El mundo habla de la guerra de Ucrania. La Unión Europea y Estados Unidos critican enérgicamente la anexión de los territorios ocupados por Rusia en Ucrania en 2022. Pero, por otro lado, bajo una verdadera “doble moral” guardan silencio por décadas de ocupación por parte de Marruecos del Sáhara Occidental y las constantes violaciones a los derechos humanos, que se llevan a cabo diariamente.
Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro
Madrid (ECS). - El conflicto del Sáhara Occidental es de vieja data. Debemos remontarnos a 1975, en el marco de la salida apresurada de España del territorio, bajo el amparo de los llamados “Acuerdos de Madrid” por el cual, Madrid cedía la administración del Sahara Español, a los gobiernos de Mauritania y Marruecos, ignorando las resoluciones de Naciones Unidas, que claramente exigían consultar a la población saharaui sobre su destino, agregándose el fallo de la Corte Internacional de Justicia, que señaló claramente que al momento de colonización del Sáhara por parte de España, no existían vínculos de soberanía entre dicho territorio respecto de Marruecos y Mauritania.
Ante el abandono de España de los saharauis a su propia suerte, el 27 de febrero de 1976, horas antes que expirara la presencia española por los Acuerdos de Madrid, en la zona de Bir Lehlú, fue proclamada la creación de la República Árabe Saharaui Democrática. La incipiente guerrilla del Frente Polisario, tuvo que hacer frente a las fuerzas de Marruecos y Mauritania en una guerra de dos frentes. La guerra librada por los saharauis, tuvo una serie de etapas. El esfuerzo estuvo orientado en un primer momento a ejercer mayor presión sobre las fuerzas mauritanas, mientras que las acciones sobre Marruecos se limitaron a operaciones de carácter defensivo. Mauritania salió formalmente de la guerra en 1979. Esto permitió concentrar el esfuerzo del Frente Polisario, sobre las fuerzas marroquíes, librando una guerra de guerrillas en el desierto. La respuesta marroquí con asesoramiento occidental, fue la construcción de los llamados “muros defensivos” destinados a limitar la movilidad de las fuerzas del Ejército de Liberación Popular Saharaui.
En 1991, las partes estaban agotadas, los cambios derivados del fin de la Guerra Fría, tuvieron como consecuencia el llamado Plan de Arreglo, a instancias de Naciones Unidas. En resumen, consistía en la reducción de la presencia militar marroquí en las zonas ocupadas, separación de fuerzas, censo de la población para el referéndum, establecimiento de una misión de Naciones Unidas, entre los hechos más destacables. La postura intransigente de Marruecos de cumplir aspectos tales como informar sobre el destino de los prisioneros de guerra saharauis, a pesar que la contraparte saharaui si hizo entrega de los prisioneros que obraban en su poder, las maniobras dilatorias en torno al censo de votantes respecto al referéndum de autodeterminación paralizaron el proceso de paz. El veto francés en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, a favor de su aliado marroquí, limitó cualquier salida negociada al conflicto y tocar cuestiones sensibles, especialmente los intentos saharauis que la misión de las Naciones Unidas – MINURSO – tuvieran facultades de monitoreo de derechos humanos. Esto ha permitido que las actividades de organizaciones saharauis de derechos humanos y favorables a la independencia en los territorios, sean objeto de la represión de las fuerzas de ocupación marroquíes. Los casos más emblemáticos son Aminetu Haidar y Sultana Jaya, dos activistas saharauis de derechos humanos que han sufrido tortura y maltratos por parte de las fuerzas de seguridad de Rabat.
Los saharauis a pesar de las importantes victorias en el plano jurídico, tanto en Naciones Unidas, que reconoce expresamente por medio de sus resoluciones el derecho a la autodeterminación, sino en el Tribunal General de la Unión Europea, en 2021, respecto acuerdos de pesca y agricultura, entre la Unión Europea y Marruecos, donde claramente el fallo señala que no son aplicables al territorio del Sahara, por no ser parte de dicho país norteafricano, en consonancia con otros fallos de 2015 y 2018. Pero la “realpolitik” impone una realidad muy distinta. Estados Unidos y Francia, aliados de Marruecos, han sido actores relevantes para que el proceso de paz de 1991, se encuentre congelado, en claro beneficio de Marruecos.
