fueron también evacuadas (10.000 efectivos). Para los legionarios, era un triste final, dado que muchos de ellos lo consideraron una claudicación, una rendición. En diciembre de 1975, dos mil soldados marroquíes llegaban a El Aaiún y seiscientos mauritanos a Villa Cisneros, denominada ahora, Dajla. El 12 de febrero de 1976 el gobernador, general Gómez de Salazar fue evacuado, dejando al teniente coronel Rafael Valdéz como su delegado hasta el 28 de febrero, fecha límite en la cual, España debía retirarse por completo. En estas horas dramáticas, en Bir Lehlu, frente a periodistas extranjeros, era proclamada la República Saharaui el 27 de febrero de 1976 por el Consejo Nacional Saharaui. “En el nombre y con la ayuda de Dios y materializando la voluntad de nuestro pueblo árabe saharaui, por fidelidad a la sangre de nuestros gloriosos mártires y como coronación de inmensos sacrificios, se iza hoy la bandera de la República Arabe Saharaui Democrática sobre la tierra de Saguia El Hamra y Río de Oro.

El flamante estado, contaba con una Constitución, gobierno, ejército y los primeros reconocimientos, siendo el primero, Madagascar. En el plano militar, como indica Emiliano Gómez López, se desarrollaba la llamada “Defensa Positiva” que consistía en montar acciones de desgaste a las fuerzas invasoras y poner en evidencia que existía una resistencia real hacia la ocupación militar por un lado, y por otro, medir el potencial de los adversarios y llevar a cabo una guerra de desgaste.

El 1 de marzo de 1976, el carismático líder del Frente Polisario, El Uali Mustafá Sayed, sería elegido presidente de la República Árabe Saharaui Democrática, en el marco de un verdadero drama. Su país invadido desde el norte y sur por fuerzas diez veces superiores, con importantes recursos logísticos gracias al apoyo de Francia particularmente, una población en pleno exilio hacia los precarios campamentos de Tinduf, donde las pésimas condiciones sanitarias estaban generando serios problemas y una elevada mortandad.

El Uali, conocido también como “Luley” mostró tener talento como conductor, junto con el Politburó del Frente, que no solo organizaron los campos de refugiados, sino que pusieron en marcha un ambicioso plan defensivo, que sobre la base de objetivos realistas, tuvo efectos que sorprendieron a sus enemigos, quienes al observar el escaso número de combatientes saharauis en la primera etapa de la guerra, consideraban que pronto aniquilarían a la naciente nación saharaui.

La estrategia militar saharaui

El diktak impuesto por los Acuerdos de Madrid, puso el territorio a merced de las ambiciones territoriales de Mauritania y Marruecos. Ambos estados fijaron los nuevos límites “estatales” quedando el norte, el territorio de Saguia el Hamra, donde están los yacimientos de fosfatos, para Marruecos, y el sur, para Mauritania, la zona conocida como Río de Oro.

Las modestas fuerzas saharauis, debían enfrentar dos adversarios muy superiores en número y recursos, sin ninguna duda eran serios desafíos para la conducción estratégica de la RASD. El retiro de España, la disolución de las Tropas Nómadas y la Policía Territorial, permitió que 2.500 efectivos entrenados en operaciones de guerra en el desierto fueran rápidamente asimilados por el Ejército saharaui. Esta experiencia sería aprovechada al máximo. En lo que concierne a la organización de la defensa nacional saharaui, tomando nota de diversos trabajos, podemos inferir que la nivel estratégico nacional/ militar estaba en manos del presidente de la República y también secretario general del Frente Polisario, asistido por un Politburó, donde eran emitidas las directivas estratégicas nacionales. Cabe destacar que los Congresos del Frente Polisario tenían particular (y lo siguen teniendo) peso en el debate de estrategias nacionales de largo plazo. Las directivas estratégicas nacionales, servían de base para la formulación de la estrategia militar.

No existe para los saharauis, diferencia entre el Ejército y el Ministerio de Defensa, son una estructura unificada. El ministro, cuenta con un Estado Mayor y dependen las regiones militares, equivalentes a brigadas o grandes unidades de combate, una estructura de apoyo logístico central para dichas “regiones de combate” y reserva estratégica bajo control directo del alto mando. Un rápido análisis nos lleva a inferir que el ministro de defensa vendría ocupar el nivel operacional, que en el caso saharaui, existía una estrecha comunicación entre el nivel operacional y el estratégico, dado que los objetivos militares eran congruentes con los lineamientos del liderazgo político y los recursos asignados, también eran los adecuados a dichos objetivos. Sus adversarios cometerían gruesos errores en este aspecto. La ayuda decidida de Estados Unidos y Francia impedirían el derrumbe de los ocupantes.

