Sahel | Malí, Níger y Burkina Faso: ¿Dónde está el diálogo con los yihadistas?


Por Lehbib Abdelhay 

Madrid (ECS). - Desde hace mucho tiempo en el Sahel, la idea de negociar con los yihadistas ya no es tan así. ¿Por qué? “No podemos hacer operaciones conjuntas con un país que pretende negociar con grupos que, a la par, disparan contra nuestros hijos. Sin diálogo y compromiso”, advirtió el presidente francés, Emmanuel Macron, en junio de 2021, cuando los soldados malienses que acababan de dar su segundo golpe en nueve meses anunciaron su intención de dialogar con los grupos yihadistas que hacían estragos en el norte y el centro del país.

La amenaza del jefe de Estado francés parecía tan grave que también anunció una transformación profunda de la Operación Barkhane, que desde el verano de 2014 tomaba el relevo a la Serval lanzada en enero de 2013 para expulsar a los yihadistas de Malí e impedir que se establecieran en otros países de la región. No habiéndose producido el efecto esperado en los oficiales malienses -que mientras tanto han recurrido a Rusia o más precisamente a la compañía privada Wagner, según varias fuentes locales y extranjeras-, el presidente francés ha terminado ordenando la retirada de su ejército del territorio maliense y la instalación de la mayoría de sus soldados en el vecino Níger.

“La acción militar al no haber logrado, por sí sola, resolver el problema, la idea de considerar otras herramientas se vuelve obvia”, estima Hasane Koné, investigadora del Instituto de Estudios y Seguridad en África (ISS Africa).

“En un contexto donde los grupos terroristas ganan cada vez más terreno, donde el Estado es incapaz de garantizar la seguridad, la única solución sería dialogar con los grupos terroristas”, opina Bah Traoré, analista político y de seguridad en el Sahel en el Think Thank Wathi de África Occidental.

En Mali, sin embargo, la idea se impuso en el debate público mucho antes de los golpes de Estado de agosto de 2020 y mayo de 2021. Después de haber sido hostil durante su primer mandato, que comenzó en 2013, el ex presidente Ibrahim Boubacar Keita (IBK), comenzó a partir de su reelección en agosto de 2018 a dar señales favorables a la posibilidad de dialogar con los yihadistas, entre ellos los malienses en particular del grupo JNIM y la Katiba Macina de Amadou Koufa.

En una entrevista con la Radio francesa Rfi y France 24 en febrero de 2020, seis meses antes de su derrocamiento por el ejército, IBK confirmó abiertamente su cambio de postura sobre el tema. Su representante por el centro de Mali, quien también dirigió el país durante el período de transición tras el golpe de 2012, Dioncounda Traoré, incluso había considerado públicamente su deseo de reunirse con los líderes yihadistas.

Anteriormente, una Conferencia de Acuerdo Nacional había avalado esta opción, que también había avalado un Diálogo Nacional Inclusivo organizado en 2019. Esta evolución del poder maliense sobre el tema puede explicarse, según el investigador Bah Traoré, el aumento de la violencia yihadista en Malí y en la región es un "fenómeno local protagonizado por los propios sahelianos".

La voluntad de diálogo con los yihadistas mostrada por los oficiales golpistas al día siguiente de su segundo golpe de Estado en mayo de 2021 contra el presidente y el primer ministro de la transición es, en cierto modo, solo la continuación lógica de estas secuencias ya planteadas bajo el régimen del Presidente IBK. Ya en octubre de 2021, la junta militar instruyó oficialmente al Alto Consejo Islámico (HCI) para mantener conversaciones con yihadistas de nacionalidad maliense, como los tuareg de Iyad Ag Ghali y los fulani Amadou Koufa. Este organismo público ya se había implicado en la búsqueda de acuerdos locales entre las autoridades, determinadas comunidades y los combatientes del al JNIM (Jama-atu Nusrat-al Islam wal Muslimin o Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes), la rama saheliana de Al Qaeda. "La intervención del Consejo Superior en Farabougou, un pueblo del centro del país asediado por elementos de los JNIM, permitió llegar a un acuerdo de alto el fuego entre los yihadistas y líderes comunitarios y religiosos así como la retirada del ejército maliense, recuerda Bah Traoré. Sin embargo, el acuerdo en cuestión entró en vigor 72 horas después de su celebración, el Gobierno se quebrantó días después, abriendo paso a todo tipo de especulaciones sobre la eficiencia de las negociaciones con los yihadistas. 