España; la gran ausente en el conflicto saharaui
La potencia administradora de iure, España, se ha desentendido del tema saharaui desde 1975, en el marco de una política de apaciguamiento del vecino marroquí. La pregunta del millón es saber que ganancias ha obtenido Madrid con esta política. La crisis de Ceuta en 2021, puso en evidencia la debilidad del estado español frente a Marruecos. Siendo ejemplo también de ello, la carta del presidente de gobierno español, Pedro Sánchez, según lo publicado en diversos medios de prensa, donde apoya la tesis anexionista marroquí al señalar que el establecer un régimen de autonomía al considerarlo la base más seria, realista y creíble para la solución del contencioso. Otro aspecto interesante de la misiva citada, fue donde señala los esfuerzos serios y creíbles de Marruecos en el marco de Naciones Unidas para encontrar una solución mutuamente aceptable. Pero no todo terminó ahí. En el marco de la política de “buena vecindad” por decirlo de alguna manera, respecto a Marruecos, España entró en colisión con Argelia, un actor relevante y que, gracias a la crisis de Ucrania, se ha convertido en una alternativa para la compra de gas ruso. Italia, percibió rápidamente esta situación y firmó una serie de acuerdos para la compra de gas argelino a precios competitivos. España, rehén de la política de Rabat, terminó con una crisis con Argel, perdiendo una valiosa posibilidad para comprar energía a bajo costo. El resultado de los errores de la Moncloa, fue comprar gas a Estados Unidos al doble de precio y seguir comprando gas a Rusia (incrementado en un 52% las compras de este producto a este país) en abierta colisión de los socios de la UE que buscan reducir drásticamente la dependencia de la importación de energía al Kremlin.
Un conflicto armado silenciado
El incidente de Guerguerat, de noviembre de 2020, fue un punto de inflexión para el liderazgo saharaui, considerando la actitud marroquí como una violación del cese del fuego (que realmente fue así). Cabe recordar que, en 1997, fue firmado entre Marruecos y el Frente Polisario, con auspicios de Naciones Unidas, el llamado Acuerdo Militar Número 1. El mismo reglamenta la existencia de dos áreas restringidas. De 25 Km. al sur y 30 Km. al norte y oeste del muro militar marroquí (que tiene 2700 Km.). En esos espacios, quedó prohibido el movimiento de tropas, uso de armas como su introducción, construcciones militares que modifiquen las existentes. Fue creada una Zona de Amortiguación de 5 km en el sur y este del muro defensivo construido por los marroquíes. Allí existe una prohibición total del uso de armas, despliegue de medios aéreos y terrestres. Violar estas cláusulas, no solo es una infracción al llamado Acuerdo Militar, sino romper con el mismo Plan de Paz.
El Acuerdo tiene un vacío legal sobre actividades comerciales y civiles. En la zona de Guerguerat, en el sudeste del territorio, en 2001, los marroquíes abrieron una brecha en los muros defensivos, en un intento de conectar el territorio ocupado por Rabat con Mauritania, atravesando una franja controlada por el Frente Polisario. Naciones Unidas puso objeciones, pero dado las potestades de la MINURSO, no pudo hacer nada para impedir la política de hechos consumados marroquí. En 2016 un grupo mecanizado del ejército marroquí, intentó ocupar la zona controlada por los saharauis, que obligó al Frente POLISARIO a enviar un pequeño destacamento en la ciudad abandonada de La Güera, donde fue izada una bandera de la República Saharaui. La tensión creciente, terminó con el retiro de los saharauis de la zona de Guerguerat, dado que la comunidad internacional, de alguna u otra manera toleró el accionar de Rabat, a pesar de haber violado el Acuerdo Militar nro. 1. Dicha zona, ha sido empleada por Marruecos como válvula de oxígeno para los territorios ocupados. No solo se exportan productos agrícolas hacia países de África Subsahariana, como también es empleado como vía de acceso por parte de los estados de dicha región para acceder al mercado europeo. Pero no todo es comercio lícito, los controles laxos y la corrupción, permiten que el paso de Guerguerat, sea empleado por redes de contrabando y tráfico de drogas, que beneficia a grupos terroristas que operan en Malí y otros países del Sahel. Es por ello el interés de mantener abierto esta “puerta” de entrada hacia el Mediterráneo, dado que es un negocio muy lucrativo para muchos actores.
El 20 de octubre de 2020, una manifestación saharaui, cercó la brecha ilegal citada, que desencadenó una situación de tensión con fuerzas marroquíes. Estas en clara violación del Acuerdo Militar, ocuparon la zona de amortiguación, ante la mirada de la MINURSO. La inacción de la comunidad internacional, ante la violación del Plan de Paz de 1991, al ocupar fuerzas militares marroquíes una zona vedada, abrió las puertas para el conflicto armado con la República Saharaui. El Frente Polisario decidió pasar a la acción.