Las unidades tácticas saharauis estaban conformadas por unidades móviles, constituidas por columnas de jeeps Land Rover, dotados de ametralladoras, cañones antiaéreos, lanzacohetes y cañones sin retroceso, eran verdaderos multiplicadores de fuerza, para un ejército reducido como el saharaui. Sabedor de dicha realidad el alto mando militar apostó por tácticas ofensivas, apoyado por un personal con elevada moral, perfectamente adaptado al terreno y buena inteligencia táctica, además de un liderazgo de calidad. Los comandantes de las regiones militares tenían una elevada libertad de acción, apoyados por una excelente inteligencia táctica, lo que les daba flexibilidad en la respuesta ante las realidades de sus áreas bajo su control. Terminada la fase de la llamada “defensa positiva” en junio de 1976, el ejército saharaui estaba presente a lo largo y ancho del teatro de operaciones, montando una guerra de desgaste por medio de golpes de mano y emboscadas.

Esto obligaba a los marroquíes adentrarse en el desierto y extender sus líneas de defensa, haciéndolos más vulnerables a este tipo de acciones. Pero los saharauis con sus recursos limitados, no podían darse el lujo de dividirlos librando acciones con las fuerzas marroquíes y mauritanas. Ellos debían concentrar su esfuerzo en alguno de los dos adversarios, y dado la magnitud de las fuerzas mauritanas, el alto mando consideró oportuno concentrar el esfuerzo sobre dichas fuerzas, mientras que frente a los marroquíes se mantuvo una táctica de desgaste, de tipo limitado, conteniendo sus fuerzas. Ello llevó a la creencia errónea del coronel Dlimi, responsable militar marroquí en el Sahara, que el problema del Polisario no era tan grave, sino que tarde o temprano los eliminarían gracias a su apabullante superioridad militar.

Los planes contra Mauritania, fueron sin ninguna duda, ambiciosos, como veremos, dado que la RASD decidió apostar a un golpe estratégico, destinado a paralizar la estructura de poder mauritana y sacarla de la guerra lo antes posible. Esta acción seria encabezada por el audaz presidente saharaui, El Uali Mustafá Sayed.

La Ofensiva de Verano

Mauritania desplegó en territorio saharaui, 2.000 efectivos de su reducido ejército, sostenido gracias al apoyo principalmente francés y en menor medida marroquí. Los mauritanos encontraron en su avance una tenaz resistencia por parte de los saharauis, el precio de la invasión era elevado. Los combates según diversos expertos en la guerra, eran realmente duros. El ejemplo más evidente, fue el combate de La Güera, ciudad del sur del Sahara, ubicada frente al vital puerto de Nuadibú. Allí se había establecido la administración provisional del Frente, luego por cuestiones de seguridad, las autoridades se trasladaron al norte. La ciudad desierta, dado que su población civil, formada mayoritariamente por españoles, habían sido evacuada. Solo había un centenar de soldados saharauis. La toma de la localidad no fue fácil, sus defensores lucharon hasta el final. Para reducir a dicha fuerza que no superaba una compañía de infantería, fueron necesarios sucesivos asaltos de infantería, fuego artillero de apoyo marroquí y hasta fuego naval por parte de cañoneras también marroquíes. Superados en número y agotados, los pocos combatientes saharauis que quedaban se rindieron. Dando comienzo a otro calvario, los campos de prisioneros mauritanos.