Los acontecimientos recientes sobre el terreno parecen reducir las posibilidades de que se relancen en un futuro próximo. El ejército maliense, apoyado por elementos de Wagner, lleva a cabo ofensivas desde diciembre de 2021 en determinadas zonas, principalmente en el centro, donde se dice que hay presencia de grupos armados yihadistas. En este contexto, el ejército maliense aseguró haber neutralizado a más de 200 yihadistas, pero organizaciones de derechos humanos acusaron a los soldados malienses de haber cometido masacres y graves violaciones cuyas víctimas eran en gran parte simples ciudadanos desarmados. Como reacción, JNIM, el 24 de abril, se comprometió a realizar ataques simultáneos contra tres bases militares en Sévaré, Bapho y Niono donde se registraron últimamente seis muertos y 20 heridos. 

El mismo día, en Burkina Faso, un ataque a destacamentos militares en Gaskindé y Pobe Mengao, en la provincia norteña de Soum, región del Sahel, torpedea el esfuerzo de varios días para levantar el bloqueo impuesto alrededor de la ciudad de Djibo por parte de yihadistas pertenecientes a Ansarul Islam vinculado a la Katiba de Macina de JNIM. Se reportan quince víctimas entre los militares, los auxiliares de los Voluntarios para la defensa de la patria (VDP) y la población civil.

Solo unos días antes de este doble atentado, las autoridades de Burkin-Faso habían afirmado su voluntad de negociar con los yihadistas locales. El 1 de abril, el Presidente de la Transición, Teniente Coronel Paul Henry Sandaogo Damiba, declaró durante un discurso a la nación que estaba dispuesto a dialogar con los hijos de la patria “en el marco del diálogo con la nación”. Para ello, había anunciado la creación de comités locales de diálogo para el restablecimiento de la paz, quien tomó el poder por la fuerza en enero, acusando al presidente electo, Roch Marc Christian Kaboré, de la ausencia de respuestas adecuadas a la inseguridad.

Pero, ¿hasta dónde está dispuesto a llegar? “No debemos tener miedo de ofrecer la amnistía a cambio de entregar las armas”, argumenta Hassan Koné de ISS África. “El deseado diálogo también podría ser parte de una especie de acuerdo político, o propuestas unilaterales de las autoridades, en forma de reconciliación nacional. La clave es mostrar  valentía política”, insiste el investigador.

En Niamey también está de moda la idea de las negociaciones con los yihadistas. Un año después de llegar al poder, el presidente Mohamed Bazoum liberó a una decena de miembros de Boko Haram. “Busqué a los padres biológicos de cada uno de los jóvenes y les envié emisarios”, asumió el jefe de Estado nigerino durante un encuentro sobre la situación de la seguridad nacional. Para tener éxito en esta compleja tarea, el jefe de Estado de Níger parece cosechó algunas ventajas. Originario de una familia nómada, como muchos de los insurgentes islamistas de su país, fue durante mucho tiempo el jefe de los servicios de seguridad de Níger como Ministro del Interior y Seguridad Pública bajo el mandato de su antecesor Mahamadou Issoufou. Uno de sus asesores más cercanos tiene fama de ser uno de los mejores conocedores de la galaxia yihadista en el Sahel: Moustapha Limam Chafi. Nigeriano de nacimiento y mauritano de ascendencia, Chafi fue durante mucho tiempo el confidente del exhombre fuerte de Burkina Faso, Blaise Compaoré, en el poder de 1987 a 2014. 

Cuando asesoraba al expresidente burkinés, este políglota que habla casi todos los principales idiomas utilizados en el Sahel, había logrado negociar con éxito la liberación de varios rehenes occidentales secuestrados en la década de 2000 por Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), organización a la que pertenecen la mayoría de los yihadistas del Sahel. ¿Será igual de eficaz para su nuevo jefe Bazoum? 

Publicar un comentario

1 Comentarios

  1. Dos artículos del mismo autor defendiendo la colaboración con las marionetas fascistas de Turquía y Marruecos? Qué está pasando?

    ResponderEliminar