La decisión del liderazgo saharaui de volver a las armas, fue consecuencia de una serie de factores, siendo el detonante la crisis de Guerguerat. Años de un plan de paz paralizado, con su impacto en las generaciones más jóvenes, dado que el tribalismo como la posible infiltración del extremismo islámico, eran amenazas reales para el Polisario, junto con los cambios políticos en su aliado argelino, luego de superar la crisis derivada de la sucesión del presidente Bouteflika, fueron elementos contribuyentes que motivaron el regreso a las armas. A pesar del silencio de Rabat sobre los choques armados que se llevan a cabo a lo largo de los muros defensivos, una serie de hechos puntuales ponen en evidencia, la existencia de combates. Desde la oficina del Secretario General de Naciones Unidas, fue presentado un informe donde señala que entre marzo y noviembre de 2021, sobre intercambios de disparos entre ambos bandos. Existen casos que trascendieron en medios de comunicación internacionales como los hechos de marzo de 2021, donde las fuerzas marroquíes, por medio de un dron, eliminaron al director de la Gendarmería saharaui, Adah El Bandir, en Tifariti, en las llamadas zonas liberadas. El 11 de abril de 2022, también por medio de un dron, fueron muertos en la localidad de Ain Bentilli, dos personas – madre e hijo – de nacionalidad mauritana. Estos hechos, cercanos a una base militar del ejército mauritano, llevaron a que el diputado por la provincia de Nuadibú, Mohamed Ould Aye, a pedir al gobierno de Nuakchot, como al mismo Parlamento, que se pronuncien sobre estos hechos. En noviembre de 2021, Argelia protestó enérgicamente ante la muerte de tres civiles, por un dron marroquí, cuando iban a bordo de un camión que atravesaba una de las rutas que atraviesan el antiguo Sahara Español.
La escalada del conflicto, sin ninguna duda está relacionado con el nuevo impulso que tiene Argelia en la región. Superada la crisis de la sucesión de Bouteflika, gracias a la hábil política de conciliación del presidente Tabboune y las circunstancias derivadas del COVID 19., permitió desactivar el movimiento Hirak, que había cuestionado abiertamente y movilizado a la población contra décadas de monopolio del poder del FLN. La Guerra de Ucrania ha sido un verdadero regalo para Argelia, que se ha convertido en pieza clave para Occidente. No en vano el Secretario de Estado de Joe Biden, Blinken visitó Argel en marzo de 2022, dado el peso de Argelia en la seguridad y estabilidad del Norte de África.
Las enormes inversiones en armamento por parte de Marruecos, donde se ha observado un importante esfuerzo para mejorar capacidades de combate blindado, defensa antiaérea, control del mar y defensa aérea, gracias a la compra de versiones avanzadas del caza F16, junto con una política exterior, basada en el “soft power” en países de África Subsahariana, en particular ex colonias francesas, ha sido motivo de preocupación de Argel. Esto ha llevado a respaldar nuevamente a sus aliados saharauis para escalar el conflicto con Marruecos, y evitar cualquier maniobra de Rabat para apoderarse de las zonas controladas por la República Saharaui/Frente Polisario, y por ende amenace el sudoeste argelino, área reclamada como parte del llamado “Gran Marruecos” y rico en minerales. La citada maniobra fue acompañada por ejercicios militares conjuntos con Rusia, acuerdos energéticos con Italia, China, un mayor diálogo con Estados Unidos, que tienen como objetivo mostrarse como actor relevante en el Magreb y evitar que este papel sea ocupado por Marruecos.
La cuestión del Sahara Occidental, está inserta en una región altamente volátil. La “realpolitik” se ha impuesto claramente sobre el derecho, que asiste a los saharauis. Estos esperan desde 1975 la resolución del conflicto, pero se han visto convertido en rehenes de la geopolítica del Magreb y de intereses extrarregionales, especialmente de Francia y Estados Unidos. España, que está llamada a tener un rol importante, es la gran ausente. Su política hacia Marruecos la llevó a comprometer su propia seguridad. Rabat nunca renunció a sus reclamos infundados sobre Ceuta y Melilla, agregándose ambiciones sobre espacios marítimos lindantes con Canarias, donde existen posibilidades de reservas de hidrocarburos. España siempre claudica ante las presiones en materia migratoria y terrorismo, por parte de Marruecos. El abandono del Sahara, ha significado, incrementar la vulnerabilidad de las Canarias, dado que Rabat ha extendido su control a las aguas saharauis y apuesta a incrementar su poder naval. La crisis diplomática entre Argel y Madrid, privó a España de un aliado natural, para poder contener a Marruecos, incrementar el margen de maniobra en la región, de vital importancia para la seguridad española. La amenaza terrorista en la región de la zona del Sahara Sahel, se proyecta hacia Europa, siendo uno de los objetivos potenciales para este riesgo, la misma España.
El mantener al Sáhara Occidental como un “conflicto olvidado” solo fortalece a Marruecos, que, gracias al expolio del fosfato en las zonas ocupadas, le permite convertirse en un actor clave, dado que este mineral es de vital importancia para la producción de fertilizantes. Rabat lo ha empleado cono “moneda de cambio” frente a Estados Unidos y Francia. España precisa cambiar su estrategia en torno al conflicto, dado que la política aplicada solo ha contribuido para alimentar y fortalecer a su adversario geopolítico, Marruecos, que tarde o temprano será una amenaza cierta hacia los territorios españoles del Norte de África.
Artículo escrito por el escritor y abogado, Dr. Jorge Alejandro Suárez Saponaro director irector de Diario El Minuto para Argentina
1 Comentarios
L'Occident rejette l'annexion de l'Ukraine par la Russie mais accepte la libération du Sahara Occidental des griffes du colonisateur espagnol par le Maroc
ResponderEliminar