La comparación entre Marruecos y Mauritania, ponía en evidencia la clara ventaja militar del primero, pero para la perspectiva saharaui, Mauritania era un poder militar para nada despreciable. La emergencia del Sahara llevó a incrementar las fuerzas mauritanas en 4.000 efectivos, apoyados por medios aéreos franceses y la presencia de más de un millar de marroquíes. Los saharauis decidieron a pesar de las ventajas mauritanas mantener la iniciativa militar y lanzar una audaz operación. En junio de 1976 partieron de Tinduf una serie de columnas con 800 efectivos, de los cuales 200 eran liderados por El Uali personalmente. El objetivo tomar Nuakchot, la capital mauritana y dar un golpe estratégico. Eliminar el poder político del adversario generaría una parálisis y dejaría fuera de combate a los mauritanos, causando posiblemente el derrumbe de su frente militar. Las columnas sobre jeeps y camiones, llevaban cañones sin retroceso, cañones antiaéreos y ametralladoras. El 8 de junio se materializó el ataque, luego de recorrer cientos de kilómetros con los flancos descubiertos. La capital mauritana no pudo ser tomada, a pesar que el palacio presidencial fue ametrallado, los limitados efectivos saharauis eran escasos para tomar la ciudad. El asesoramiento francés a los militares mauritanos, fue de gran ayuda, dado que permitió coordinar un contraataque y expulsar al ELPS de la capital. En el repliegue, en la zona de Akjujt, El Uali encontró la muerte combatiendo. Siendo reemplazado por Mohamed Abdelaziz, quien continuó la estrategia militar de su predecesor. Lahbib Ayub, el más importante jefe militar saharaui por sus éxitos, lideró un ataque represalia que terminó con la toma temporaria de los suburbios de la capital mauritana.

La Ofensiva Mártir El Uali intervención francesa

El III Congreso del Frente fijó una estrategia nacional en la cual la derrota de Mauritana fue la prioridad. La imposibilidad de dar un golpe estratégico, llevó a que el esfuerzo militar se orientara a socavar la base económica mauritana, la minería de hierro (80% de las exportaciones) y con ello incidir en el esfuerzo de guerra. Así nació la Ofensiva Martir Uali en 1977 con una serie de ataques a centro minero de Zuerate, generando graves pérdidas materiales. 300 soldados del ELPS pusieron fuera de combate a 1.500 efectivos mauritanos, fue destruida la central energética, un tramo de ferrocarril con el puerto de Nuadibú, además de la captura de ingente material militar La explotación del mineral de hierro estaba estrechamente ligada a los intereses franceses, agregándose la presencia de cientos de técnicos franceses destinados a las minas. La presencia guerrillera era una amenaza tanto a intereses franceses como de los ciudadanos de este origen.

Esto sumado la incapacidad manifiesta del mando militar mauritano de enfrentar el problema. En diciembre de 1977, los aviones de ataque franceses basados en Senegal, SEPECAT Jaguar atacaron columnas saharauis generándoles serias pérdidas. Las acciones coordinadas entre tropas mauritanas y las fuerzas aéreas de Francia y Marruecos, generaron serios contratiempos al ejército saharaui. Tengamos en cuenta que la RASD nunca tuvo aviación de combate. Sus medios antiaéreos, muchos de los cuales eran misiles de corto alcance de origen ruso (provistos por Libia y Argelia).

La intervención francesa tuvo consecuencias negativas en lo político, dado que Argelia amenazó con intervenir abiertamente en el conflicto. Algo que no le convenía a nadie, dado el peso militar de dicho país y los intereses de las dos superpotencias, indicaban que no querían que las cosas pasaran a un mayor nivel de conflicto. Esto llevó a Francia a retirar sus medios aéreos del frente mauritano y centrar su apoyo a nivel de asesoramiento o con la venta de algún material militar, como por ejemplo los blindados AML H60, de suma utilidad para rechazar la embestida saharaui en un nuevo intento de dar un golpe estratégico. La debilidad mauritana, incapaz de dar una respuesta contundente a los ataques saharauis, no obstante los combates encarnizados, llevó a que Marruecos desplegara 9.000 efectivos. Algo que no agradó para nada a sectores nacionalistas del ejército mauritano.

Mauritania para 1978 tenía unos 16.000 efectivos, que costaban el 60% del presupuesto nacional, en un pais sumamente pobre y con grandes diferencias raciales. Los lazos familiares y tribales entre uno y otro lado de la frontera eran evidentes, lo que generó resentimiento entre determinados sectores árabes. La presencia marroquí, mantenía vivo el recuerdo de un Hassan II reivindicando a Mauritania como parte del Gran Marruecos y retrasando por su oposición el ingreso de este país a la ONU. El país que en los 60 hizo un gran esfuerzo para liberarse de la tutela francesa, por la guerra era más dependiente que nunca, unido a una alianza con Marruecos, que era cada vez más impopular. Mientras que la población negra del sur del país, veía como ajena una guerra “entre moros”.

El país iba rumbo al colapso. Los militares decidieron tomar la iniciativa y dieron un golpe de estado, terminando con más de una década de gobierno de Uld Daddah. El problema era salir de la guerra airosamente, sin provocar a Marruecos y sin llevar al país al colapso, dado la presión saharaui. En el marco de una serie de negociaciones, hubo intercambio de prisioneros y cese de los combates, por un período mas o menos de un año. Luego fueron reiniciados, dado que el gobierno militar mauritano retrasaba las negociaciones de paz. Finalmente un país agotado por la guerra cedió, reconoció por medios de los Acuerdos de Argel al Frente Polisario como legítimo representante del pueblo saharaui. y se comprometió a evacuar el territorio que detentaba. Lamentablemente la imposibilidad de ocupar el sector del Sahara Occidental ocupado por Mauritania, por parte de las fuerzas saharauis, fue aprovechada por Marruecos, que ya tenían fuerzas destacadas allí. Descociendo el tratado de límites de 1976, Marruecos ocupó la zona mauritana y lo anexionó. Acumulando nuevos actos ilegales contra el derecho internacional. Finalmente en 1984, Mauritania reconoció la República Saharaui.

Final

La guerra sorprendió a un Frente Polisario con una rama militar bisoña, con escasas fuerzas y armamento. La campaña de tomas de localidades y puestos en el interior del Sahara, permitió foguear a sus efectivos, hacer acto de presencia en la población, incentivar a que soldados saharauis aún bajo bandera española se integraran a las filas guerrilleras y mostrar una voluntad política en relación a la independencia nacional. Dos años de escaramuzas con fuerzas españolas, la elevada moral y un perfecto conocimiento del terreno, fueron de suma utilidad a dos enemigos, muy superiores, pero inexpertos en combatir el tipo de guerra que libraban los saharauis.

Conscientes de que derrotar los ejércitos invasores era poco probable, el alto mando saharaui apostó a una guerra de desgaste, buscando quebrar la voluntad del liderazgo político, haciendo insostenible a los ojos de la opinión pública el mantener una guerra, que parecía no tener fin. La retirada española fue acompañada con la ocupación de puestos y fuertes por parte del ejército saharaui. Su accionar guerrillero fue extendido a todo el país, con una mera finalidad política, del mostrarse activo frente al enemigo.

En este proceso que va de 1973 a 1976 el Frente Polisario se articular como un movimiento nacional de masas, donde se aglutinan sectores diversos de la sociedad saharaui, lo que permite transformarse en el único interlocutor del pueblo saharaui y su representante legítimo. Reconocido por las Naciones Unidas, pero inaceptable para los estados ocupantes.

La rama militar, el futuro ejército saharaui, va adquiriendo experiencia en combate, donde el número reducido de efectivo, es compensado por movilidad y potencia de fuego. Una moral elevada y una conducción de primer nivel, permitió oponer una tenaz resistencia ante enemigos desconocedores de tácticascontrainsurgencia. La represión indiscriminada del lado marroquí, llevó a millares al exilio, de los cuales muchos regresarían como combatientes.  Quedando los campamentos en manos de mujeres, niños y ancianos.

Los saharauis prevalecieron sobre sus adversarios por su organización política y militar. Las estrategias nacionales eran debatidas abiertamente en congresos y llevadas a cabo por el Politburó del Frente y luego por el gobierno de la RASD. La existencia de una clara simetría entre recursos, medios y objetivos, tuvo sus éxitos. En el caso mauritano, los objetivos nunca fueron acompañados con medios y recursos adecuados. Hubo improvisación y se pagó caro. Ello demandó una estrecha dependencia política, militar y económica en primer lugar de Francia y luego de Marruecos, con serias consecuencias para el frente interno.

La RASD tomó nota, que era poco probable el golpe estratégico, centraron su esfuerzo en debilitar el potencial nacional de Mauritania. Lograron movilizar hábilmente a su aliado argelino (que llevó a la salida de las unidades aéreas tácticas francesas) y mantuvieron una presión constante, con sus pérdidas, sobre determinados objetivos estratégicos del adversario. La estrategia aplicada llevó a Mauritania al casi colapso, logró cambiar el régimen político y colocar uno que era favorable a una salida negociada. Y eso fue logrado exitosamente. La misma “receta” sería aplicada a Marruecos, llevándolo a una guerra de desgaste que erosionara su frente interno, con la idea de llevarlo a la mesa de negociaciones. Los saharauis pusieron en evidencia lo que significa tener una estrategia nacional definida, fijando objetivos realistas y asignando los medios adecuados.

Publicar un comentario

0 Comentarios